You're facing intense negotiation settings. How do you keep personal biases in check?

¿Recuerdas cómo te tomaban la fiebre de pequeño? Exacto, poniéndote la palma de la mano o los labios en la fiebre (no, lo del termómetro rectal es para otro día) Pero, la persona que lo hacía, ¿era una persona sana o enferma? Porque el matiz es importante. ¿Qué percepción de tú temperatura corporal tendría alguien que tuviese fiebre en ese momento? Distorsionada, exacto. Igual de distorsionada que si lo hiciese recién entrado de la calle un invierno cualquiera en Soria. Esa es la clave: la relatividad. Hablando de claves, la Clave de Sol: todos resonamos a frecuencias distintas. ¿Cómo sabes si tú, instrumento afinador, estás en la nota correcta? Escuchándote y comparándote con un patrón indiscutible que no existe. Mola, ¿eh?

For me, understanding myself begins with recognizing my emotional reactions and their triggers. I analyze past negotiations to identify situations that provoke strong emotional responses, helping me anticipate and prepare for similar scenarios. Self-awareness also means acknowledging my beliefs and values that might influence my perception of others. I strive to separate personal beliefs from professional duties to maintain objectivity. During negotiations, I use self-regulation techniques like deep breathing to avoid impulsive decisions. Knowing oneself is a continuous process of self-discovery and self-improvement, crucial for success in challenging negotiations.

Antes que escuchar, intenta oir. Porque a veces hay cosas que no merecen ser escuchadas. En serio. Está sobrevalorado. Es como el SPAM del correo electrónico. Es una especie de ruido verbal que no aporta nada y solo resta tiempo. Que no te absorban la energía los charlatanes de turno. Hachazo a la mínima que notes que aquello no tiene sentido lógico ninguno y es un acto de autocomplacencia cerebral del emisor. Eso sí, cuando escuches, ES-CU-CHA. No con las orejas. Con todo. Como los murciélagos. Tienes que poder recibir información por todos los sentidos, pero muy especialmente por los que van más allá del quinto. Hay cosas que no se estudian, que no se aprenden. Hay cosas que, simplemente, son. Ese es el dato bueno: el pálpito.

In intense negotiation settings, mindful listening is essential for keeping personal biases in check. It involves fully concentrating on the speaker and setting aside my own thoughts and feelings. This approach helps me understand the other party's perspective and identify my own preconceived notions. By genuinely listening, I create space for empathy and understanding, which are crucial for reaching mutually beneficial agreements. This practice not only enhances communication but also ensures that decisions are based on objective understanding rather than personal biases.

Managing emotions effectively is key to successful negotiations. When I sense my biases surfacing, I take a step back and use calming strategies like deep breathing or pausing the conversation. This helps prevent emotional responses from driving my actions and allows me to respond with clarity and purpose. By maintaining emotional control, I ensure that my negotiation decisions are based on facts and objectives rather than biases or emotional reactions, leading to more effective and fair outcomes.

¿Empatía? Dicen que es muy fácil: sólo tienes que aprender en que frecuencia resuena esa otra persona y vibrar con ella (seguramente cuando ni siquiera sabes aún como resuenas tú mismo)¿Fácil?¿Seguro? Si eres de los míos, y no lo ves tan fácil, siempre te queda el sentido común, aunque suene menos bucólico: infórmate bien sobre el sustrato sociocultural, socioprofesional, sociopolítico y socioemocional (interpersonal e intrapersonal) de esa persona, y actúa en consecuencia a la regla del mal menor. Fácil también, ¿verdad?¿Tampoco? Pues entonces, nada. Yo, simplemente, soy yo. Uso mi lógica personal, que es muy coherente casi siempre, y me dejo llevar. A veces la gente no quiere que la entiendan. En serio. Esas cosas pasan.

Este truco es fácil: yo siempre tengo la razón hasta que alguien me convence de lo contrario. Al principio es un poco trabajoso, porque te obliga a formarte una idea bastante sofisticada sobre el concepto, siempre bajo ese espíritu científico de que solo será buena si es demostrable, porque entonces podrá ser refutable. Primero te haces a tí mismo de Abogado del Diablo (que por cierto ya no existen como tal, por decisión de Juan Pablo II), buscando 3 o 5 pies al gato (ya seas de Quijote o Covarrubias) Si nadie es capaz de invalidar tu idea con pruebas objetivas, pues entonces tienes "n" ideas posibles, y puedes seguir con la tuya o, tras reflexionar, elegir otra que te guste más. Y así todo el rato siempre. Sin misterio.

La clave es que, hagas lo que hagas, tengas siempre claro que la responsabilidad de la acción siempre será tuya. Nada de buscar excusas baratas y hacer de todo un factor exógeno imprevisible e ingestionable. A la gestión empresarial se viene llorado de casa (no hace falta no si quiera venir llorado de una Universidad). Que no pasa nada por llorar y tal, pero no conozco a nadie que haya solucionado nunca una tensa negociación empresarial con lágrimas. Que no digo que no los haya, pero yo no los conozco. Por tanto, los pongo en el mismo cajón mental de los unicornios y de los buenos autócratas, en el que siempre está vacío.