Este sencillo truco unifica un piso de 57 m2 y realza una (espléndida) colección de arte y muebles de segunda mano

¿Una manera fácil dar personalidad a pisos pequeños? Pintar toda una pared de un color vivo que enmarque piezas de colección y mobiliario vintage. Como en el 'pied-à-terre' de los galeristas Jérémy Pradier y Aurelién Jeauneau en París.
Salón con pared verde y obras de arte
El piso de los galeristas Jérémy Pradier y Aurélien Jeauneau: la mezcla perfecta de muebles de época y creaciones contemporáneas.© Adrien Dirand

Pisos pequeños: 57 m2 con carácter, color y buen gusto en el centro de París

Presupuesto, inversión, versatilidad… Hay muchas razones que pueden llevarte a considerar adquirir pisos pequeños, pero para los galeristas de esta historia, fue la comodidad lo que tuvo más peso. “Llevamos varios años construyendo nuestra vida entre París y el campo, y necesitábamos un pied-à-terre con urgencia, sobre todo después de la pandemia”, cuenta Jérémy Pradier, fundador, junto con Aurélien Jeauneau, de la galería Pradier-Jeauneau. Cuando por fin encontraron este apartamento de 57 m2, cerca del famoso mercado de antigüedades de Paul Bert-Serpette, necesitaba un poco de cariño: no había que hacer grandes obras, pero sí muchas reformas. Y ellos se encargaron personalmente de realizarlas. “Tenemos la gran suerte de que nuestra profesión nos obliga a acompañar a los clientes a sus casas”, apunta. Y fue así como, respondiendo a las preguntas ‘¿Dónde crees que debería ir?’ y ‘¿Quedaría mejor aquí?’, rehicieron las molduras y crearon un hilo conductor en forma de una gran pared pintada de verde que recorre un lado del piso, marcando el espacio de circulación y añadiendo color.

La cama de día, tapizada con tela de Pierre Frey y el taburete, ambos de la serie KOM de Isabelle Stanislas, son de Pradier-Jeauneau Éditions; el banco Miferma de Charlotte Perriand, proviene de su galería. Encima, una escultura Kamalu Hai de cerámica y pigmentos naturales (2022), en la galería Brazil Modernist. Delante, taburete Trèfle, de Marcel Gascoin de 1951, y en la pared, un conjunto de obras de Léo Dorfner (2018-2023) en la galería Claire Gastaud.

© Adrien Dirand

Mucho más que un ‘pied-à-terre’

La vivienda se convirtió rápidamente en un lugar para almacenar y "probar" artículos de segunda mano, un hábito que la pareja había desarrollado desde que empezaron en el negocio. "Antes de trabajar con un nuevo artista, tenemos su obra en la pared y vivimos con ella. Cuando no podemos almacenar un mueble en Paul Bert, se viene a casa. Así que para nosotros siempre es una especie de página en blanco que da lugar a un eclecticismo que se ha convertido en nuestra seña de identidad a lo largo de los años". Los muebles y los objetos llegan a la familia Pradier-Jeauneau como resultado de su gusto exquisito y son, por supuesto, fuente de intercambio de opiniones. También están las viejas revistas y archivos de Aurélien Jeauneau, historiador del diseño y las obras de los artistas con los que trabajan, que se dejan caer por allí para mostrar "cosas “. ”Este piso llega en un nuevo momento de nuestras vidas. Sabemos adónde queremos ir y sabemos qué vamos a hacer como editores, así que es un territorio que nos permite explorar todas las opciones. Está más pensado y considerado en términos de color".

La chimenea está revestida de una carcasa metálica que la transforma en consola. Encima, cerámica de la colección Volcano de Nestor Perkal. Delante, el taburete Kom de Isabelle Stanislas, de la colección Pradier-Jeauneau Éditions, un sillón Las Vegas de Pierre Guariche de 1969 y un banco Miferma de Charlotte Perriand, de la colección Galerie Pradier-Jeauneau. Sobre él, el joyero Kom, de latón patinado y madera ennegrecida, también de Isabelle Stanislas, para Pradier-Jeauneau Éditions.

© Adrien Dirand

Diálogos, giros y confrontaciones

Una antigua chimenea en la esquina del salón está ahora revestida íntegramente de metal. Para estos galeristas, apasionados de Charlotte Perriand y Pierre Guariche —pero también amantes hasta la médula de la arquitectura haussmanniana—, simboliza el giro contemporáneo que tanto les gusta. En el resto del piso, rompen el blanco con el verde más radical, hilo conductor de la vivienda desde el principio, y que cierra el espacio en el salón. “Buscábamos un tono específico, aunque, paradójicamente, no nos va mucho el color. La mayoría de los creadores con los que trabajamos proceden del diseño; Isabelle Stanislas, Axel Chay y Anthony Guerrée tienen líneas extremadamente precisas, y en el piso es lo mismo: estudiamos los ángulos y la confrontación”. En la chimenea, la pareja juega con los códigos burgueses que adoran, para desafiarlos con intervenciones más frías y radicales... Por lo demás, las piezas antiguas que coleccionan y consiguen conservar - "¡a pesar de las peticiones de los clientes!" - interactúan con creaciones contemporáneas, como la obra de Benoît Géhanne a la entrada del piso, que cuelga junto a una escultura de Soah Kim, y, más allá, piezas editadas, como el prototipo del daybed Kom de Isabelle Stanislas.

Alrededor de una mesa de Georges Robert, de hacia 1960, hay sillas de Jean-Louis Bonnant de 1958, de la Galería Pradier-Jeauneau. En las paredes, Retenue #16, óleo sobre aluminio de Benoît Gehanne (2019) y una serie de cinco esculturas de porcelana de Soah Kim (2023), también de la galería. Sobre la mesa, el frutero Volcano de Nestor Perkal para Pradier-Jeauneau Éditions.

© Adrien Dirand

Movimiento perpetuo

“De vuelta a París tras el encierro, necesitábamos un respiro, así que trabajamos en un color que teje un vínculo con la naturaleza”. Así, al verde intenso cercano al caqui que se ha convertido en su obsesión, se suma el tono más suave del dormitorio, que realza los muebles seleccionados. Como la cama de René Gabriel de los años 40 que descansa junto a un buró de Pascal Mourgue de los 80, prueba de la incansable exploración que realizan para su galería, y probablemente también, para su recién inaugurada nueva dirección en rue de Verneuil (Saint-Germain-des-Prés). Este piso es un “laboratorio” donde los propietarios desarrollan su estilo: “La decoración lo refleja, es un alegre bazar de confrontación entre lo antiguo y lo contemporáneo, prototipos, cosas que no están del todo acabadas, siempre está en movimiento”.

Colgadas en la gran pared verde que recorre un lado del piso, la obra sobre papel Refugios, de Guillaume Delvigne (2023), en Pradier-Jeauneau Éditions, y una pieza mural de roble de Marcel Gascoin de 1952 de la galería. Delante, una lámpara de pie de hormigón, obra única de Paul Perpère (2023) para Pradier-Jeauneau Éditions y una silla Mrs Frick de Philippe Starck de 1985, de la galería de los propietarios.

© Adrien Dirand

Los galeristas y editores Jérémy Pradier y Aurélien Jeauneau trabajaron solos para renovar el piso, recreando en él un espectacular juego de cornisas y molduras. El contraste entre el verde y blanco recuerda la belleza del entorno, un barrio con pequeñas casas recubiertas de hiedra. Al fondo, una lámpara de pie Les Rivières de castaño y porcelana, de Nestor Perkal (1992), de la galería Pradier-Jeauneau.

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Desde la entrada, los dueños optaron por extender la pared verde, un poco caqui, a lo largo de un lateral del piso, como un hilo que guía los pasos del visitante. Dos obras de Léo Dorfner (2018-2023) de la Galerie Claire Gastaud, se enfrentan, una colgada, la otra de pie.

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El dormitorio es de otro tono de verde, más claro. Junto a una cama de roble de René Gabriel, un taburete Trèfle de Marcel Gascoin (1951) y el mueble Face à Face de Pascal Mourgue, de 1985 (ambos de la galería Pradier-Jeauneau). En la pared, Refugios, obra sobre papel de Guillaume Delvigne para Pradier Jeauneau Éditions y un aplique de cerámica de Geraldine Cornette de Saint Cyr (2023). En primer plano, un sillón de metal de Raphael Raffel para la Universitaire d'Antony de 1955.

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A la izquierda de la cama, con ropa de Merci, un jarrón de Nestor Perkal sobre un taburete Kom de Isabelle Stanislas, ambos para Pradier-Jeauneau Éditions. Los muebles y objetos añaden sus toques de color al verde salvia de las paredes y al blanco roto del techo.

Adrien Dirand

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Artículo publicado originalmente en AD Francia