Atenas por primera vez

Si nunca antes has pisado Atenas, estás de suerte: jamás imaginaste que esta ciudad milenaria podría seducirte así.
Que ver en Atenas
Scott E Barbour

Grandiosa, exultante, majestuosa. También histórica, deslumbrante o altiva: cualquiera de estos adjetivos podría valernos para describir, en una palabra, la capital helena. Y, ojo, que se nos ocurren algunos más: democrática, filosófica, artística. Porque aquí, precisamente en este rincón del mundo, tuvo su origen la civilización occidental. Aunque, si somos honestos, comenzar este reportaje hablando de la grandiosidad de Atenas y de sus bondades tampoco tiene nada de original. Es decir: sí tú, querido lector, nos espetas un, “¿de verdad no se os ocurre ninguna otra manera de describirla?”, estarías en todo tu derecho. Pero es que las verdades, cuando son tan aplastantes, no importa repetirlas hasta la saciedad.

Dicho esto, seamos claros: plantarse por primera vez en Atenas supone un stendalhazo con todas las de la ley. Una bofetada de belleza de esas que te provocan mantener los ojos bien abiertos y la mente funcionando a mil por hora sin querer perderte nada. Porque aquí los estímulos no paran: las calles abarrotadas, las terrazas colmadas de encanto, los restos arqueológicos cada dos pasos, el cielo claro y azul, el tráfico, las risas, las conversaciones a viva voz, los edificios que hablan a gritos de un pasado incomparable... y el Partenón, ese todopoderoso templo que todo lo ve y que todo vigila desde la Acrópolis, su pedestal de piedra. El responsable de que Atenas bulla y palpite desde hace siglos como solo ella sabe hacerlo.

LA MEJOR PRIMERA VEZ

La primera vez que te enfrentes al que es, sin duda, el gran símbolo de la civilización griega, será muy probablemente desde la calle. Al torcer cualquier esquina, de repente, lo verás ahí arriba, encaramado desde hace siglos a la inmensa colina sagrada. Sin embargo, haznos caso: en el momento en el que compruebes que puedes disfrutar de esa maravilla del mundo antiguo que es la Acrópolis desde tu propia habitación de hotel, el placer superará todo lo imaginable.

La gran obra de la Acrópolis: el magnánimo Partenón.Unsplash

Por eso te proponemos hacer check-in en el glamuroso NJV Athens Plaza, la joyita que Preferred Hotels & Resorts posee en la capital helena. Un simpático botones te dará la bienvenida a este cinco estrellas situado en plena Plaza Síntagma, epicentro de todo lo importante que ha venido sucediendo en la ciudad en el siglo XXI –y hogar, también, del Parlamento, ese que custodian peculiares guardias con zapatos de pompones—. Una vez dentro del hotel, un amplio vestíbulo te dará alguna que otra pista de lo que te espera: aquí todo, hasta el detalle más pequeño, está pensado para que disfrutes.

Y hablamos de, por ejemplo, el diseño de corte contemporáneo con líneas simples y elegantes que convierte el lugar en un rincón de lo más acogedor. Tu casa durante unos días brilla con luz propia gracias a sus relucientes baldosas, a sus columnas de mármol, a sus lámparas acristaladas y a su coqueta biblioteca semiescondida en el entresuelo. También a la tentadora carta de sus restaurantes (The Parliament y el Explorer's Bistro), en los que volverte loco probando los sabores de Grecia.

De sus 180 habitaciones, lo mejor se halla en la sexta planta: allí te espera esa suite con la que, no lo sabías, pero llevabas soñando toda tu vida. Amplia, diáfana, con amenities que harán de tu estancia la mejor de las experiencias. Alcanzarás el éxtasis total al salir a tu terraza privada, porque sí, querido: allí mismo, casi al alcance de tu mano, estará esperándote la Acrópolis para lucir todo su esplendor.

Instagram content

This content can also be viewed on the site it originates from.

PRIMERA VEZ EN EL CORAZÓN DE ATENAS

No vamos a hacerte sufrir: sin duda, la Acrópolis deberá ser tu primera parada en tu estreno en la ciudad. Y la visitarás —porque esto es de cajón—en compañía de cientos, miles de turistas, que buscan con ahínco el selfie perfecto frente al monumento. No temas: tú, a lo tuyo.

Ver fotos: 16 cosas increíbles que tienes que hacer en Atenas más allá de los clásicos

Tendrás que subir hasta lo más alto de la colina en un paseo que te llevará a descubrir otros tesoros milenarios. Ahí estará el teatro de Dioniso, el más grande de la Antigua Grecia y al que, todavía hoy, se le sigue dando uso. También, desperdigados a un lado y a otro del camino, restos de templos, esculturas y edificios del pasado que reclaman su protagonismo.

Los Propileos siguen haciendo de puerta de entrada al gran monumento: en cuanto subas las últimas escalinatas y las atravieses, todo lo que has imaginado a lo largo de tu vida sobre el Partenón, se esfumará. Su descomunal tamaño, su inigualable hermosura... superarán lo esperado.

Disfruta también del Erecteion, que reconocerás por sus populares Cariátides.Unsplash

Pero disfruta también del Erecteion, que reconocerás por sus populares Cariátides a modo de columnas: las originales, eso sí, se hallan repartidas entre el Museo de la Acrópolis y —cómo no— el Museo Británico de Londres. Antes de admirar las vistas desde cualquiera de los miradores, párate frente al Templo de Atenea Niké los minutos que hagan falta e imagina cómo sería la vida cuando todo lo que tienes frente a ti se encontraba, reluciente y decorado con pintura de colores, en su época de esplendor.

Para hacer la experiencia redonda, no dudes ni un solo segundo en visitar el Museo de la Acrópolis, a apenas 300 metros de distancia y otro absoluto imprescindible. Ubicado en un edificio vanguardista, recorriendo sus tres plantas y los restos de la antigua ciudad expuestos bajo cristaleras en la parte más baja, entenderás los cómos y porqués de todas esas vicisitudes que llevaron a este glorioso enclave a convertirse en lo que es hoy.

UN CONSTANTE VIAJE AL PASADO

Es lo que tiene esta fascinante urbe, que mires donde mires, estés donde estés, te toparás incesantemente con restos y más restos arqueológicos. Te proponemos que continúes tu periplo histórico por el Ágora, probablemente el segundo lugar más importante de lo que queda de Grecia Clásica. Aquí sucedía todo lo importante relacionado con la vida social, política y comercial en aquel entonces, y aunque tampoco es que hayan resistido demasiados edificios —los persas arrasaron con ella, fue reconstruida y vuelta a destruir por los érulos—, sí hay uno, el Templo de Hefesto, que compensa todo lo demás.

El templo de Hefesto o Hefestión.Getty

Se encuentra levantado en una colina en el interior del propio recinto y gran parte de sus columnas continúan resistiendo al paso del tiempo incluso casi 2500 años después de su construcción. Al otro lado, la reconstruida estoa, que albergó comercios por aquel entonces, es hoy sede del Museo del Ágora, que bien merece la visita.

Si sigues con ganas de ampliar tus conocimientos sobre el lado arqueológico de Atenas, no temas: prueba con los restos de la Biblioteca de Adriano, con el Ágora Romana o con el Arco de Adriano. Sin olvidar, eso sí, el Estadio Panathinaikó: siéntete un auténtico atleta al pisar el mármol donde se celebraron los primeros Juegos Olímpicos modernos en 1986. Del original —del 330 a. de C.—, no quedó absolutamente nada.

TU PRIMER PASEO POR PLAKA

Casi que te diríamos que fuera de noche, fíjate. Porque disfrutar de las callejuelas empedradas que se reparten por la loma de la colina que hay a los pies de la Acrópolis, y hacerlo a la luz de las farolas, tiene algo como especial. Te toparás así con escalinatas y plazuelas repletas de restaurantes, de gente y de ambiente: un catálogo de lo más extenso para que puedas elegir dónde sentarte a disfrutar del simple placer de ver la vida pasar. Mientras, eso sí, degustas algún que otro platillo.

La vida fluye en el barrio de Plaka.Getty

Pero también anímate y piérdete. Ve más allá de las incontables tiendas de suvenires y de moda de estilo mediterráneo, con sus camisas vaporosas y sus faldas estampadas, y busca esas otras vías por las que no pasa nadie. Porque haberlas, ya te lo decimos nosotros, haylas. Y la paz que da el pasear por ellas contemplando allá arriba el Partenón iluminado, no tiene precio.

Sin embargo, no te quedes únicamente con esta estampa, porque no sería justo, y regresa a la luz del día. Plaka te sorprenderá entonces con cafés de los más coquetos y un buen puñado de ruinas bizantinas y otomanas que, quizás, te pasaron desapercibidas en la oscuridad.

DESCUBRE EL LADO HÍPSTER DE ATENAS… POR PRIMERA VEZ

La capital helena es extensa y difícilmente podrás visitarla en su totalidad en un primer acercamiento, aunque eso no quita que encuentres un hueco en tu agenda para darte un garbeo por Psiri, el ambientado vecindario donde la mezcla de terrazas, galerías de arte, teatros, murales y restaurantes ofrece infinidad de planes alternativos. Además, se encuentra en el centro de Atenas, a un salto de la popular Plaza Monastiraki.

Aprovecha para tomarle el pulso a la ciudad sentado en cualquier cafetería. Las hay de diseño y café de especialidad como Minu, donde además podrás hacerte de objetos hiperbonitos que llevarte a casa en su pequeña tienda. Otro rincón donde empaparte de esencia griega es Ta Karamandilika, una taberna de lo más auténtica donde sirven tablas de quesos y delicias con sello heleno. Eso sí: ve temprano, porque se llena.

Desayunos en Minu.Minu
Minu, cafetería y tienda de diseño.Minu

Continúa recorriendo las concurridas calles de Psiri, muchas de ellas decoradas con sombrillas de colores y banderolas. Muchos de los edificios que verás cuentan con bares de moda en sus azoteas, desde donde relamerte con un exquisito brunch o admirar, cóctel en mano, preciosas puestas de sol con vistas a la Acrópolis. Attic Urban Rooftop, 360 Cocktail Bar y The Artist son algunos de ellos.

Y TU PRIMERA MUSAKA

Y tu primer tzatziki, y tu primer gyros, y tu primer baklava... Puedes estar tranquilo, porque en Atenas no pasarás hambre, sino todo lo contrario: no sabrás cómo parar de comer. Porque, si de algo pueden presumir los griegos, es de contar con una gastronomía rica, sana y sabrosa.

Y para esto, nuestro particular consejo: acuérdate de Pandora, un negocio pequeñito en el número 1 de la calle Lembesi, muy cerca del Museo de la Acrópolis, y una de esas gemas que se encuentran por casualidad. Comida casera tradicional tanto para llevar, como para comer in situ: todo está delicioso, pero la musaka y el pastel de espinacas te volverán absolutamente loco. La guinda perfecta a esta primera vez en Atenas. Porque todas las primeras veces son únicas e irrepetibles. Pero hay primeras veces que, ay amigo, no se olvidan jamás.

Ver más artículos