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Análisis

Europa

¿Cuáles son los principales retos que tendrá en el Reino Unido el nuevo primer ministro, Keir Starmen?

Así celebraron los laboristas su triunfo en las elecciones del jueves.

Así celebraron los laboristas su triunfo en las elecciones del jueves.

Foto:AFP

El laborista recibió este viernes el visto bueno del rey Carlos III para conformar gobierno. Entre tanto, el Partido Conservador vivió su peor derrota electoral de los últimos años.

maría victoria cristancho
De "no se puede ganar” a “no se puede perder” fue la motivación del nuevo primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, para convertirse el 58.º gobernante de la historia del Reino Unido. Luego de las elecciones del 4 de julio, los laboristas defenestraron al desgastado Partido Conservador, que había regido en el país desde hace catorce años con cinco primeros ministros y la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial

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Esta nueva era de gobierno laborista comenzó justo al mediodía del pasado viernes luego de que Starmer recibió la aprobación de su mandato de manos del rey Carlos III en una sesión privada en el palacio de Buckingham. Después atravesó por primera vez la emblemática puerta negra del 10 de Downing Street, que ahora será su residencia y despacho oficial.
Se trata del sexto nuevo primer ministro laborista en la historia del país, pero cuyo triunfo es visto más como el resultado de una elección perdida por los conservadores, en lugar de ganada por el Partido Laborista, con sus 412 miembros al Parlamento de 650 escaños posibles. Del otro lado, los tories (el apelativo usado para los miembros de la tolda conservadora) lograron apenas 121 escaños, su número más bajo en la Cámara de los Comunes desde 1832.
El poder del Laborismo se aseguró con solo el 34 por ciento de los votos en una baja participación de alrededor del 60 por ciento. El porcentaje de votos del Partido Laborista fue menos del dos por ciento mayor que en 2019, cuando el partido se redujo a alrededor de 200 escaños.

“Keir era desconocido en la política hasta el 2015”, recuerda uno de sus copartidarios laboristas, Paul Donovan, al recordar que lo vio por primera vez en persona, en los días más negros del laborismo, con la estruendosa derrota del entonces líder izquierdista Jeremy Corbyn en el 2016 frente a Boris Johnson.

“Es un plomo en el ala para Starmer”, aseguró a EL TIEMPO Rory Stewart, analista y exmiembro del Parlamento británico, al referir que eso explicaría el porqué de las discretas palabras que usó Starmer, de 61 años, para referirse a la mayor victoria electoral de su partido en el Reino Unido en este siglo: “estabilidad y modernización”.
A sabiendas que no tendrá “una de miel” que todo novato gobernante tiene, se mostró cauteloso al restringirse de hacer promesas que no sabe si cumplirá, según Stewart. Tampoco dio luces sobre las estrategias que asumiría para recuperar las finanzas, impulsar el crecimiento y mejorar las condiciones de vida a los británicos, quienes arrastran los efectos en sus bolsillos de una inflación que llegó al pico de 11 por ciento hace menos de un año, aunque ahora está controlada con un 2 por ciento.
Esa actitud le ha valido que analistas y críticos acusan al líder laborista de carecer de una línea clara de gobierno y hasta de preparación, pese a que su victoria estaba cantada por todas las encuestas electorales.
Sus aliados prefieren asegurar que Starmer quiere imprimir un nuevo rumbo para el país, alejándose del dramatismo político que caracterizó a sus predecesores y enfocándose en un liderazgo sobrio y efectivo. Con un trasfondo como abogado de derechos humanos y director de la Fiscalía Pública, Starmer ha proyectado una imagen de integridad y eficiencia. Su estilo de liderazgo, marcado por la cautela y la planificación meticulosa, se refleja en el enfoque con el que ha preparado su ascenso al poder.
El saliente primer ministro británico Rishi Sunak.

El saliente primer ministro británico Rishi Sunak.

Foto:AFP

¿Quién es Keir Starmer?

“Un rostro de trueno” es como lo describió la prestigiosa comentarista de la BBC Laura Kuenssberg, al referirse al Starmer en su época como líder de la oposición, frustrado al presenciar los planes conservadores año tras año. Esta frustración, sin embargo, se convirtió en determinación.
De tez blanca y contextura atlética de jugador de fútbol de fin de semana, el nuevo primer ministro no da muchas señas del tipo de gobernante que será. El nuevo inquilino del 10 de Downing Street es visto por algunos como una figura elusiva, abogado de cuello blanco, implacable, despiadado y de sonrisa calculadora. Otros lo describen como afectuoso, considerado y justiciero.
En lo que coinciden unos y otros es en que es un personaje difícil de encasillar. Su propio biógrafo Tom Balwing lo certificó en Keir Starmer: la biografía, libro publicado este mismo año. Una biografía que muestra un hombre que moldeó su carácter en una infancia de carencias económicas y afectivas, hijo de un obrero y una enfermera, cuatro hermanos, compartiendo una pequeña vivienda a las afueras de Londres.
El primer ministro británico entrante y líder del Partido Laborista, Keir Starmer, y su esposa Victoria.

El primer ministro británico entrante y líder del Partido Laborista, Keir Starmer, y su esposa Victoria.

Foto:AFP

“Keir era desconocido en la política hasta el 2015”, recuerda uno de sus copartidarios laboristas, Paul Donovan, al recordar que lo vio por primera vez en persona, en los días más negros del laborismo, con la estruendosa derrota del entonces líder izquierdista Jeremy Corbyn en el 2016 frente a Boris Johnson.
Desde que se convirtió en líder del Partido Laborista en abril de 2020, Starmer se empeñó en reposicionar su tolda y ganar la confianza del electorado. En el camino, hizo una purga silenciosa, aislado las corrientes más radicales, incluyendo al propio Corbyn.
Desde entonces se empeñó en lavarle la cara al laborismo, que se percibía como “izquierdoso”, e imprimirle un estilo más parecido al neoliberalismo de Tony Blair de los años 90. Tal vez, eso explica que usara en su campaña un lema muy simple: “cambio”.
La pregunta aún sin respuesta: ¿qué tipo de cambio? A pesar de la magnitud de su victoria, el manifiesto laborista no promete movimientos radicales y desconocidos. “No hay secretos”, comentó una figura de alto rango del partido. El enfoque de Starmer ha sido cauteloso y meticulosamente planificado.
Esa duda le da argumentos a quienes piensan que el triunfo del Laborismo con 412 curules de los 650 en disputa en la Cámara de los Comunes del Parlamento, no es un triunfo de Starmer, sino el resultado de la derrota de Rishi Sunak, de 42 años, del desgatado y dividido partido Conservador, que gobernaba desde el 2010. Su legado incluye dejar al Reino Unido de 69 millones de habitantes, aislado de sus otrora aliados de la Unión Europea, tras el brexit, y con un deterioro de sus finanzas, muy por detrás de sus socios de los países más poderosos del Grupo de los Siete, incluyendo Estados Unidos, Alemania y Japón.
A grandes rasgos hay tres puntos en lo que hay algunas luces del nuevo mandato: la ampliación de los derechos de los trabajadores, asegurando mejores condiciones de trabajo y mayor seguridad para los empleados; un sistema de planificación más ágil y eficiente es una de las prioridades para facilitar el desarrollo económico, y la creación de una empresa estatal de energía busca garantizar un suministro energético seguro y asequible para todos los ciudadanos.
El desafío será contener la crisis del costo de vida, bajar las tasas de interés bancarias al 5,5 por ciento, pero generando la confianza de inversionistas que han tenido represadas sus chequeras para poner a mover la economía estancada en 0,1 por ciento del producto interno bruto, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas británica.
Puestos de votación en Reino Unido.

Puestos de votación en Reino Unido.

Foto:AFP

Los otros desafíos que tendrá el Partido Laborista en el Reino Unido

Starmer tendrá como contraparte a un partido Conservador desbaratado, de la mano del auge de la extrema derecha encabezada por un populista anti-europeísta y antimigración, Nigel Farage del movimiento Reforma, que llega al Parlamento con 5 curules. Ese es el mismo fenómeno que estamos viendo en Europa, con las elecciones del Parlamento Europeo, y los gobiernos de extrema derecha en seis países del bloque, incluidos Italia, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Croacia y la República Checa.
El tema de la alta inmigración es otro aspecto que tendrá que enfrentar el gobernante, quien ha sido dicho en el pasado que revertirá la política hostil impuesta por los conservadores en los últimos años con la llamada Ley Ruanda de enviar al país africano a los solicitantes de asilo que lleguen a territorio británico de manera ilegal. Recientes datos oficiales publicado mostraron que 882 personas llegaron de manera ilegal, la cifra diaria más alta desde finales de 2022.
Starmer tendrá que navegar las aguas turbulentas de la política internacional. En el tema europeo, el nuevo primer ministro británico tiene ante sí la tarea de reconstruir puentes con la Unión Europea, lo que podría suavizar algunas tensiones y facilitar acuerdos en áreas específicas". Esta estrategia de mantener relaciones constructivas con la Unión Europea será crucial para el Reino Unido post-Brexit, según Anand Menon, director del think tank UK in a Changing Europe,
El otro tema donde Starmer ha sido ambiguo es el relacionado con el conflicto en Gaza, que ha dejado más de 25.000 palestinos muertos y un centenar de rehenes desde los ataques de Hamas en octubre del año pasado, ha polarizado la opinión pública británica. Su postura ha generado críticas y demandas de una posición más clara y crítica hacia Israel.
La guerra en Ucrania también seguirá en la agenda británica. “Es probable que mantenga el apoyo militar y diplomático a Ucrania, aunque podrían variar las tácticas y la intensidad del compromiso", sugirió a medios locales, Jamie Shea, exfuncionario de la Otán
A pesar de las presiones internas y externas para adoptar posiciones más audaces, Starmer parece decidido a seguir una estrategia cuidadosa. Su mayoría parlamentaria le da la libertad para implementar su agenda sin ceder a las demandas de cambios radicales.
maría victoria cristancho
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