Rafael Rodríguez Rodelas, el propietario Ideal
El colmado que lleva un siglo en la plaza de la Trinidad de Granada

Sagas empresariales granadinas

El colmado que lleva un siglo en la plaza de la Trinidad de Granada

La tienda Oliver, la más antigua de Granada, exporta e importa productos de todo el mundo

Andrea G. Parra

Granada

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Domingo, 7 de julio 2024

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Vienen clientes con más de noventa años, con sus bisnietos, contándoles que ellos estuvieron en la tienda comprando con sus abuelos; eso es a principios del siglo pasado», exclama Rafael Rodríguez, dueño de la tienda más antigua de Granada, que no es otra que Oliver. Es la segunda generación de los últimos dueños y «tal vez no la última, mi hija Adriana viene pisando fuerte». La madre de Rafael, Flora Rodelas, le compró la tienda en 1995 a Baldomero Oliver Acosta, quien regentó el negocio desde 1950 hasta 1995.

Antes de llevar la tienda más antigua de la capital, tanto Flora Rodelas como Rafael trabajaron en diversos oficios. Emigraron a Alemania en la década de los sesenta y, al regresar una década después, regentaron varios bares y hostales en el centro de Granada. «Decidió alquilar la tienda al jubilarse el señor Baldomero Oliver, pensando que cuando yo regresara de la mili podría quedarme con el negocio», recuerda Rafael. «Hacerme cargo de la tienda en 1997 fue una responsabilidad muy grande. Ya era una institución en Granada y contaba con unos vecinos y clientela muy fieles, que me ayudaron y apoyaron en todo momento. Además, fueron momentos muy duros, ya que acababa de fallecer mi madre y tuve que ponerme al frente», recuerda el dueño de la tienda más antigua de Granada y «probablemente» de España.

El establecimiento mantiene la puerta original Ideal

Oliver abrió en pleno siglo XIX como un negocio de ultramarinos y productos coloniales. Fue una época que abarcó desde el reinado de Isabel II hasta Alfonso XIII. Vivió la Segunda República y sobrevivió a la Guerra Civil y a la dictadura franquista. En esa época se suministraron alimentos a granel durante todo el tiempo que estuvo en uso la cartilla de racionamiento. Entre los más productos más destacados en oferta se contaban azúcar, chocolate o café, así como arroz, legumbres, harinas y aceites que se vendían a granel. Además, había conservas de pescado como sardinas y arenques, así como embutidos y queso de La Mancha.

Todo el mobiliario, junto al mostrador y las puertas, es el mismo desde que se abrió a mediados del siglo XIX. Se ha restaurado y «hemos hecho diferentes reformas de mantenimiento, respetando siempre su solera y antigüedad».

«Mi generación tal vez no sea la última, mi hija Adriana viene pisando fuerte»

En este negocio no han faltado los 'cartuchitos' de maní. La tienda se abrió en 1850 en la misma ubicación donde opera actualmente como dispensadora de ultramarinos y productos coloniales, fundada por «un señor cubano», que fue propietario hasta 1890. Rafael Rodríguez expone que no ha conseguido nombres de los diferentes propietarios que tuvo hasta 1910. A partir de aquel momento, la tienda fue regentada por un caballero conocido como 'el tío Mijica'. Desde 1940, el dueño fue el señor Baldomero Oliver, de quien la tienda tomó su nombre. En 1995, Flora Rodelas adquirió la tienda. Desgraciadamente, falleció en 1997, y desde entonces quedó Rafael Rodríguez al cargo hasta el día de hoy.

No es una tienda cualquiera. No solo por ser la más longeva, sino también por la calidad de la materia prima, el tueste diario, el servicio a granel, la variedad de frutos secos de todas partes del mundo y la atención cercana y profesional. «Estas son algunas de las razones por las que nos diferenciamos y nuestros clientes nos eligen una y otra vez», destaca el actual dueño.

'Cartuchitos' de maní

Su producto estrella es el maní y una selección de cuarenta tipos diferentes de frutos secos, que incluyen nuez de macadamia australiana, anacardo brasileño, nuez de la India y dátil XXL orgánico de Israel, entre otros. «Nuestros frutos secos los ofrecemos de todas las formas posibles de elaboración: tostados, fritos con y sin sal, garrapiñados y por supuesto completamente crudos», describe Rodríguez. Además, venden vinos, cavas y champán de las bodegas más selectas, así como conservas y delicias 'gourmet' como el caviar y la trufa fresca en temporada.

Su perfil de cliente incluye tanto a residentes de Granada como a los turistas que visitan la ciudad. Especialmente, los turistas estadounidenses se quedan muy asombrados al conocer la antigüedad de la tienda, a menudo a través de visitas guiadas. «Nuestros productos llegan prácticamente a todo el mundo gracias a los clientes extranjeros que se los llevan y a nuestra opción de envío a cualquier lugar», presume. «Ser la tienda más antigua de Granada y tal vez de España aporta una gran responsabilidad y compromiso, así como una gratificación enorme al contar con una clientela tan fiel. Sin ellos, no sería posible haber perdurado tantos años», reconoce Rafael Rodríguez.

Rodríguez es optimista de cara al futuro por el auge del sector turístico. «Sin embargo, el comercio minorista, como el de la ropa, zapatos y alimentación, está sufriendo mucho, sobre todo con la apertura de las grandes superficies y la pandemia», reflexiona. Ellos siguen firmes en su propósito de seguir ofreciendo los mejores productos de tueste diario y artesanal con la atención más cercana y profesional. Y cumpliendo años.

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