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Violencia doméstica
La violencia doméstica ocurre cuando una persona intenta constantemente controlar a su pareja a través del abuso físico, sexual o emocional. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos define la violencia doméstica como "un patrón de comportamiento abusivo en cualquier relación que es utilizado por una persona para ganar o mantener el control sobre una pareja íntima".
Contenido
La violencia doméstica puede ser física o psicológica y puede afectar a cualquier persona de cualquier edad, género, raza u orientación sexual. Puede incluir comportamientos destinados a asustar, dañar físicamente o controlar a una pareja. Y aunque cada relación es diferente, la violencia doméstica generalmente implica una dinámica de poder desigual en la que alguien intenta ejercer control sobre su parejade diversas formas.
Los insultos, las amenazas, el abuso emocional y la coacción sexual constituyen violencia doméstica. Algunos perpetradores pueden usar a los niños, mascotas u otros miembros de la familia como palanca emocional para que su víctima haga lo que ellos quieren. Las víctimas de violencia doméstica experimentan disminución de la autoestima, ansiedad, depresión y una sensación general de impotencia que puede necesitar tiempo y, a menudo, ayuda profesional para superar.
Un médico que trabaja con víctimas de violencia doméstica puede ayudar a una persona a salir de la situación, así como ofrecer apoyo psicológico.
Las relaciones abusivas pueden tomar muchas formas diferentes, como abuso físico (golpear, empujar o negar atención médica), abuso emocional (manipulación, amenazas o apodos) abuso sexual (violación, asalto o presionar a la persona para que tenga relaciones sexuales) y abuso económico (retener fondos o endeudar a alguien).
El abuso es impulsado por el deseo de control: mantener el poder en la relación y asumir una posición de superioridad. La violencia también involucra normas culturales preocupantes, particularmente en los casos de hombres que agredieron sexualmente a mujeres. La investigación también sugiere que si el cerebro percibe a la pareja como parte de sí mismo o no, también puede influir.
Hay una multitud de razones por las que las víctimas no denuncian el abuso sexual en general, y la violencia doméstica solo implica más complejidad. Por ejemplo, las investigaciones sobre la violación conyugal encuentran que muchos supervivientes no pusieron resistencia a la violencia debido al miedo a sufrir lesiones, al miedo a que sus esfuerzos fueran inútiles y al miedo a cómo esa resistencia influiría en el matrimonio.
La tecnología ha permitido a los abusadores domésticos rastrear y acechar a sus víctimas, comunicarse con ellas incesantemente y ejercer poder a través de dispositivos digitales en el hogar, como sistemas de alarma, termostatos e iluminación controlados a distancia. Estas tácticas crean una sensación de control total, inculcando miedo, aislamiento y humillación en las víctimas.
Los abusadores no son fáciles de detectar. En público, pueden parecer inteligentes, confiables y encantadores con una personalidad que atrae a la gente, pero en privado, son una pesadilla. Muchos abusadores aprenden la violencia de su familia y repiten los patrones tóxicos con su propia pareja o hijos. También son más propensos a tener problemas legales y de abuso de sustancias.
Los abusadores varones heterosexuales a menudo creen en los roles de género tradicionales, en particular que la principal prioridad de una mujer debe ser cuidar de su pareja e hijos. Tienen que tener el control y son especialmente propensos a los celos, acusando a su pareja de ser infiel sin ningún motivo o necesitando saber dónde está su pareja en todo momento.
Los abusadores a menudo aíslan a sus víctimas de la familia, los amigos, el trabajo y cualquier otra fuente externa de apoyo. Pueden tener temperamento explosivo y volverse violentos durante un episodio de abuso; después, se arrepienten y tratan de cortejar a su pareja con encanto y afecto y prometen cambiar, pero el comportamiento abusivo rara vez se detiene.
Las relaciones abusivas se centran en el control y el poder. Las tácticas comunes que usan los perpetradores incluyen 1) un patrón de violencia: episodios intercalados con disculpas, obsequios y promesas de parar 2) aislar a la víctima de sus amigos, familiares, pasatiempos o incluso de su trabajo 3) inculcar la culpa en la víctima por su comportamiento o querer más libertad.
Además del abuso físico, las señales más sutiles de abuso doméstico incluyen comportamiento extremadamente controlador, agresión, culpa, celos y posesividad severos. Una de las señales más preocupantes de la violencia doméstica es el estrangulamiento: los estudios encuentran que el abuso que involucra el estrangulamiento es uno de los predictores más fuertes de intentar o completar un asesinato.
El impulso por el control, el poder y la autoridad que al mismo tiempo provoca dudas, vergüenza y dependencia en una pareja caracteriza el abuso narcisista. Los perpetradores pueden culpar a la víctima y negarse a asumir cualquier responsabilidad por su comportamiento. Pueden aislar y denigrar a la víctima o aprovechar el abuso verbal y la manipulación.
Puede tomar tiempo antes de que las víctimas de violencia doméstica reconozcan su situación por lo que es. El abuso a menudo deja marcas físicas, desde moretones y huesos rotos hasta dificultad para respirar y temblores involuntarios. Parecer más propenso a los “accidentes” que la persona promedio puede ser una señal de advertencia de que alguien está siendo abusado. Las víctimas de abuso también pueden sufrir efectos emocionales y psicológicos a corto y largo plazo, incluidos sentimientos de confusión o desesperanza, depresión, ansiedad, ataques de pánico y trastorno de estrés postraumático (TEPT).
La violencia doméstica es la causa más común de lesiones en las mujeres y provoca incluso más lesiones que los accidentes automovilísticos. Las consecuencias físicas pueden ser a corto plazo, como hematomas, dolor y fracturas de huesos, o a largo plazo, como artritis, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Las consecuencias psicológicas duraderas incluyen depresión y trastorno de estrés postraumático.
El nueve por ciento de los hombres pueden experimentar violencia doméstica, que incluye acoso, agresión sexual y violencia física, según un estudio del Reino Unido. Otra investigación sugiere que el 28 por ciento de los hombres sufren violencia por parte de una pareja íntima en los Estados Unidos. Los hombres enfrentan distintos obstáculos para obtener ayuda, porque pueden ser patologizados, las personas no les creen o se les niega la asistencia de los refugios creados para mujeres.
Los hombres a menudo no denuncian la violencia doméstica debido al miedo, la vergüenza, la negación, el estigma y la falta de igualdad de trato. Como resultado, los hombres minimizan el abuso para protegerse. Un participante del estudio explicó que temía ser "ridiculizado, humillado o acusado a la inversa de ser el abusador debido a la creencia de que los hombres son físicamente capaces de defenderse cuando se les desafía".
La violencia doméstica puede infundir miedo y confusión en un niño, todo mientras que su cuidador no está disponible física o emocionalmente. Los niños que son testigos de violencia doméstica tienen más probabilidades de tener problemas de insomnio, enuresis nocturna, problemas verbales, motores o cognitivos, ansiedad, depresión, autolesiones, agresión y violencia doméstica en la edad adulta.
Dejar una relación abusiva es un desafío excepcional, tanto emocional como prácticamente. El proceso implica reconocer el abuso que está ocurriendo, encontrar apoyo para irse de manera segura y procesar la experiencia y el dolor o miedo restante.
Los sobrevivientes pueden trabajar gradualmente para reconstruir la autoestima que se dañó en la relación. Desarrollar un sistema de apoyo sin prejuicios, practicar el autocuidado y discutir la experiencia con un profesional de la salud mental puede ayudar a los sobrevivientes después de la relación.
Identificar un patrón de abuso y tomar la decisión de irse puede ser increíblemente difícil. Algunas de esas barreras incluyen estrés financiero, no tener otro lugar adonde ir, la amenaza de violencia y la falta de apoyo de las fuerzas del orden. Las expectativas familiares y sociales también pueden crear presión para quedarse, especialmente cuando hay niños involucrados.
Los sobrevivientes primero deben reconocer la relación abusiva. Escribir sobre el comportamiento de una pareja para identificar patrones y hablar con un amigo o familiar de confianza puede ser útil. Comunicarse con una organización de violencia doméstica puede ayudar a desarrollar un plan de seguridad para irse, y hablar con un terapeuta puede ayudar a procesar la experiencia y reconstruir la autoestima.
La sociedad puede empoderar, en lugar de estigmatizar, a las víctimas de abuso dirigiéndolas a recursos de apoyo, haciendo que la atención de salud mental sea accesible y asequible, y desarrollando y evaluando programas de prevención. Dado que la tensión financiera es un componente clave, los lugares de trabajo pueden ayudar creando políticas para proteger y apoyar a los empleados que son víctimas de la violencia de la pareja íntima.
