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Verificado por Psychology Today

Sesgo

Una forma de discriminación que todavía es aceptable

La apariencia física importa.

Los puntos clave

  • Las personas atractivas suelen ser percibidas como más inteligentes, más sociables y mejores seres humanos.
  • La apariencia física tiene consecuencias en el mundo real, afectando incluso nuestras ganancias.
  • La sociedad tiende a penalizar a quienes se desvían de las normas de belleza.

La apariencia física importa. Es una verdad incómoda, pero que nos afecta a todos. Nos guste o no, nuestra apariencia juega un papel influyente en la configuración de nuestras interacciones sociales y oportunidades en la vida. Esto sucede de dos maneras principales.

En primer lugar, los estudios muestran que instintivamente atribuimos rasgos positivos a las personas atractivas. A menudo se les considera más inteligentes, sociables y bien adaptados que sus homólogos menos atractivos. Este fenómeno, conocido como efecto halo, está tan arraigado que ni siquiera los bebés recién nacidos están exentos de sufrirlo. Los estudios demuestran que los bebés atractivos reciben más afecto y atención de extraños e incluso de sus propias madres.

El impacto de estos sesgos se extiende mucho más allá de las situaciones sociales y tiene consecuencias tangibles en el mundo real. Los economistas descubrieron que las personas físicamente atractivas ganan aproximadamente un 12% más que las consideradas poco atractivas. Incluso en los tribunales, los acusados ​​atractivos tienden a recibir sentencias más leves, a menos que su apariencia esté directamente relacionada con los delitos cometidos.

En segundo lugar, aunque pretendamos estremecernos ante el uso de términos como “feo” o “poco atractivo”, eso no detiene la discriminación. Puede que no lo expresemos en voz alta, pero la sociedad a menudo penaliza a quienes se considera que se desvían de los estándares de belleza convencionales. Discriminamos regularmente en esta dimensión socialmente aceptable. Este sesgo es tan generalizado que podría considerarse una de las últimas formas de discriminación socialmente aceptables.

Sabiendo esto, no nos quedamos callados ni aceptamos este destino. No. Nosotros, los humanos, siempre adaptables, nos volvemos maestros en el arte de la mejora estética. Nuestros rituales indulgentes hablan por sí solos. Nuestros baños se convierten en laboratorios, donde la espuma de afeitar, la pasta de dientes y una variedad de cosméticos se miden en las dosis adecuadas antes de su aplicación. Empuñamos tubos de rímel y tubos de lápiz labial, nos maquillamos la cara con precisión y modificamos nuestro cabello con una buena cantidad de geles, aerosoles y tintes, en un intento por burlar nuestra mano genética.

Nuestra presentación física está diseñada para adaptarse a situaciones y roles específicos. Las elecciones estéticas de una bailarina de ballet difieren significativamente de las de un trabajador de TI conectado a un teclado durante ocho horas, cinco días a la semana.

Esto no es mera vanidad; es la supervivencia de lo más bello. Es nuestra rebelión silenciosa contra un prejuicio casi universal. Pero aquí está el giro: aquellas que son consideradas más bellas, como las modelos profesionales, son a menudo las que se ven más negativamente afectadas.

Los investigadores encuentran que los maestros, niñeras, veterinarios y gerentes de restaurantes tienden a experimentar niveles más altos de satisfacción con la vida, son más propensos a autorrealizarse y les resulta más fácil satisfacer las necesidades psicológicas básicas (de autonomía, pertenencia y competencia) que a las modelos. ¿Por qué? Porque cuando la cualidad más redentora de una identidad multidimensional es el atractivo físico, la rutina de tratar de mantener esa deseabilidad por encima del umbral es a la vez desalentadora y psíquicamente dañina.

Lo peor que podemos hacer es fingir que estos prejuicios y actos discriminatorios posteriores no existen.

Confía en quienes los reconocen.

Cuestiona a quienes los niegan.

Y esfuérzate, con intención, por minimizarlos.

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Todd B. Kashdan Ph.D.

El Doctor Todd B. Kashdan, es profesor de psicología en la Universidad de George Mason y autor deThe Upside of Your Dark Side: Why Being Your Whole Self–Not Just Your 'Good' Self–Drives Success and Fulfillment.

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