Holbox desde mi hamaca
Esta es la historia de un fotógrafo de viajes que decide irse de vacaciones a Holbox, México, con la promesa de no disparar ni una sola vez, de no moverse de la hamaca. Al final, claro, hubo fotos.
Con una extensión de 40 kilómetros de largo y unos 2 de ancho, la isla de Holbox presume de 34 kilómetros de playa hacia el norte. En realidad no siempre es una isla ya que está unida intermitentemente a la península por una barra de arena, con varios canales que la conectan con el mar y con la laguna Yalahau.
Su población estable apenas llega a los 2.000 habitantes, pero en temporada alta puede alcanzar los 20.000 visitantes, demasiados según muchas voces críticas para los recursos con los que cuenta la isla.
Holbox es parte de la reserva de la biosfera y Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, creada por el gobierno federal como área de protección en 1994.
Es accesible por vía marítima desde el puerto de Chiquilá. Dentro de la isla no hay pavimento y apenas hay algunos automóviles. Todas las calles son de arena, lo que permite el desplazamiento peatonal. Los medios habituales de transporte son los carritos de golf eléctricos o de gasolina y la bicicleta.
Con una economía basada casi completamente en la actividad turística, una de las tradiciones principales de los habitantes de Holbox es la pesca de la langosta. En los restaurantes locales podrás degustar numerosos platillos elaborados con tal manjar, como la pizza de langosta.
Las limitaciones del lugar han hecho que, en vez de los clásicos resorts de las costas de Cancún, proliferen los hoteles boutique, cabañas rústicas y bungalows.