BOS-COS: pasado y presente se abrazan en este refugio sevillano

Así es esta casa patio centenaria transformada en cuatro elegantes alojamientos de los que —ya te lo advertimos— no querrás salir.
BOSCOS Sevilla
Febrero Studio

El silencio, la calma. Probablemente sea lo primero que sorprende al traspasar el enorme portón de madera que da acceso al patio central de BOS-COS, este conjunto de cuatro apartamentos de diseño que funcionan a modo del tradicional hotel boutique. Y destacamos el silencio, sobre todo, porque ojo a donde nos encontramos: en plena plaza de San Juan de la Palma, a un salto de las afamadas Setas hispalenses y no tan lejos de la popular calle Sierpes, tenemos de vecinos, nada menos, que al Palacio de Dueñas. O sea: estamos en el mismísimo centro de Sevilla.

Tras esa primera revelación, llega, eso sí, una mirada más minuciosa: ojeamos a nuestro alrededor y nos embriaga la belleza del conjunto, que resulta delicada, sin estridencias. Porque BOS-COS es un ejemplo del tipo de elegancia que nos gusta: sencilla, natural, amable. De las que convierte un alojamiento en un lugar acogedor. En casi, por qué no decirlo, en un hogar. Qué dices, ¿entramos?

BOS-COS Sevilla.Febrero Studio

EL CONTEXTO

El cerebro —y el alma— tras este pequeño oasis hispalense tiene nombre propio: Febrero Studio lo forman Mercedes González y Jesús Díaz, ambos arquitectos y ambos antiguos estudiantes universitarios en esta misma ciudad, donde se conocieron. Él, sevillano; ella, del Puerto de Santa María (Cádiz), tras pasar una temporada en estudios de arquitectura repartidos por el mundo —Brasil y Londres, entre otros—, se reencontraron hace unos años en Madrid, donde decidieron plantar la semilla del que sería su propio proyecto. Ahora, también cuentan con oficina en Marbella. ¿Que por qué lo bautizaron como Febrero? “Siempre quise tener un perro que se llamara así, pero nunca llegó. Así que, ¿por qué no ponérselo a la empresa?”, nos desvela por teléfono Jesús. Y, oye, nos encanta.

Acostumbrados a liderar proyectos que abarcan desde casas a hoteles, restaurantes o tiendas, se pusieron al mando de BOS-COS hace unos años con especial ilusión. La razón es que, en este caso, se trata de una apuesta personal de Jesús, a la que se lanzó junto a su familia y su pareja: una antigua casa de comienzos del siglo XX en su ciudad natal sería el escenario perfecto para hacer realidad uno de sus sueños. Así, comenzó la transformación.

Pero no lo tuvieron fácil. O, al menos, tan fácil como esperaron en sus inicios. La normativa en cuanto a la conservación del patrimonio fue más puntillosa de lo imaginado, lo que les llevó a reformularlo todo en varias ocasiones hasta dar con la tecla. Del edificio originario solo queda una parte, mientras que una segunda zona de BOS-COS tuvo que ser demolida al completo y reconstruida absolutamente nueva.

BOS-COS Sevilla.Febrero Studio
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EL CONCEPTO: UN NO-HOTEL

¿Cómo dar sensación de hotel, sin serlo? ¿Cómo transmitir la hospitalidad de este, y a la vez favorecer que la privacidad sea lo que gobierne la experiencia? Ese fue el reto que se propusieron Jesús y Mercedes a la hora de dar forma al alojamiento y que, sin duda, han logrado cumplir con creces.

Lo notamos desde el instante en el que recibimos el mail de bienvenida al hacer la reserva, cercano y claro, con las indicaciones para hacer el check-in de manera autónoma. También cuando, ya en BOS-COS, nos adentrarnos en nuestro apartamento, el número 4: accedemos desde la planta baja del propio patio interior, en el que, como en cualquier casa andaluza que se precie, todo confluye.

Pero, es traspasar la puerta, y que todo el universo quede atrás. “Intentamos que sea un sitio que transmita sensación de hogar, de no estar en un hotel al uso. Al final la gente que busca apartamentos turísticos no busca un hotel, por eso intentamos que cada uno de ellos tuviese su toque personal. En cada uno hay muebles antiguos diferentes, por ejemplo. Pero, a la vez, buscamos elementos que se repitieran, como los cabeceros, que te llevan de nuevo al mundo del hotel”, nos cuenta Jesús.

BOS-COS Sevilla.Febrero Studio

Recorremos las estancias y, a cada paso, una sorpresa: amplio, agradable, nuestro hogar por unos días cuenta con dos habitaciones enfrentadas, cada una con su propio baño, y una segunda planta con un espacio diáfano en el que se unen cocina, comedor y salón. Siempre con ventanas, una vez más, al patio, aliado de esta historia.

El formato dúplex se repite en los cuatro apartamentos y, aunque el nuestro no cuenta con piscina privada, los otros tres sí disponen de ella: un rincón más en el que aprovechar para refrescarse o tomar el sol en la intimidad tras jornadas de paseos por Sevilla.

BOS-COS Sevilla.Febrero Studio
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CUIDADO POR EL DETALLE

Antes de que nos dé tiempo a pararnos en el mobiliario, somos conscientes de que el conjunto, sus detalles, funcionan como un todo. “Lo que más disfrutamos del proceso es el inicio. El encontrar el concepto con el que queremos jugar. Darle forma al proyecto: inventar”, afirma Jesús.

Notamos que cada decisión ha sido pensada al milímetro para que, gracias al minucioso trabajo de diseño, nos sintamos cómodos en BOS-COS desde el primer instante. ¿Por ejemplo? Gracias a los materiales y tonalidades utilizados, que hacen un sutil guiño a todos aquellos relacionados con Sevilla ya presentes tradicionalmente en la arquitectura de la ciudad. Eso sí, en un formato más moderno.

Y hablamos, sobre todo, del barro, apreciable en el pavimento de la casa, pero también en los azulejos hidráulicos de las paredes de los baños, que fueron elegidos imitando ese mismo formato: es la alusión a esta tierra, a sus orígenes. También del mortero de cal, del latón natural o del mármol Travertino.

“Intentamos que siempre todo tenga un sentido, y este tipo de materiales usados tradicionalmente en la arquitectura sevillana funcionan muy bien en el entorno”, apunta Jesús.

BOS-COS Sevilla.Febrero Studio
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La sobriedad de las líneas rectas, los tonos neutros, orgánicos, se rompen absolutamente con otros detalles que nos encantan: las antiguas vigas y las enormes tuberías del aire acondicionado están a la vista y pintadas en naranja, haciendo de contrapunto ideal a las maderas más oscuras de muebles o cocina. El arte también reclama su protagonismo vistiendo paredes o decorando rincones —¿podemos llevarnos el cuadro modo Tetris del salón a casa, por favor?—. Muchos de estos, por cierto, son obra del propio Jesús.

Si nos centramos en los textiles, por otro lado, son los colores claros y naturales los que salpican los espacios, incluso haciéndose fuertes donde menos se les espera: vemos cortinas en los armarios, que carecen de puertas —son, por cierto, de James Malone—, pero no en las ventanas, donde encontramos contraventanas para que se mantenga el juego con el patio interior.

Muchas piezas del mobiliario las escogieron en mercadillos de segunda mano y las restauraron. Ahora, lucen esbeltas junto a otros clásicos del diseño, combinando a la perfección y otorgando carisma al lugar. ¿Entre ellos? Lámparas de Nessino, atractivas piezas de cerámica, sillas de enea o elegantes mesas de mármol. Las cocinas están absolutamente equipadas con todo tipo de utensilios. En la terrazas, las macetas artesanales y los tejidos a rayas nos enamoran: cómo se nota el gusto y cariño puestos a cada rincón.

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VUELTA A LA REALIDAD

Pero incidamos en algo que, a la hora de viajar, resulta clave: recordemos que nos encontramos en pleno centro de Sevilla, lo que supone tener algunos de los lugares más aclamados al alcance de la mano. Así que, salgamos de nuestro oasis particular y hagamos un resumen de lo que podemos hallar a apenas un par de manzanas a la redonda.

Por ejemplo, bares con solera como el Bar Dueñas, donde tapear al estilo más tradicional, o La Cacharrería, en la calle Regina, cuyos desayunos suelen situarse en los rankings de los más deliciosos de Sevilla. También, a menos de 300 metros, El Rinconcillo, famoso por ser uno de los bares más antiguos de la ciudad: fundado en 1670, fue famoso por tratarse del refugio de las cuatro pés: policías, prostitutas, poetas y periodistas. No hay que irse de allí sin probar su pavía de bacalao ni sus espinacas con garbanzos.

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Pero hay más: porque ahí están, ya lo mencionamos más arriba, el Palacio de las Dueñas, del siglo XV, abierto al público para visitas guiadas, o las Setas de Sevilla, la estructura-mirador en madera más grande del mundo, obra del alemán Jürgen Mayer. Las vistas desde arriba al atardecer son de las más valoradas de Sevilla.

Aunque, para acabar el día, nada como regresar a nuestro hogar temporal. Nuestro particular refugio de diseño con acento andaluz.

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