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93 pages, Paperback
First published January 1, 1986
“En el agua de lluvia también había viento. Un viento que impulsaba campanas de cristal por entre los árboles. Eran campanas opacas, en cuyo interior se agitaban remolinos de hojas. La lluvia cantaba. También había arena en la voz de la lluvia. Y cortezas de árbol.”La narración se desarrolla con una interesante mezcla de registros. Siendo una novela, muchos de sus capítulos son auténticos relatos que no precisan del resto para ser entendidos y disfrutados. En otro sentido, las frases son tan básicas, tan rotundas, es tal la intensidad de cada párrafo que el libro puede leerse como una sucesión de poemas, a cuál más duro y terrible, que deben abordarse con la atención propia del que sabe que cada palabra cuenta. Y sin embargo el libro es una novela, la narración de una historia cruel que sucede en un pueblucho rumano envuelto en la sórdida atmósfera de una dictadura podrida de corrupción, superstición, fanatismo religioso, nacionalismo y xenofobia. En un mundo tan gris y opresor no se puede ser débil y, sobre todo, no se puede ser mujer y salir indemne. La mujer se encuentra absolutamente sometida al hombre, una propiedad que puede mancillar el honor de una familia pero que también puede usarse sexualmente como moneda de cambio para obtener prebendas o, como en este caso, los visados que permitan a la familia de Windish salir del país que es su gran anhelo y necesidad.
“La mujer de Windisch volvió la cara a la pared y rompió a llorar ruidosamente. Lloró largo rato con la voz de sus años mozos. Lloró breve y suavemente con la voz de su edad. Gimió tres veces con la voz de otra mujer. Luego enmudeció.”Dos pájaros son repetidamente nombrados en el texto, dos pájaros de un claro valor simbólico. El faisán, un pájaro inofensivo, torpe, incapaz de volar y, por lo tanto, presa fácil para los cazadores. El otro es la lechuza, siempre asociada a los malos augurios, pero también relacionada con la cobardía, la indolencia y la astucia. En este ambiente primitivo, donde las tradiciones agarrotan e inmovilizan, donde los curas someten y humillan tanto como las autoridades, no hay mucho donde escoger si es que en alguna circunstancia se nos permite realmente escoger. Müller retrata a todos, faisanes, cazadores, lechuzas, sin lástima ni sensiblería, sabiendo que el ser humano contiene a los tres y que, aunque no haga falta un contexto determinado para que salgan a la luz, un estado de opresión como el que se vivía en la Rumanía de Ceaucescu es el mejor catalizador posible.
Amalia stă în fața oglinzii. Fuorul ei e roz. Sub buricul Amaliei crește dantelă albă. Prin găurile din dantelă, Windisch vede pielea de deasupra genunchiului ei. Genunchiul are fire fine de păr. Este alb și rotund. Windisch mai vede o dată în oglindă genunchiul Amaliei. Vede cum găurile din dantelă se întrepătrund.
În oglindă sunt ochii nevestei lui Windisch. În ochii lui Windisch găurile sunt fugărite în tâmple de bătaia genelor. În colțul ochiului lui Windisch i se zbate o arteră. Ea sfâșie dantela. În ochiul lui Windisch, pupila învârte fâșiile desprinse din dantelă. (p. 113)
Windisch își închide ochii. Își simte ochii în mâini. Ochii fără față.
Cu ochii dezgoliți și cu piatra în coaste, spune Windisch cu voce tare:
- Omul este un mare fazan pe lume. (p. 117)
Political truth in the 20th Century was often monopolized by the holders ofMuller was careful at one and the same time to not write anything that would bring the Romanian Securitate down on her, while writing something that captured the essence of living under a captive system.
power. Artists who opposed this monopoly faced real life dangers such as being
censored, condemned, imprisoned, or killed. In some societies any open
opposition would be crushed; the victors of ethnic struggles would silence the
losers; white colonists would oppress the native populations; women would be
suppressed because of their gender; state or church powers would not allow
their moral and belief systems to be questioned. The stranglehold on truth was
often maintained by a censorship agency of some kind.
Authors, storytellers and other artists sought refuge in the realm of the
Aesopic. They extended Aesop's method of disguising truth in fable, making use
of traditional genres and narratological structures found in folklore, fairy
tale, fable, and myth, to veil their critical ideas and present them in a form
that would circumvent repercussions.
The tractor drivers are wearing small, wet hats. Their black hands are on the table. "Show me," says one. "I'll give you ten lei [a unit of currency]." He puts ten lei on the table. The tractor drivers laugh. Their eyes gleam. Their faces are red. Their glances finger the long flowery skirt [of a little gypsy girl]. The gypsy girl lifts her skirt. The tractor driver empties his glass. The gypsy girl takes the bank note from the table. She twists the plait around her finger and laughs.I like what Muller has done with his short novel and look forward to reading more of her work, which should be relatively easy now that she's won the Nobel Prize in Literature (2009).