Grecia es uno de esos lugares únicos en los que la historia antigua sigue siendo parte de la vida moderna. Los visitantes se sienten atraídos por la épica historia intelectual de este país, además de su belleza y encanto. Hazte tiempo para las icónicas características de la Acrópolis de Atenas, que incluyen el Partenón, el Erecteion y el Templo de Atenea Nike. Los amantes de la mitología apreciarán Creta, Olimpia, Samos y Naxos por su importancia mitológica. Si deseas pasar unas vacaciones pacíficas en la playa, la isla de Santorini es ideal.

Corfu está repleto de casas encaladas, iglesias bizantinas y restos de fuertes venecianos y templos griegos. Recorre las calles antiguas de la aldea romana de Kassiopi o explora la explanada central del epónimo pueblo de Corfu. Para vivir una experiencia de spa casera, cúbrete con barro mineral en las orillas del Canal D’Amour. Según la leyenda, la cascada de las Ninfas atraía a las bellezas mitológicas de su mismo nombre, quienes se acercaban en grupo para bañarse en estas aguas prístinas.

En la Riviera Turca, los pueblos pesqueros tradicionales como Üçagiz lindan con modernos complejos turísticos como los de Marmaris y Antalya. Las inmaculadas playas de arena amarilla y los bosques de pinos recubren esta histórica costa, entre cuyos antiguos pobladores ilustres se encuentra San Pablo. Los autobuses facilitan el acceso a las calas, castillos y ciudades que discurren en paralelo a las aguas turquesa, bautizadas por los turcos como "Mar Blanco". No se pierda los sobrecogedores fuegos eternos de la Quimera del monte Olimpo, un espectáculo especialmente impresionante por la noche.

Turquía, un país que resurgió de las cenizas del Imperio otomano, es una tierra tanto de ciudades y zonas rurales como de ruinas antiguas y cultura contemporánea. Chapotea en los baños de barro de Dalyan o camina entre las rocas volcánicas de Goreme. Por supuesto, la fabulosa Estambul es una visita obligada. Hagas lo que hagas, no puedes perderte el café y los postres. Disfruta de una delicia turca de flores o un exquisito baklava de hojaldre para deleitar el paladar con estos sabores exóticos.

La isla de Naxos, un punto blanco en las turquesas aguas del mar Egeo, conforma una mezcla única de ruinas antiguas y cultura de playa. En Naxos, la más grande de las islas Cícladas, es donde pasó su infancia nada más y nada menos que Zeus, rey de los dioses. Al llegar, sube por un cauce a Palatia, donde se encuentra Portara, una entrada de piedra a un templo antiguo que ya no existe y es el símbolo de la isla. Al ponerse el sol las vistas de la isla con el mar detrás son impresionantes.

La región de Campania abraza las bahías de Nápoles y Sorrento, con el majestuoso Vesubio y las cadenas montañosas de la zona como fondo. Por toda la región hay ruinas de la Antigüedad clásica, desde Pompeya y Herculano a los templos griegos de Paestum. Entre las ciudades más populares se encuentran las encantadoras Sorrento y Amalfi, la acaudalada Positano y Ravello, un remanso de paz para la elite. Si busca vistas memorables, coja un ferry desde Sorrento o Nápoles a la isla de Capri, hogar de la mágica Grotta Azzurra.

Jerba, una isla grande de unos 20x20 kilómetros, se encuentra en la costa noreste de África, en el sureste de Túnez, cerca de la frontera con Libia. Situada en el Golfo de Gabés, es famosa por tener una población ecléctica de residentes y turistas, unas playas espléndidas y unos pueblos pintorescos con unas casas cuadradas blancas características. Houmt Souq es la gran ciudad, cuenta con bulliciosos mercados y animadas cafeterías al aire libre. Se cree que Jerba, con su castillo pirata y sus mezquitas que parecen fortalezas, fue lo que inspiró la Odisea de Homero. Se puede acceder a ella por el sur de Túnez, a través de una carretera construida por los romanos que conecta la isla con el continente.

Desde archipiélagos bañados por el sol y bulliciosas ciudades urbanas hasta montañas cubiertas de nieve y desiertos semiáridos, España es la personificación de la diversidad geográfica. Como el punto de encuentro entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, este gran país ofrece algunos de los paisajes más dramáticos de Europa, además de la cocina más deliciosa.

Las grandes estrellas de las Baleares son Mallorca, Ibiza y la tranquila Menorca. Dentro del archipiélago, situado al este de la costa mediterránea española, cada isla tiene una personalidad distinta. Mallorca es la más desarrollada y ofrece infinidad de hoteles, establecimientos de comida rápida y playas abarrotadas. Ibiza es la isla de la marcha y uno de los destinos favoritos para la comunidad gay. Además, gracias a su carácter camaleónico y al hecho de que se la considera una especie de nueva Provenza, es cada vez más popular entre el turismo de gama alta. Elija una isla y disfrute de sus playas.

El Archipiélago de Zanzíbar, compuesto por un grupo de islas e isletas situadas a unos 40kilómetros de la costa tanzana, está encabezado por Unguja (a la que se suele referir simplemente como Zanzíbar) y Pemba. Antiguamente una nación separada, Zanzíbar disfruta de una larga historia de intercambio comercial con el mundo árabe, que se remonta al menos al siglo XI. La capital, Stone Town, es un lugar Patrimonio de la Humanidad y cuenta con un gran número de atracciones históricas de gran interés. Las luminosas playas de blanca arena de Zanzíbar y los cercanos arrecifes de corales lo convierten en un destino popular para los entusiastas del sol y del mar.

Al pie de los Pirineos occidentales y cerca de la frontera con Francia, Euskadi está integrada por tres provincias: Guipúzcoa, y su espectacular capital, San Sebastián, al borde del mar; Vizcaya, en cuya capital, Bilbao, se encuentra el asombroso edificio diseñado por Gehry, el Guggenheim; y Álava, con Vitoria como capital, una ciudad repleta de arquitectura medieval. Correr en el encierro de Pamplona y probar el vino de rioja en alguna de las bodegas de la región añade cierto romanticismo exótico a la visita. Es preferible viajar a principios de verano o en otoño para evitar las multitudes de turistas.

El romántico Renania-Palatinado está en el centro de la producción de Riesling en Alemania y alberga las mayores regiones vinícolas del país. El estado cuenta con frondosos viñedos, peculiares pueblos medievales, sitios patrimonio de la humanidad por la UNESCO, pintorescos castillos, lagos volcánicos y valles vinícolas. Sus abundantes bosques y sus elevadas montañas ofrecen el escenario perfecto para hacer senderismo en verano, montar en bici o catar vinos, mientras que sus ciudades y pueblos ofrecen festivales y actividades culturales.