Feria de Abril 2024: manual básico para viajeros, curiosos… e intrusos

Te desvelamos las claves para vivir, sentir y disfrutar de la Feria de Abril, la madre de todas las ferias, —casi-casi— como un sevillano más.
Cartel del centenario de la Feria de Abril Sevilla
Buyenlarge / Getty

Es llegar la primavera y que Sevilla luzca exultante para deleite de visitantes y locales: el azahar impregna cada pequeño rincón, el sol luce intenso allá arriba, los bares se atestan de personas... y el buen ambiente reina en la ciudad. Es entonces también cuando las marchas de Semana Santa se desvanecen en el aire y en Sevilla el cielo se viste de farolillos para dar la bienvenida a su fiesta grande: la Feria de Abril 2024, amigos, ¡ya está aquí!

Y eso quiere decir que, entre el domingo 14 y el sábado 20 de abril, se hará tangible ese cachondeo y esa alegría con la que solo los del sur son capaces de enfrentarse a la vida. Porque en Sevilla, cuando quieren, saben bien cómo armar un buen jaleo.

Así que, si te está rondando la idea de unirte al sarao, es menester que tengas un par de cositas en cuenta. Porque querido, quítate de la cabeza eso de plantarte así como quien no quiere la cosa en medio del Real —primer concepto a aprender: así es como se le llama popularmente al recinto ferial— dispuesto a colarte en la caseta de turno y hartarte de rebujito. No-no-no, echa el freno: si lo haces así, probablemente acabes frustrado y con un buen disgusto encima. Pero tranquilo, porque para eso estamos nosotros: te brindamos las nociones básicas —porque te queremos feliz y contento— que todo feriante de pro debe conocer. Toma nota, que nos lo agradecerás.

Feria de Abril de Sevilla.

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DE PRIMERO DE FERIA

Es básico y fundamental que entiendas una cosa: la feria de Sevilla funciona, en un 98%, a partir de casetas privadas. Es decir: cada caseta está financiada por un número de socios que pagan religiosamente una cuota año tras año para, llegada la fiesta, tener su propio espacio. Una especie de “casa” para la que, en ocasiones, llegan a aguantar hasta 30 años en lista de espera, en la que recibir y agasajar a tantos amigos y conocidos como les apetezca.

Por eso mismo, aquello de plantearte vagar libremente por el recinto sin invitación alguna, puede acabar en desastre: obviamente, no puedes pretender colarte en la casa de desconocidos by the face. Eso sí: si el cuñado del tío segundo del primo de un amigo de tu infancia tiene caseta, ya sabes a quién te tienes que arrimar: si de algo van sobrados los sevillanos, es de hospitalidad.

Sin embargo, si no tienes a quién darle el toque, aún no lo tienes todo perdido: la feria sigue contando con un buen puñado de casetas amplias de entrada libre y gratuita —la de los distritos de Sevilla, asociaciones o sindicatos, por ejemplo— donde no te pondrán ninguna pega a la hora de llevar a cabo tu cometido. El ambiente suele ser bien diferente, sí, pero a caballo regalado… ya sabes.

El pescaíto frito va de ser feliz.

Jesús Terrés

EL PESCAÍTO: VÁMONOS QUE NOS VAMOS

Vale: es el gran día. El sábado 30 de abril se inaugura oficialmente —oficiosamente, probablemente, ya lo haya hecho unos días antes— la Feria de Abril, y lo hace con la mítica cena del Pescaíto y el tradicional Alumbrao. Una noche en la que, hasta las 12 de la madrugada, las casetas están abiertas exclusivamente para aquellos socios que hayan reservado su plaza y en la cual se sirve, eminentemente, pescado frito —claro—. Aquí no hay traje de flamenca que valga —recuerda, ni de sevillanas ni de gitana, por favor—, sino el outfit más elegante que tengas en el armario. Eso sí, sin pasarse, que tampoco nos vamos de cotillón. Los hombres, de chaqueta y corbata o, al menos, de chaqueta y camisa: la apertura del Real bien merece el ponerse de gala, faltaría más. En los pies, por favor, elegancia acorde a la vestimenta: olvida las zapatillas.

Como si de las Cenicientas de turno se tratase, todos comidos y listos al llegar las 12 campanadas porque es el momento esperado: las más de 200 mil bombillas del Real se encienden de una vez y a partir de ahí, todo es jauja. Eso sí: habrá que ir dosificando energías, que la feria es muy larga y después, querremos aguantar.

Real de la Feria, Feria de Abril, Sevilla.Getty Images

LLÁMAME Y… ¿NOS VEMOS?

Inaugurada la feria, comienza la fiesta. A partir del domingo la ciudad se convierte en una pasarela constante de flamencas y acompañantes luciendo sus bellos modelitos a cualquier hora del día. Coches de caballos engalanados por doquier. Farolillos hasta en los balcones. Sevillanas sonando las 24 horas del día. Así es la Feria de Abril, ¿qué te podemos decir?

Pero resulta que cuando llegas al Real preparadísimo y pretendes llamar a tus amigos para ver por dónde andan… no hay cobertura. ¡Pues claro! Olvídate de las comunicaciones fluidas en plena feria, ten en cuenta que en el mismo recinto hay concentradas cientos de miles y miles de personas, cada una de ellas con su preciado teléfono móvil en el bolsillo intentando hacer lo que tú: encontrarse con su grupete. La mayor parte del tiempo dirás bye bye a la conexión: no te extrañes si el Whatsapp estalla una vez regreses a casa.

¿Otro fail de novato? Quedar directamente en la portada —que este año, por cierto, ha sido diseñada por el arquitecto italiano Davide Gambini, afincado en Sevilla desde 2017, y recrea el Pabellón Mudéjar del Parque de María Luisa—. Pero, pero… ¿cómo se te ocurre? Esa inmensa estructura que hace de puerta oficial de la feria es el lugar en el que se han citado doscientos millones de personas además de ti, así que, verle el pelo a tus colegas, será como buscar una aguja en un pajar. Anda, sé original, o lo tendrás crudo.

Feria de Abril, Sevilla.Miguel Pereira / Getty Images

EL DRESS-CODE: ESE GRAN DILEMA

Vayamos al grano: ¿Qué se pone uno o una para ir a la feria y no desentonar? Y sí, relee: “no desentonar”. Porque a la feria puedes ir vestido como te de la real gana, faltaría más. Ahora, si quieres mimetizarte con el entorno y hacer las cosas de “sevillanas maneras” —además de asegurarte de que no te echen para atrás en ninguna caseta donde puedan ser algo más quisquillosos—, está bien que tengas algunos tips en cuenta.

Para ellas, lo más cómodo —aunque a priori pueda parecer lo contrario— es plantarse un traje de flamenca y tirar milla. ¿Para qué te vas a volver loca pensando en el modelito adecuado cuando con tu vestido vas a ir encantada? Además, un detalle extra: bajo el traje es superlícito llevar unas cómodas cuñas de esparto que te permitirán aguantar las horas que hagan falta dándolo todo. Ir sin traje pero elegante supondría ir en tacones: a ver cómo haces para que tus pies sobrevivan al albero de la feria, a los kilómetros caminados de caseta en caseta… y a la vuelta a casa —de esto ya hablaremos luego—.

La Giralda de Sevilla.imageBROKER / Peter Schickert / Getty

Además, lo sabes de sobra: no hay mujer que no esté guapa con un traje de flamenca. Y si no tienes traje propio, siempre puedes pedir prestado uno a alguna amiga local o comprarte el tuyo propio —hay tiendas que ofrecen trajes a precios muy competitivos—. Incluso, como última opción, puedes alquilarlo. Si quien no se vuelve flamenca es porque no quiere.

Y ya que estamos, recuerda: la flamenca mejor con el pelo recogido, la flor bien arriba —y cuanto más grande, mejor— y unos buenos pendientes. Nada de bolso —para eso ya está el bolsillo secreto del traje, ese que te hará acabar la feria con un buen cardenal en la espinilla— y siempre, siempre, ponte mantoncillo. Eah, ahora sí.

Los hombres, por su parte, lo tienen fácil: repiten outfit. Lo más acertado es llevar pantalón con camisa y chaqueta. Y si le añades la corbata… ya estarás fetén.

Cartel del centenario de la Feria de Abril, Sevilla (1948). Ilustración de Newell Convers Wyeth.Buyenlarge / Getty

ORGANISATION: SÉ CAPAZ DE ORIENTARTE

Admitimos que la feria, con todo el jaleo de gente, con las casetas —en 2024, ni más ni menos que 1057— que se parecen todas entre sí, con el meneo de coches de caballos… y con los litros de rebujito/manzanilla que vas a ingerir, puede llevarte a la desorientación. Así que quédate con esto: el Real funciona como una miniciudad, con sus nombres de calles —siempre de toreros: Ignacio Sánchez Mejías, Gitanillo de Triana, Juan Belmonte…— y sus casetas numeradas —los pares a un lado, los impares al otro—. Muchas, a su vez, tienen nombre para que sean más fácilmente reconocibles. Y ojo, porque no suelen escatimar en ingenio: te puedes echar unas buenas risas.

Entre toda la marabunta, varias localizaciones más que te servirán para situarte. Empezando por la calle del Infierno —que en realidad son varias—, donde se hallan todas las atracciones de feria. Y a propósito, grábate en la mente lo siguiente: aunque a las 3 de la madrugada te parezca una brillante idea montarte en el Barco Vikingo tras todo un día a base de rebujito, no, NO LO ES.

Te sorprenderá saber que existe una caseta para niños perdidos, e incluso una para arreglos de costura —quién no se ha enganchado alguna vez el traje a una esquina, ¿eh?—. En uno de los extremos del recinto, un puñado de casetas en torno a una especie de plazuela son la última parada antes de irse a dormir: allí están los buñuelos con chocolate que te ayudarán a llegar a casa un pelín menos perjudicado. ¡Y saben a gloria!

Rebujito en la Feria de Abril, Sevilla.Cristina Quicler / Getty

EL MENÚ DEL FERIANTE

Que sepas que no hay jamón, ni croquetas, ni montaditos, ni puntillitas, que sienten tan bien como los que te comes en la feria. Mucho menos, el caldito de puchero que te tomas a altas horas de la madrugada. A partir de ahí, el nivel gastronómico sube —o baja, que haber, hay de todo— dependiendo de lo que el catering de la caseta de turno se lo haya querido currar.

Para acompañar a lo sólido, la mítica jarra de rebujito —mezcla de manzanilla con 7Up— o, para los de hígado entrenado, manzanilla a palo seco. Mucho cuidado con ir empapando el líquido en comida constantemente, si no la cosa puede acabar muy mal. Y no pienses en la resaca del día siguiente, ya te ocuparás de ella llegado el momento. Los precios en el Real, eso sí, no suelen ser demasiado baratos, pero una semana, es una semana.

Toda caseta que se precie suele contar en determinados momentos del día con su grupete de música en directo. Recuerda que lo que suena en la feria son sevillanas, así que búscate un tutorial en Youtube y ve practicando. En cuanto lleves unas horas en el Real, ya te decimos nosotros que el arte, ese que ni sospechabas tener, te saldrá del alma. No te cortes, que lo de menos es bailar bien. Tú ponle ganas y listo.

SevillaAlamy

HORA DE VOLVER A CASA

Llegará ese momento, por mucho que lo quieras retrasar. Y de repente serás consciente de que varios miles de personas más han agotado sus fuerzas al mismo tiempo que tú: la cola para coger un taxi llega hasta casi los confines de Sevilla. Aquí llegará el momento de tomar una importante decisión: echarle valor y unirte religiosamente a la fila; hacer lo propio, pero en las paradas de lanzaderas de autobús… o comenzar a caminar. Créenos: muy posiblemente sea con esta última opción como llegues antes a casa.

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