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<p>Funcionarios policiales investigan un homicidio en URBI Quinta del Cedro, una de las nuevas urbanizaciones al sur de Tijuana.</p>
SERGIO ORTIZ/FRONTERA
Funcionarios policiales investigan un homicidio en URBI Quinta del Cedro, una de las nuevas urbanizaciones al sur de Tijuana.
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TIJUANA — El aumento en los casos de adicción a los estupefacientes y las disputas entre traficantes de drogas en la calle el año pasado fueron factores clave en el aumento de los homicidios en Tijuana, convirtiendo el 2016 en el año más violento de la historia de la ciudad, dijeron funcionarios de la ciudad recientemente.

El total de homicidios para el año llegó a 910 en Tijuana, según cifras de la Procuraduría General de Justicia de Baja California. Eso representa un aumento del 36 por ciento sobre el 2015, cuando las autoridades registraron 670 homicidios. La cifra del 2016 supera el récord anterior de la ciudad en el 2008, cuando las autoridades reportaron 844 asesinatos.

“Hay un tremendo conflicto en la calle por la venta de drogas”, dijo Miguel Ángel Guerrero, coordinador de investigaciones especiales en la Procuraduría General de Justicia de Baja California en Tijuana. “Cada día vemos más adictos, y mientras veamos más adictos habrá más consumo de drogas, más problemas y más muertes como resultado”.

Con una población de más de 1.7 millones de habitantes, Tijuana es la ciudad más grande en Baja California y tradicionalmente ha liderado el estado en homicidios. El año pasado no fue la excepción: en comparación con los 910 asesinatos de Tijuana, la capital del estado Mexicali tuvo 112 homicidios, Ensenada tuvo 85, Playas de Rosarito 80 y Tecate 77, según las cifras del fiscal general.

La violencia genera una nube de polvo sobre Tijuana, mientras la ciudad lucha por cambiar su reputación por la violencia de drogas en los últimos años, con promotores que se esfuerzan por difundir la innovación en la cocina de la ciudad, la rica vida cultural, la industria manufacturera en auge y el creciente sector emprendedor.

Aunque la cifra de homicidios es más alta que nunca, la violencia no ha hecho caer en el pánico a sus habitantes como lo hizo durante el peridoo entre los años 2008 al 2010, cuando bandas rivales de droga libraron una guerra abierta en las calles de la ciudad, dejando cadáveres mutilados y mensajes amenazantes a sus rivales por toda la ciudad. Ese fue un período en el que el dominante cartel Arellano Félix luchó contra un desafío del cartel de Sinaloa por el control de la plaza de Tijuana, un corredor clave de contrabando para llegar al lucrativo mercado estadounidense de drogas ilícitas.

“En esos años las ejecuciones tenían la clara intención de enviar mensajes de incertidumbre a la sociedad y a los grupos rivales”, dijo Victor Clark Alfaro, un activista de derechos humanos de Tijuana quien estudia el crimen organizado.

A medida que el grupo de Sinaloa fortaleció su control sobre la región, la violencia cesó durante unos años, pero luego volvió a elevarse, ya que los de Sinaloa se convirtieron en el objetivo de un grupo del centro de México, el cartel Jalisco Nueva Generación en alianza con los remanentes de los Arellano.

La violencia de los últimos años tiene un patrón diferente, siendo la mayoría de las víctimas y perpetradores de los homicidios en la ciudad miembros de menor rango en el narcotráfico, muchos de ellos adictos.

“Los líderes de los tres grupos que están presentes aquí ya no tienen control sobre el comercio callejero. Hay un enorme ejército de traficantes en las calles que ya no pueden controlar”, dijo Clark.

Las víctimas de homicidio son “personas con un perfil público muy bajo, son traficantes de drogas, no jefes de cárteles o grupos importantes”, dijo Clark.

Guerrero, de la Procuraduría General de Justicia de Baja California, dijo que del 85 al 90 por ciento de las víctimas de homicidio en el año 2016 eran traficantes de drogas en vecindarios, a menudo adictos a las drogas que vendían.

“Esto no va a terminar hasta que haya una verdadera política en términos de adicción”, dijo. “Hasta que los gobiernos en las grandes ciudades hagan algo por los adictos, esto continuará. Esto es un problema de salud, no es un problema de aplicación de la ley”.

Los homicidios en Tijuana aumentaron justo cuando el número total de homicidios en México aumentó en el 2016, “pero cada historia es local en el sentido de que la dinámica particular está jugando de manera diferente en diferentes lugares”, dijo David Shirk, profesor de ciencias políticas de la Universidad de San Diego quien ha estudiado las tendencias de la violencia contra las drogas en México.

Pero Shirk también ve el arresto en enero pasado del líder del cartel de Sinaloa, Joaquín Chapo Guzmán, como uno de los factores que impulsaron el aumento de la violencia por drogas en diferentes partes del país. Aunque “nadie está hablando de ello… tiene que significar algo en términos del reacomodo de las redes de narcotraficantes en México”.

Otro factor que atraviesa a las regiones geográficas, dijo Shirk, es “tienen que averiguar qué hacer con los hombres jóvenes de 18 a 30 años”. Aunque los grupos cívicos han trabajado duro para mejorar la reputación de Tijuana, “y hacer que la gente salga y vaya de compras y vaya a restaurantes… ¿qué hacer con todos esos jóvenes y asegurarse de que están encontrando maneras de participar en sus estudios o empleo remunerado?”, Shirk dijo. “Ese es el corazón del asunto para muchas partes diferentes de México”.

El aumento de la violencia ha llevado a las organizaciones empresariales en los últimos meses a pedir una mayor coordinación entre las agencias policiales locales, estatales y federales en el estado. Los altos números presionan al nuevo alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastelum para que elabore un plan para reducir la violencia durante su mandato de tres años.

El alcalde, quien asumió el cargo el 1 de diciembre, nombró a un nuevo secretario de Seguridad Pública, Marco Antonio Sotomayor. “Siento que está bien, tiene buena reputación, tiene todas las credenciales para hacer un buen trabajo”, dijo Roberto Quijano, abogado de Tijuana y miembro del concejo municipal. “Pero en un mes, no he visto ningún plan fuerte ni acciones fuertes para combatir el crimen”.

Quijano, quien anteriormente lideró al grupo empresarial Coparmex y ha estado activo en el monitoreo de las tendencias de criminalidad dijo que muchos crímenes han disminuido incluyendo secuestros, extorsión, robo de vehículos y robo de bancos. “Lo único que aumentó fueron los homicidios y eso sin duda está relacionado con las drogas”, dijo Quijano.

Para combatir ese problema, los residentes de la ciudad también tienen una responsabilidad, dijo Quijano. “No tenemos suficientes voces que clamen por seguridad”, dijo. “No siento que la sociedad y en particular la comunidad empresarial han sido lo suficientemente fuerte para llamar al alcalde y preguntarle: ‘¿Qué vas a hacer con esto?'”.

Dibble escribe para el U-T.

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