La ciudad de Marbella, situada en la elegante y soleada Costa del Sol, ofrece pistas de su pasado árabe que se mezclan con los servicios de un centro de vacaciones moderno. Disfruta de las playas de la Fontanilla o de los parques acuáticos, temáticos y zoológicos de la zona, dirigidos sobre todo a un público familiar. Disfruta del tranquilo encanto de Andalucía en su centro histórico, ocupado por casas encaladas, fragantes naranjales y los restos de una fortaleza árabe del siglo IX. Para rematar el día, qué mejor que un ajoblanco (la típica sopa fría de almendras de la zona) y una copa del excelente vino dulce local.

La ciudad de Friburgo de Brisgovia se asienta austeramente al borde de la Selva Negra. Es la sede de una de las universidades más antiguas de Alemania y de una catedral de arenisca de estilo gótico, es un centro importante para los amantes de lo académico y de la historia medieval. Disfruta de unas cervezas alemanas en una cervecería local, y luego súbete a un teleférico que te llevará hasta la montaña Schauinsland, donde te esperan vistas increíbles y un observatorio solar.

Una ciudad tallada literalmente en roca volcánica, Goreme es la puerta al Parque Nacional de Goreme, un gran Patrimonio mundial declarado por la UNESCO que alberga espectaculares iglesias rupestres del siglo X y XI. El parque en sí es famoso por sus formaciones rocosas con forma de chimenea y es muy popular entre los mochileros. También es un lugar excelente para probar la gastronomía turca.

Orgullosa de su pasado vikingo, pero con los ojos puestos en el futuro, Reikiavik, la capital más septentrional de Europa, ofrece al visitante aventura, naturaleza en estado puro, música y arte de prestigio internacional y una vida nocturna famosa por su desenfreno. Si quieres desconectar, sumérgete en una de sus siete piscinas termales o visita alguno de sus establos locales para dar un paseo en caballo. Reikiavik está instalada en el siglo XXI y su oferta de ocio incluye acogedores cafés, restaurantes de talla mundial y museos y galerías de arte.

No, efectivamente no puedes estacionar tu auto en Harvard Yard. Lo que puedes hacer en Boston es disfrutar de algunos de los más importantes sitios históricos del país y de los aficionados fanáticos del deporte. Disfruta de un partido (y tal vez una pelota en falta) en el Fenway Park antes de dirigirte al North End para probar algunos de los legendarios cannoli del barrio italiano. Disfruta de la dorada gloria de la Casa de Gobierno desde el límite del Boston Common, también el punto de partida para el Freedom Trail: recorrido a pie entre los 16 sitios que fueron parte integral de la revolución estadounidense.

Montreal, c’est si bon! Esta ciudad de habla francesa se considera la capital cultural de Canadá y es una celebración cosmopolita del estilo de Quebec. Un paseo en carruaje tirado por caballos recorriendo las calles de piedra y los importantes edificios de Vieux-Montreal te hará sentir un poco el sabor europeo. La Basílica de Notre-Dame es una creación de vitrales, y el distrito Plateau Mont-Royal te va a deleitar con sus singulares boutiques y cafés. Zambúllete en un plato enorme de poutine y llénate de energía para un tour por el épico Olympic Park.

No tienes que elegir entre visitar una capital cultural o una playa caribeña a pleno sol: San Juan tiene todo eso. La arquitectura de la ciudad va de la época colonial española al art decó del siglo XX, mientras que el nuevo Museo de Arte de Puerto Rico presenta obras latinoamericanas y caribeñas en galerías de vanguardia.