¿Tienes ganas de más?
Suscríbete a nuestra news para recibir recomendaciones, guías y temas de actualidad
Financiar

Cómo saber si se está preparado para pedir una hipoteca


Comprar una casa da vértigo. No hay más que pensar en la cantidad de años que estaremos ligados a un banco. ¿Estás preparado para este compromiso? Si estás pensando en ser propietario pero debes pedir financiación externa, conviene que reflexiones y analices si estás preparado o no para pedir una hipoteca. Te explicamos algunos indicadores que te ayudarán a tomar la decisión.

Imprescindible: Tener ahorro previo

Una condición inherente a la petición de fondos a una entidad es contar con un porcentaje de ahorro previo. ¿De cuánto estamos hablando? Aunque este factor ha variado con el tiempo, lo normal es que tengas un ahorro del 30% del valor de la vivienda. Por eso, conviene que eches cuentas de qué cantidad en números absolutos supone este porcentaje.

Sin embargo, debes saber que este montante no se destinará íntegramente a la hipoteca. Piensa que un 20% del valor de la vivienda es la cantidad que te va a exigir el banco, por lo menos, a la hora de endeudarte con él, ya que no suelen otorgar más del 80% del precio final de la operación. De igual modo, el 10% adicional tiene que quedar reservado para asumir los gastos derivados de la compraventa. A saber: impuestos, notario y costes de registro.

¿Tienes una situación laboral estable?

Conseguir financiación externa para la compra de una vivienda es sinónimo de poder constatar que cuentas con estabilidad laboral. Dentro del mercado de trabajo, los bancos se van a decantar en un gran porcentaje de ocasiones por aquellos clientes que sean asalariados antes que profesionales autónomos, y dentro de este grupo, por quienes trabajen en actividades en crecimiento, como la tecnología.

De igual modo, poder presentar un contrato indefinido y con una antigüedad laboral importante hará que sumes puntos frente a la entidad. Al margen se sitúan los funcionarios, clientes predilectos de las entidades a la hora de ofrecer préstamos, dada su estabilidad per se. Si eres uno de ellos te resultará más fácil contar con su beneplácito.

Tus ingresos hablan por ti

La estabilidad laboral no es suficiente para tener luz verde del banco y firmar una hipoteca. Para ello, deberás confirmar que tienes un nivel de ingresos suficiente, a través del cual podrás pagar mensualmente las cuotas en las que se divida el préstamo que pidas.

Al respecto, lo normal es que las entidades calculen, en base al sueldo que presentas, que la cuota mensual de la hipoteca no representa más del 30% de tus ingresos, ya que, si este porcentaje es mayor, existe una gran cantidad de probabilidades de que tu petición de financiación resulte rechazada.

Un historial impecable

Es posible que, a lo largo de tu vida, hayas pedido algún préstamo ajeno al ámbito inmobiliario. Desde comprarte un coche hasta hacer alguna reforma en la vivienda que habites, pasando por irte de vacaciones. Ante esta tesitura, conviene saber que, si pides una hipoteca a un banco, resulta fundamental que no cuentes con deudas vigentes.

En el caso de que esa hipótesis no sea posible, y continúes pagando algo, lo ideal es que las cuotas de la hipoteca no superen el 35% de tus ingresos, incluidas las deudas pendientes. Asimismo, recuerda que si tienes deudas impagadas no podrás pedir financiación para comprar un inmueble residencial, ya que ningún banco querrá tenerte como cliente, pues no le proporcionarás tranquilidad ni seguridad.

Conoce el mercado hipotecario

Antes de sumergirte en la petición de financiación para adquirir una vivienda, conviene que sepas cómo funciona el mercado hipotecario y si estás preparado para formar parte de él. Nos referimos a la existencia de distintos tipos de préstamos hipotecarios, condiciones a las que se ofrece la financiación y tipos de interés. Conocerlos al detalle te ayudará a tomar la decisión más correcta y a equivocarte lo menos posible.

Es importante que seas realista y reflexiones sobre si eres el prototipo de cliente que buscan los bancos y, lo que es más importante, hasta qué punto estás dispuesto a comprometerte con una entidad en el largo plazo.

Baraja alternativas

Otra posibilidad es que la hipoteca a no te convenza, pero quieras seguir adquiriendo una vivienda por tu cuenta. Ante esta situación, lo ideal es que busques alternativas al préstamo bancario. Una vía es el alquiler con opción a compra, con el que puedes ir disminuyendo la cantidad final a pagar a medida que vas amortizándola con las cuotas del arrendamiento.

De la misma manera, es posible que te inclines por pedir ayuda a familiares o amigos, en el caso de que exista la confianza suficiente entre ambas partes y estés dispuesto a devolver hasta el último céntimo. En estos casos, lo mejor es que formalices el préstamo de la manera más seria posible y ante notario. Por último, puedes decantarte por esperar a que bajen los precios, las entidades mejoren sus condiciones de financiación y tú hayas conseguido ahorrar más para solicitar una cantidad más baja de dinero a devolver.

Publicidad