Calella de Palafrugell: tu verano empieza en la Costa Brava

Cuaderno de viaje para gozar de la vida en uno de los pueblos más bonitos del Mediterráneo.
Un viaje al verano de Calella de Palafrugell.
Jan Wlodarczyk / Alamy Stock Photo

Resulta imposible empezar este viaje por Calella de Palafrugell, la niña mimada de la Costa Brava, sin nombrar a Josep Pla, su hijo predilecto, escritor y periodista, y quien mejor supo describir la totalidad de su belleza.

Volviendo a sus letras, al Quadern Gris de 1966 y a la Guía de la Costa Brava de 1941, te das cuenta que los pequeños placeres de la vida, por mucho que pase el tiempo, siguen siendo los mismos: ver el mar, acariciar sus olas, tomar un vinito cuando aprieta el calor, descalzarse y sentir el contacto con la arena y pasar el día bajo una sombrilla. Por eso nos gusta Calella de Palafrugell, porque por mucho que corra el tiempo, aquí parece haberse detenido.

Tan solo hay que poner un pie en Port Bo para entenderlo. Entre el Port de Malaspina y las playas d’en Calau y la de las Barques, pasa algo curioso. Siempre te detienes a ver el mar y el trajín de sus barquitas en “les Voltes”, un tramo abovedado, de los siglos XIX y XX, que está incluido en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. Sus arcos son una ventana al mar, no estoy loca cuando digo que cualquiera que haya estado aquí reconocería entre un millón de lugares este tan pintoresco.

"Les Voltes" de Calella de Palafrugell, Girona.Ken Welsh / Alamy Stock Photo

Calella de Palafrugell: su historia

Situada en el Baix Empordà, en la provincia de Girona, Calella es un pequeño pueblo de pescadores perteneciente al municipio de Palafrugell, un núcleo urbano que conserva ese aire bohemio de la Costa Brava antes de la llegada del turismo de masas.

Es verdad que Calella de Palafrugell brilla especialmente en verano, cuando el sol baña sus calles blancas y calas, pero también es agradable recorrerla en la intimidad del invierno o en la primavera.

“La popular cantada de habaneras de Calella de Palafrugell, siempre el primer sábado de julio, marca el inicio de la temporada alta que dura hasta principios de septiembre”, explican a Traveler.es desde la oficina de turismo. Su origen como pueblo se remonta al siglo XVIII, cuando empezaron a llegar los piratas. Fue entonces, cuando los pescadores de Palafrugell decidieron instalarse en la costa para protegerlo. El primer documento de ello, según la oficina de turismo, data de 1746.

El mar y la industria del corcho hicieron crecer al pueblo y situarlo en el mapa. La costumbre de bañarse en el mar llegó más tarde, en el siglo XIX, cuando las clases populares disfrutaban de los domingos al sol y la burguesía catalana empezó a construir por aquí sus casas de verano.

Ya antes de la Guerra Civil se habían abierto tres hoteles, pero fue en los años 50 y 60 cuando vivió su mayor desarrollo: la pesca dejó de ser el principal sustento de las familias y llegaron los turistas extranjeros. Y por suerte, a pesar de lo que ocurrió en localidades vecinas, Calella se mantuvo firme a la “fiebre urbanizadora”. Aún así, Calella, es, junto con Begur, uno de los pueblos más turísticos del verano. En él siempre encontrarás gente.

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Calella de Palafrugell, en la Costa Brava.Jan Wlodarczyk / Alamy Stock Photo

Las mejores calas de Calella de Palafrugell

Calella de Palafrugell cuenta con algunas de las calas más bonitas del Mediterráneo y de la Costa Brava. Son de postal y conviene conocerlas a pie, recorriendo el Camí de Ronda, un camino histórico de costa que va de Blanes a Portbou. Desde los el Jardín Botánico de Cap Roig hasta Llafranc encontrarás ocho calas y playas cada una con un encanto especial, algunas más rocosas, otras más accesibles, pero todas ellas ideales para pasar un día o todo el verano.

Cerca del Castillo de Cap Roig, aparece Cala del Golfet, muy distinta al resto de playas de Calella, pero con una belleza agreste y con las mejores vistas de las Illes Formigues, un archipiélago formado por cuatro islotes y 12 escollos.

A pocos metros, está la playa de Sant Roc o el Canyers, inconfundible porque la vigila desde lo alto el Hotel Sant Roc, que abrió sus puertas en los años 50, y porque cuenta con las vistas de toda la costa de Calella, los viejos pórticos de pescadores y la fuente de Sant Roc, catalogada como Bien Singular de Calella de Palafrugell. Aquí encontrarás un banco donde poder contemplarla desde lo alto. La playa es reducida, de arena gruesa, e ideal para bucear.

Port Pelegrí es la segunda playa más grande de Calella de Palafrugell, teniendo en cuenta que las otras son bastante pequeñas. Ésta se encuentra franqueada por dos frentes rocosos, uno de ellos es el mirador de los Burricaires. Destaca por las casetas con puertas de colores al inicio de la arena, en la que encontrarás algunos restaurantes desde donde contemplar un bonito atardecer o la actividad de la playa.

Calas de aguas cristalinas.

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A su izquierda, se enmarca la Platgeta, una pequeñita playa urbana de 20 metros, muy frecuentada por familias. Desde la Platgeta continuamos por las más famosas de Calella: la playa d’en Calau, Port Bo o playa de les Barques y la playa del Canadell.

La primera de ellas se encuentra paralela a calle Calau, una de las posee más actividad turística. Allí encontrarás el Club de Vela de Calella y una playa de 75 metros de arena dorada y un mar cristalino de la que no querrás marcharte.

Contigua a la playa d’en Calau, aparece Port Bo o playa de les Barques, que junto al Port de Malaspina configuran una de las postales más bonitas de Calella. “Les Voltes” resguardan un paseo abovedado y un refugio ideal para descansar del sol, comer o tomar algo a la fresca.

Es aquí donde a primeros de julio da comienzo la temporada de verano con el canto de las habaneras, una tradición que se lleva haciendo desde 1966, y cuyas letras evocan la llegada de los indianos, los que fueron a hacer las Américas en el siglo XIX.

Una enorme roca, “la Trona”, separa Port Bo de la playa del Canadell, esta sí, la más grande y arenosa del pueblo. A pocos metros de la playa encontrarás las típicas casas de pescadores, el paseo marítimo y un mirador desde el Camí de Ronda para no perder detalle. Al final de Canadell, te recibirá la cala de els Canyissos, muy adecuada para bucear y contemplar un mar de aguas cristalinas. ¿Quieres más playa? La costa sigue al norte por Llafranc, Tamariu y Begur.

Las gambas frescas del restaurantes Tragamar.LEKUONASTUDIO14

Dónde comer

La gastronomía palafrugellense es muy rica y variada, y como la de la Costa Brava y la zona del Maresme, es una de las más valoradas de España y del mundo con estrellas Michelin. Pescados frescos, directos de La Lonja, arroces y maricos conforman sus mejores productos y platos. Si tienes que probar algo muy típico, Es Niu, un plato muy antiguo que se preparaba en la Cuaresma con tripas de bacalao, huevo duro, peixopalo (bacalao seco) y patatas.

Descubre la cocina de la zona caminando por sus calles. Un mediodía con arroz negro o un atardecer con las mejores gambas de Palamós. Así es como empieza el verano, ¿no?

Estos son algunos de los restaurantes que recomendamos en Calella de Palafrugell:

  • Tragamar (Passatge Jimmy Rena, s/n): Desde su inauguración hace 30 años, en una de las calas más bonitas de la Costa Brava, Tragamar es uno de los restaurantes favoritos gracias a su oferta de arroces y pescado fresco de la lonja de Palamós, que capturan la esencia de la cocina mediterránea. Un clásico que nunca falla.
  • Sol i Mar _(Carrer Miramar, 19): Un pequeño restaurante con esencia de taberna marinera. Pescado y marisco fresco a pie de playa.
  • Margarita (Carrer Calau, 10): Dicen que es un diamante en la Costa Brava. Entrar en él ya es todo un viaje a la vida de los pescadores del siglo XIX. Cocina mediterránea Km0.
  • La Blava (Carrer Miramar, 3): Su ubicación de lujo no tiene rival: bajo las “Voltes” y con vistas a la playa de Port Bo. Cocina con producto fresco del Empordà.
  • Restaurant Xabec (Carrer Lladó, 6): Platos a la brasa, arroces y pescado al horno o a la plancha. Como dicen en Cataluña, encontrarás “comida casolana”.
  • Fiego (Platja del Port Pelegrí): En este restaurante familiar, con más de 50 años de vida, tienes que probar los pescados y los arroces. Lo encontrarás en la playa de Port Pelegrí.
  • El Balcó de Calella (Plaça Atlàntic, 2): Ya lo dice su nombre este restaurante es un balcón al mar. Ubicado en el Hotel Sant Roc es ideal para tomar algo, siempre está muy animado.
  • ARRR!Street Food (Carrer de Codina, 6): Si eres vegetariano o vegano este es tu restaurante. Frente a la iglesia de Sant Pere, en un espacio muy reducido, ofrece hamburguesas, wraps, hummus y otras opciones caseras.
  • Calau Bar (Carrer de les Voltes, 2): Sus tapas son las favoritas en Calella de Palafrugell. No hacen reservas, ve pronto y ponte a la cola.
  • Llevantaps (Plaça de l'Església, 6, Palafrugell): Cocina informal pero muy bien hecha en el centro de Palafrugell, a unos 10 minutos en coche de Calella.
El Jardín Botánico de Calella de Palafrugell.Andia / Alamy Stock Photo

Qué hacer: de Cap Roig al Far de Sant Sebastiá

¿Estás buscando un plan distinto para hacer después de un día de playa en Calella de Palafrugell? En ese caso, el plan es visitar el Jardín Botánico de Cap Roig que está situado entre Palafrugell y Mont-ras. Cuenta con 17 hectáreas y con más de 1.000 especies botánicas procedentes de todo el mundo desde su inauguración en 1927. Fue ese año cuando el coronel ruso Nicolai Woevodsky, amante del dibujo y de la arquitectura, junto a su mujer inglesa, Dorothy Webster, decoradora y aficionada a la jardinería, buscaron un lugar en la Costa Brava donde hacer su sueño realidad.

Cap Roig y su castillo fueron construidos por la pareja en 1931 y acabados en 1975. Este se convirtió en su hogar, que al morir, pasó a ser legado del pueblo y con los años el escenario del Festival de Cap Roig, uno de los más importantes de Cataluña.

Sigue el camino marcado por los jardines, empieza por su poblado de estilo mediterráneo con las paredes llenas de buganvillas, continúa por el camino del castillo rodeado de flores de colores y palmeras tropicales, que mirando hacia el mar te descubrirá las Illes Formigues.

Alrededor del castillo, hay varias terrazas con vistas a Calella de Palafrugell y al mar de barquitas: la terraza de las monjas y la de Bassin son para soñar. Tus pasos te descubrirán el jardín de los enamorados, el de la primavera y el de los cactus con su formidable mirador. Cap Roig te sorprende en cada recoveco y, si te encantan las flores, este será tu paraíso. Descúbrelo un día entre semana; llévate un buen libro para gozarlo aún más.

Os contamos un secreto y es que justo aquí se encuentra Cala Massoni, una cala escondida a la que también llaman la bañera rusa. El motivo es que Dorothy, la propietaria del castillo y mujer de Nicolai (él era ruso de la pareja), solía bañarse en esta cala.

Otra opción, es visitar el faro de Sant Sebastià, la atalaya de Palafrugell. Siguiendo al pie de la letra a Josep Pla, no hay unas vistas mejores de toda la costa de Calella y Llafranc como las que verás desde el far de San Sebastià, construido en 1857. “El faro de Sant Sebastià, que es el más potente de Cataluña, tenía que ir a Begur, la población vecina. Por lo visto Palafrugell tenía más contactos con la clase política y, finalmente, decidieron instalarlo allí, a cambio, en Begur instalaron otro que llamaron "el semáforo" porque era un faro pequeño”, cuentan a Traveler.es desde la oficina de turismo.

El far de Sant Sebastià.

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Dónde dormir

Para empezar el verano en Calella de Palafrugell escogemos un hotel con encanto y también con historia. Aunque Can Mascort Eco Hotel abrió sus puertas en el verano de 2022 está ubicado en un edificio de más de 300 años de antigüedad (1694), que ha sido restaurado siguiendo los principios de la bioconstrucción, aportando equilibrio, armonía y salud a los huéspedes. Se ha mantenido la arquitectura original y se han utilizado materiales naturales, ecológicos y de kilómetro cero, para proteger y reducir el impacto en el medio ambiente. El resultado es un bonito hotel boutique ecológico con 15 habitaciones situado en el casco histórico del pueblo de Palafrugell, a unos 10 minutos en coche de Calella de Palafrugell, que, además, ha recibido recientemente una Llave Michelin.

Can Mascort es el sueño hecho realidad de Alfred Villagrasa y Lourdes Gaude, los propietarios y unos grandes anfitriones de este rincón del Mediterráneo. Ellos contagian su amor por el territorio y, sobre todo, por su alojamiento en el que han puesto mucho cariño. Desde las escaleras, que son una joya arquitectónica, hasta cada una de las habitaciones sostenibles.

El hotel cuenta con una terraza con magníficas vistas panorámicas, zonas de estar, cocina, el Caldarium, y con una antigua farmacia colindante, la Botica, que da acceso a la cafetería (abierta al público local) y que es también un pequeño comercio con productos artesanos y gastronómicos.

Can Mascort Eco Hotel en Palafrugell.Lluís Català

Su propuesta gastronómica, creada por Lola Puig, se centra en preservar el carácter tradicional del Empordà, incorporando alimentos locales y ecológicos -muchos de ellos comprados en el icónico Mercat de Palafrugell- en una completa oferta a modo de desayuno, merienda o picnic, que incluye opciones vegetarianas y veganas. Destacan los “Mascortaps”, un tentempié tributo a la tradición corchera de la zona.

Además el hotel cuenta con garaje a escasos metros, admite mascotas y se encuentra a dos minutos caminando del centro de Palafrugell. Es una parada indispensable para conocer la vida de esta zona de la Costa Brava, con numerosos comercios tradicionales, restaurantes, un mercado con producto local y el Museo del Corcho de Catalunya.

La Botica de 1789 de Can Mascort Eco Hotel en Palafrugell.MURIEL C DE JONGINFO@MURIELC.COM

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