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José Luis Gayà, orgulloso de ser el dueño del brazalete
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José Luis Gayà, orgulloso de ser el dueño del brazalete

El de Pedreguer ha superado los dos golpes más duros que un deportista puede imaginar: ni Mundial ni Eurocopa por culpa de dos inoportunas lesiones

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Lunes, 8 de julio 2024, 01:14

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Qué voy a hacer? No se puede hacer nada ya. Eso es algo que no depende de mí. Soy capitán del Valencia... soy un privilegiado». Así lo confesaba a un amigo suyo apenas doce horas después de que le tocara digerir una de las noticias que más asustan a los deportistas de élite: que una lesión les deje fuera de un torneo de envergadura. En su caso, el de la Eurocopa de Alemania en el que iba a ser prácticamente el lateral izquierdo titular de la selección española de Luis de la Fuente. Todo por culpa de apenas once minutos malditos, que fue el tiempo en el que estuvo sobre el terreno de juego el día en el que el Valencia se enfrentaba al Girona en Mestalla, un partido sin más trascendencia colectiva que una justísima derrota final por 1-3 y en el que recayó gravemente de sus molestias musculares. Una rotura muscular en el cuádriceps (lesión de cierta importancia que le ha obligado a pasar por el quirófano) a pocos días de que el seleccionador diera la lista definitiva echó por tierra la gran ilusión del lateral del 'pueblo', corazón de murciélago y un futbolista llamado a pasar a la historia del valencianismo por su sentimiento de pertenencia. La reflexión del de Pedreguer, en cualquier caso, adquiere todavía un mayor calado si se observa con cierta perspectiva, ya que si duele descabalgarse de una Eurocopa más aún si se tiene en cuenta que es el segundo golpe de esta envergadura que le viene encima. El anterior todavía dolió más, porque le tocó hacer las maletas para volver a casa desde Catar. Fue con motivo del Mundial, cuando Luis Enrique decidió prescindir de él después un esguince de grado bajo que le impedía entrenarse con el grupo durante al menos una semana. La decisión del seleccionador levantó mucha polvareda entre la afición del Valencia, consciente del dolor que estaba soportando el deportista. «El cuerpo técnico entiende que necesita a los 26 jugadores en plenitud para afrontar el reto del Mundial, tan exigente como ilusionante», fue la justificación oficial que se emitió desde la Federación Española. Gayà se vino abajo entonces y se vino abajo ahora. Cuentan quienes estuvieron con él arropándole que estaba totalmente hundido. En la soledad de la urbanización donde vive, cercana a la ciudad deportiva de Paterna, vivió su particular calvario. Ni la comprensión de Aitana (su novia), ni la protección de su familia (sus padres se siguen sentando en tribuna, cerca del palco, en cada partido en Mestalla), ni las frases de ánimo de sus cuatro colegas íntimos de toda la vida de Pedreguer podían levantarle el ánimo en esas primeras horas de impacto. Eso sí, con la misma velocidad que sube la banda parece que hace la digestión de este tipo de desagradables imprevistos. Al día siguiente ya había cambiado el 'chip' y su discurso era otro. Era él precisamente quien relativizaba la situación a todo el que se acercaba para darle ánimos. La camiseta de la selección española importa y mucho a cualquier futbolista, pero hay gente que sabe aferrarse y valorar lo que tiene y más cuando es ya todo un símbolo.

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