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Rarezas y enigmas

En este gobierno no hay campo para los acuerdos. Y sobre todo para que la palabra comprometida se respete.

María Isabel RuedaPeriodista
Este es un gobierno supremamente raro. En esta sola semana han pasado cosas: la primera, el propio Gobierno prefirió romper el acuerdo que había propiciado él mismo en el Congreso para llegar a un texto de reforma de la educación que les diera gusto a algunos caprichos del Gobierno, pero que, a su vez, le “mochara” algunas locuritas, en defensa sobre todo de la coexistencia de la educación pública y privada. No fue sino que Fecode, millonario benefactor de la campaña petrista, paralizara dos días la capital para que en gratitud el Gobierno rompiera su acuerdo con la oposición y se cayera la reforma. Conclusión: en este gobierno no hay campo para los acuerdos. Y sobre todo para que la palabra comprometida se respete.

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Lo segundo que pasó muy raro es que el Gobierno tolera que el ‘Estado Mayor Central’ de las Farc expida manuales de convivencia, como lo denunciaron 'Semana' y el politólogo Pedro Medellín en su columna de EL TIEMPO. En ellos se declaran autoridad legítima en ciertos territorios; se regulan aspectos como el expendio de licor, las horas de ruido y... ¡se penalizan los rumores y los chismes! También se carnetiza a la población civil, se controlan sus ingresos económicos y se ordena que los visitantes se registren. Se está instalando gradualmente una especie de Colombia federal.
Lo tercero fue que Petro entronizó el sombrero de Carlos Pizarro como un desafío en defensa de su memoria. Cierto es que tuvo las agallas de firmar la paz, pero previamente cometió terribles delitos de lesa humanidad, como la toma que causó la inmolación de los magistrados del Palacio de Justicia. ¿Dónde hay en el Palacio de Nariño un solo símbolo que traiga a la memoria la trayectoria de toda una generación de juristas que desapareció bajo la alianza del M-19 con Pablo Escobar? Que Petro gobierna en nombre del M-19 nos lo recuerda con frecuencia, hasta enarbolando su bandera en los actos públicos. Y cada vez es más grande la duda de si gobierna para todos los colombianos o solo para sus simpatizantes y áulicos.
Más rarezas. Que el hermano de Laura Sarabia, denuncia 'Semana'Rarezas y enigmas, se ha enriquecido en este gobierno, bajo la inevitable sospecha de que ha sido aprovechándose del poder de su hermana en el gobierno Petro. Y que Verónica Alcocer, primera dama, anda denunciando que… ¡funcionarios del Gobierno de su esposo intentan involucrarla en el escándalo de los carrotanques de la UNGRD!
Para culminar una semana de rarezas de este gobierno con un gran enigma, el Presidente y su ministro de Hacienda sacaron pecho por el índice de seguimiento a la economía en abril, revelado por el Dane, que arroja un crecimiento de 5,52 %. Según el ministro Bonilla, “esto despegó”. Sin embargo, las voces de los más importantes economistas piden prudencia. Aún no es claro si este resultado cambia el pronóstico para el año en el país y hacen varias advertencias.
No es comparable este abril, que tuvo más días hábiles por la Semana Santa que el año pasado, pues cayó en marzo, por lo cual la cifra real comparativamente no es del 5,52 % sino del 4 %. Desde luego, el 4 % sigue siendo mejor que un 1 % o que un resultado negativo, pero preocupa el desempeño por actividades. El agro, los espectáculos, pero sobre todo la burocracia, medida por la nómina oficial y no por la construcción de carreteras ni de puentes, son los grandes protagonistas de este todavía incierto repunte. Siguen en declive la industria y la construcción, que este año han caído 2,8 %; también cae el comercio, que entre los tres sectores conforman la tercera parte del PIB. También están caídos el turismo interno y la actividad hotelera. Es decir, en total, caen todos los sectores que generan el 50 % del empleo. En marzo cayeron fuertemente las importaciones: de maquinaria, un 40 %; de materias primas, un 20 %, que deben estar muy asociadas al nivel de producción. En abril se repusieron un poquito, nuevamente efecto Semana Santa. Pero ¿qué recuperación podemos esperar de ahí?
Y de manera muy relevante, sigue la enorme caída de la inversión, sin la cual, definitivamente, no habrá crecimiento, como no sea el impulsado por el gasto público. En conclusión, la confianza en este gobierno sigue muy esquiva.
El gran enigma es: ¿son sostenibles estos resultados? Una pista importante nos la da el ministro de Hacienda. Ha ordenado un recorte fuerte en el presupuesto destinado a varias entidades del Estado. Entonces: si este crecimiento del 4 % está recostado sobre unos aceptables resultados agrarios (aunque recordemos que es mes de cosechas y que, a la vez, en el campo se han perdido cerca de 200.000 empleos), y se recuesta en especial en la burocracia, alimentada con gasto público, castigado este a su vez con un recaudo tributario menor de lo esperado, ¿no estará dudando hasta el propio Bonillita de que estos resultados le aguanten?
MARÍA ISABEL RUEDA
(Lea todas las columnas de María Isabel Rueda en EL TIEMPO aquí)

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