El Faro Unkempt Houses: un hotel hogareño, un puerto ballenero y una aldea ignota

El pasado pesquero de la zona, el lujo de los detalles y la calma del campo se dan la mano en un alojamiento en el que tres hermanos buscan transmitir los recuerdos de su infancia.
Faro Unkempt Houses Asturias
Pedro Mon

Dice un estudio que las vacas tienen visión dicromática y que ven una gama completa de dos colores, por lo general, el verde y el azul. Que no consiguen definir bien las distancias, pero que sí pueden apreciar el horizonte. Y que su oído es mucho más sensible que el de las personas.

Cuando se llega a El Faro Unkempt Houses, en el número 19 de Aldea de Villar, uno entiende que la naturaleza es sabia y que, con esos sentidos tan básicos, no hace falta mucho más. Ni a las vacas que se contonean en sus cercados ni a los clientes que van a parar a este rincón del paraíso que deja claro a primera vista que aún no ha sido descubierto.

El Faro de Unkempt.Pedro Mon

¿POR QUÉ RESERVAR?

Porque –aunque suene tópico – si hay algo real en este remoto paraje de la Punta de Tazones es la paz que llena el tiempo y el espacio. Aquí se viene a seguir un barco con la vista mientras el mar se funde con el cielo, a recorrer caminos sin saber dónde irán entre eucaliptos y helechos que juegan con el viento y, con un poco de suerte, a olvidar en qué día de la semana se vive.

Porque la sensación acogedora de hogar que transpiran los seis apartamentos de esta coqueta casa es perfecta para su filosofía de animal and children friendly, que evidencia que las emociones y los recuerdos son más bonitos si son compartidos. Aquí el clima no es un problema. El sentimiento de refugio y la calidez que aporta cada detalle hacen que no importe que llueva o truene si se puede encender la chimenea y disfrutar de un libro y un café. Si brilla el caprichoso sol asturiano, sus terrazas y los paseos entre las casas y campos de alrededor serán la mejor forma de disfrutarlo.

El Faro de Unkempt, chimenea en una de las habitaciones.Pedro Mon

A escasos kilómetros, Tazones y Villaviciosa ofrecen todo lo que complementa a este entorno rural: pequeños restaurantes donde degustar sus delicias tradicionales, antiguos puertos balleneros donde escuchar viejas historias, calles donde se palpa el sosiego de un día a día más lento que el de la ciudad y playas únicas que bailan con las mareas atravesadas por quienes no temen al frío.

LA ZONA

Dos hombres se afanan sobre un andamio en la casa frente al hotel para acabar de renovar el tejado. “Mira qué nubarrón vien de allí largo”, exclama uno al otro. Son las diez de la mañana y a lo lejos se escucha la cancioncilla del afilador, que se pierde sin adentrarse siquiera hasta allí. Pronto pasa otro vecino e intercambian cuatro frases sobre el ganado. Después de eso, vuelve el silencio para hacerse dueño del espacio y dejar paso al susurro de la hierba.

Aldea de Villar, a escasos metros del Faro de Tazones –aún en funcionamiento– y ubicada en la punta del mismo nombre, es apenas un conjunto de casas y un puñado de vecinos que tiene la naturaleza como principal atractivo y la virtud de haberse sabido mantener en calma a pesar de la belleza que la rodea. Ya sea a través de la ruta del Azabache –PR.AS-199–, que rodea el hotel, o a unos minutos en coche, la visita a Tazones es obligada si se quiere conocer más sobre la cultura, el arte y la historia de la pequeña población y, ya de paso, degustar un arroz con bugre o una sopa de pixín.

El pasisaje asturiano en Unkempt.Pedro Mon

No muy lejos de allí, las suaves arenas de la playa de Rodiles, en la ría de Villaviciosa, invitan a hundir los pies mientras parejas y niños hacen equilibrio entre las rocas y un grupo de surferos espera el momento oportuno para domar las olas. Antes de alejarse hacia el encanto de pueblos como Lastres o Poreñu, vale la pena perderse por la carretera de pequeños núcleos como Oles o Llames, en los que los frondosos pinares jalonan las carreteras y se turnan el protagonismo con terneros y ovejas, además de manzanos, el fruto estrella de la zona.

EL HOTEL

Rafael, Fernando y Pelayo son los nombres tras El Faro Unkempt Houses, esta coqueta construcción que se amolda a la pequeña aldea. Vinculados al paisaje costero asturiano desde su infancia y enamorados del estilo de vida de la región, los tres hermanos recuerdan aquella tarde de verano en la que nació el proyecto. Dando un paseo por el faro de Tazones y la Aldea de Villar, se prendaron del ritmo de vida suave, las coloridas hortensias adornando las puertas y los prados donde las vacas sueñan con colores. Pero, sobre todo, se enamoraron de aquella sencilla casa en venta a un lado del camino en la que decidieron crear algo muy especial.

Panorámica de El Faro Unkempt Houses, Asturias.Mari Carmen Duarte

La antigua construcción y su cuadra comenzaron en 2018 su transformación en un edificio nuevo que ha respetado la estructura y la forma del original y la arquitectura típica de la zona, con cubierta a dos aguas. Además, para homenajear el pasado de Tazones como puerto ballenero, sus dueños decidieron dar a cada una de las estancias el nombre de diferentes especies de cetáceo que habitaban el mar Cantábrico: glacial, zifio, jibarte, calderón, rorcual y marsopa.

El faro, como le apodan sus creadores, es una casa cuidada y creada con especial atención en los detalles, un manifiesto del ideal de construir sin destruir. Unkempt – que significa algo así como un estilo desenfadado y aesthetic – es un término que trata de captar la calidez, el carácter y la imagen amable y sincera de lo que trataron de construir como un hogar. Los seis apartamentos, distribuidos en dos plantas con capacidad para doce adultos y cinco niños, se unen por medio de un hall que ocupa el espacio que separaba antaño las dos construcciones.

Habitación en El Faro de Unkempt.Pedro Mon

ESTILO Y DECORACIÓN

La serenidad, el sosiego y la sencillez son las marcas de la casa. Las habitaciones, decoradas en tonalidades neutras y detalles en color verde agua inspirados en el mar o en color tierra, con la puesta y la salida del sol como referencia, se distribuyen en un salón dormitorio que puede separarse en dos espacios gracias a un sistema de cortinas que dotan de intimidad. Mientras algunos de los apartamentos disfrutan del agradable calor y la imagen de una chimenea – el rincón más especial en los meses de frío, según confiesan sus dueños –, otros tienen en su terraza y en el jardín, diseñado por la paisajista Cristina Matossian, su mayor punto fuerte.

Los aromas, texturas y colores se cuidan al milímetro y vienen de la mano de piezas icónicas, como las alfombras de Gan Rugs por Gandía Blasco o el sofá Mags soft de Hay. En el exterior, marcas como Viva Madera o Isimar son las encargadas de dar un toque rústico a los amaneceres frente al Cantábrico o a las noches siguiendo los destellos del faro. En el interior, profesionales del diseño, como son Trébol, Casual, Sancal u Omelette, acaban de poner la guinda a la comodidad, la suavidad y el placer visual de los huéspedes.

Desayuno en El Faro de Unkempt.Pedro Mon

DESAYUNO

Un mensaje llega al teléfono. El desayuno ya está en la puerta. Parece arte de magia, pero al abrir la puerta del apartamento, una pequeña cesta de mimbre espera sobre un taburete a ser descubierta. Este servicio, uno de los que El Faro Unkempt Houses ofrece como plus para hacer de la estancia una experiencia más especial, viene a dar los buenos días de la mejor manera posible. Entre los productos –artesanales y procedentes de un obrador local – se cuentan mermeladas, fruta fresca, diferentes panes, zumo, leche, café, bollería, embutido y queso.

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Después de desplegar el contenido de la cesta sobre la mesa y hacer las rigurosas fotos que requiere tal menú – a poder ser, con una de las cámaras Fujifilm instantáneas que se pueden alquilar durante la estancia, para hacerlo más chic – toca degustar. Mientras se busca el calor del café con ambas manos alrededor de una de sus grandes tazas en una de esas butacas que cualquiera se llevaría a casa, es cuando uno se da cuenta de que este es uno de esos lugares que crean recuerdos de los que la nostalgia tirará en unos años para llevarnos de vuelta a una de las aldeas más especiales de Asturias.

La cesta del desayuno en El Faro Unkempt Houses, Tazones.Mari Carmen Duarte

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