Jonatan Viale, el periodismo como herencia

Jonatan Viale ha seguido el camino de su padre, Mauro Viale: desde hace ya varios años se dedica al periodismo en radio y televisión. Hoy conduce dos ciclos propios en La Red (AM 910): Viale 910, de lunes a viernes de 16 a 18 y Animales políticos, los domingos, de 9 a 11. Además, participa en Intratables, por América. Ante la pregunta, el periodista acepta que su apellido lo ha ayudado. "Pero una cosa es empezar y otra es durar -agrega-. Todos los días me levanto a las 6 o 7 de la mañana y llamo a mis fuentes y todos los días les pregunto si tienen algo nuevo. Trato de tener datos diferentes", dice quien comenzó a los 18 años, en Radio Palermo, y luego pasó por Colonia y Rivadavia. En esta última trabajó con Antonio Carrizo. "Fue un maestro -reconoce-. Cuando yo le decía que quería ser programador, él me decía que no, que tenía que ser periodista."

–Ahora estás en La Red, la única radio que no ha hecho cambios.

–Equipo que gana no se toca: Novaresio, Majul y Fantino están muy bien. Nosotros estamos segundos con mi programa diario; un programa del regreso, pero diferente. Me gusta arrancar con un editorial y con alguna historia, que puede ser un cuento o algo de mitología griega, por ejemplo, y después engancho eso con la actualidad. Luego abro la mesa y arrancamos con deporte porque es lo más fuerte de la radio. Creo que el ciclo se escucha porque no defendemos al gobierno de Macri ni nos la pasamos atacando al de Cristina. Criticamos lo que corresponde.

–¿Y qué diferencia hay con el de los domingos?

–Animales políticos es más relajado, más de análisis. Hay lectura de diarios, más notas políticas y menos deporte.

–¿Y tu experiencia en Intratables?

–Santiago del Moro es muy generoso porque me dio el lugar de la información. Pero no es un programa fácil; a veces, en pos del show pierde un poco de seriedad. Es mi batalla de todas las noches con la producción.

–¿Dónde te sentís más cómodo?

–En la radio. Es más íntima y más cómoda. No tenés el minuto a minuto, que te quema, ni cucaracha en la oreja. La radio tiene otra intimidad con el oyente.

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