Cujo, el superyacht en el que la princesa de Gales pasó sus vacaciones de 1997 junto a Dodi Al-Fayed, se hundió en la Riviera Francesa
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La embarcación donde la princesa Diana pasó sus últimos días se hundió este fin de semana en el Mar Mediterráneo. Las fotos del Cujo -así se llamaba- yéndose a pique fueron tomadas por la Gendarmerie des Alpes-Maritimes y trascendieron a la prensa recién ayer. Fue en la Riviera Francesa, la misma zona donde Lady Di fue retratada besando a su último novio, Dodi Al-Fayed, en una fotografía llamada “el beso del siglo” que marcó un récord para los paparazzi: por la exclusiva, en Inglaterra, pagaron un millón de esterlinas, pero luego la imagen facturó otros tres millones más por su publicación en el resto del mundo (un total de cinco millones de dólares).
VERANO DE 97
Diana Spencer, divorciada del príncipe Carlos desde agosto de 1996, había comenzado un discreto romance con el productor de cine Dodi Al-Fayed. Nadie los había retratado juntos jamás. En agosto del 97, verano europeo, la “princesa de corazones” aceptó la propuesta de su flamante suegro, el multimillonario Mohamed Al-Fayed (dueño de Harrods en Londres y del Hotel Ritz de París, entre otros), de disfrutar de unas vacaciones en la Riviera Francesa. Supuso que embarcada, en el medio del Mediterráneo, estaría lejos del alcance de los paparazzi y podría disfrutar de unos días de intimidad.
Navegaron desde el sur de Francia hasta Cerdeña. Vivieron prácticamente un mes, todo agosto, a bordo del superyacht Jonikal, un palacio flotante rediseñado especialmente para Mohamed Al-Fayed. Durante su estadía, la princesa recibió a sus hijos, William y Harry. Además, tenía a disposición el Cujo, la embarcación de Dodi Al-Fayed, que navegaba con ellos.
Todo era calma en altamar... hasta que se desató el tsunami mediático. Pronto trascendió que la princesa Diana -que para muchos era el personaje más popular del planeta- tenía nuevo novio. La relación era tan seria, decían, que iba a presentárselo a sus hijos. ¿Cómo reaccionaría Buckingham? La prensa internacional enloqueció con la noticia. Los paparazzi comenzaron a rastrillar el Mediterráneo. Invirtieron mucho dinero, alquilaron equipo y embarcaciones, para encontrar al Jonikal y lograr la foto más buscada.
Finalmente, en las primeras horas de la tarde del 3 de agosto, el fotógrafo italiano Mario Brenna encontró a la embarcación frente a Capo Sperone, extremo sur de Córcega. Apuntó su lente, el más largo que tenía, desde la costa. “Vi movimiento sobre el puente del yate: encuadré el teleobjetivo y me aparecieron Diana y Dodi que admiraban los campos de golf y las blanquísimas playas con las dunas y arena. Tomé la primera foto, se abrazaban. Después se besaron durante diez segundos. Traté de que no me entrara el pánico: los fotografié como si la cosa no fuera conmigo. Mi frialdad me sobrecogió”, recordó el paparazzi.
El Sunday Mirror pagó un millón de libras esterlinas por la exclusiva mundial. El domingo 10 de agosto lo publicó en su portada con el título “The Kiss”. La imagen de tapa no tiene foco; Diana aparece de espaldas, abrazada por Dodi. Curiosamente, lo que no se ve es “the kiss” (el beso). Una de las bajadas destaca: “la Princesa, apretada en los brazos de su amante, encuentra finalmente su felicidad”. En el pie de portada el Mirror promete “10 páginas con las más sensacionales fotos”.
Después de los primeros días en el Jonikal, Diana y Dodi decidieron seguir sus vacaciones a bordo del Cujo, una de las embarcaciones de lujo más rápidas en el Mediterráneo. Así podrían escapar de los paparazzi.
El Cuyo había sido construido en Italia en 1972 por el astillero Baglietto a pedido de John von Neumann. Amante de los autos de carreras, el coleccionista austríaco había pedido “el yate más rápido del momento”. Por lo que equipó al barco con dos motores de 18 cilindros, que le permitían alcanzar una velocidad de 42 nudos. Luego lo vendió al traficante de armas Adnan Khashoggi, dueño de una de las fortunas más grandes del mundo, y este a su vez se lo vendió a su sobrino... sí, Dodi Al Fayed, quien invirtió un millón y medio de dólares en su reacondicionamiento en un astillero de Lavagna, Italia.
El Cujo solía amarrar en Saint Tropez. Dodi solía navegar con grandes personalidades del espectáculo, como Bruce Willis, Clint Eastwood, Tony Curtis o Brooke Shields. La embarcación contaba con una confortable estancia en su interior y un solarium en cubierta que lady Diana utilizó hasta que llegaron a Cerdeña.
La pareja desembarcó el 30 de agosto de 1997, al mediodía, y se trasladó al aeropuerto de Olbia para volar en jet privado a París. Pasada la medianoche, murieron en un accidente automovilístico, en el Puente del Alma.
El triste final
Escenario de los últimos momentos felices de Lady Di antes de su trágica muerte el 31 de agosto de 1997, el Cujo se deterioró. Tras la muerte de su hijo Dodi, Mohamed Al-Fayed mantuvo a la tripulación pero el Cujo solo era usado como un taxi rápido entre el aeropuerto y la villa familiar en Saint-Tropez. En 1999 el barco fue dado de baja y pasó años en un depósito.
Al-Fayed tardó años en vender a Cujo. Recién en 2016 Moody Al-Fayed (primo de Dodi y amigo cercano) lo compró para evitar que el yate de lujo quedara en manos de otra persona. Lo refaccionó y le devolvió su esplendor. Navegó por la Costa Amalfitana durante dos años hasta que decidió ponerlo a la venta en la “Subasta de Retromóviles de carreras, Aviones y Yates de París” en febrero de 2020.
Casi por casualidad, Cujo fue adquirido por el coleccionista y distribuidor de vehículos de lujo Simon Kidston, quien pagó 160.000 euros. Dio detalles de la operación en un artículo titulado “Cómo compré el viejo yate de Dodi Al-Fayed por casualidad”. Dijo que decidió pujar cuando vio que, entre los vehículos subastados, había un yate que era propiedad de Moody Al-Fayed, su antiguo compañero de colegio. “Le pedí a un colega que echara un vistazo y le dije que si lo veía barato hiciera una oferta, casi por diversión. Ofreció 160.000 euros, pero el problema fue que nadie más hizo una oferta. Así compré el barco. Sentí una mezcla de emoción teñida de terror”, declaró.
Kidston usó casi la misma suma de dinero para renovarlo en Lavagna, el mismo lugar al que recurrió Dodi Al-Fayed. Le cambió el color a la embarcación, para darle una estética militar. Cuando la renovación terminó, Europa estaba paralizada por la pandemia del coronavirus.
El coleccionista de autos sólo puedo usar el Cujo un par de veces, frente a Portofino. “Tiene una presencia inmensa, ningún barco de su tamaño atrae este tipo de atención cuando llega a un puerto. Especialmente en puertos italianos, porque los dueños de los botes locales piensan es de la policía financiera”, destacó Kidston admirado por el poderío de sus motores.
El verano pasado, mientras planeaba un crucero por el Mediterráneo, Kidston recibió una oferta que no pudo rechazar. “Un joven miembro de una prominente familia de empresarios italianos vio al Cujo en Lavagna, se enamoró de él y me preguntó si estaba en venta”, contó.
Finalmente, el veloz Cujo de Dodi Al-Fayed, donde Diana pasó sus últimos días felices, cambió de dueño. El sábado 29 de julio, el joven italiano navegaba por la Riviera franceza, a 30 kilómetros de Beaulieu-sur-Mer, cuando chocó contra un objeto no identificado.
Llevaba siete personas a bordo. Un oficial declaró que “el capitán del Cujo emitió un Mayday (pedido de auxilio) y se enviaron botes de rescate desde Antibes. Después de asegurarse de que todos estuvieran a salvo, los gendarmes detectaron una entrada de agua significativa al nivel del casco delantero de estribor. Su propietario había activado las bombas y mantuvo los motores en marcha, pero esto no impidió que el barco se hundiera”. Los pasajeros, el propietario italiano y la tripulación fueron rescatados y están a salvo.
No hubo qué hacer. La embarcación donde Lady Di pasó sus últimos días felices descansa hoy a 2.500 metros de profundidad, en el fondo del Mediterráneo.
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