Megadeth en Bogotá: un concierto para entender el mundo desde el 'metal'

Así es el nivel de conexión de los fanáticos de la agrupación originaria de Los Angeles con la dinámica de cada uno de sus conciertos. Pero, lejos de que sus críticas sean una escena deprimente, cada noche es una fiesta. Este domingo 21 de abril fue la primera de dos fiestas seguidas de Megadeth en el Movistar Arena.​

Difícil creer tal relación: esta es la sexta vez que Megadeth actúa en Bogotá en 24 años y primera vez en la comodidad de este escenario (que no es un tema menor).

Tal vez de ello se desprendió el agradecimiento entre lágrimas que Dave Mustaine reconoció al público bogotano casi al final del concierto: "Ustedes son un público jodidamente grandioso", dijo, luego de poner sus manos sobre la cara, como conteniendo las emociones, y de que el público iluminara de manera sincronizada las luces de miles de celulares, unas de amarillo, otras de azul y otras de rojo, formando la bandera de Colombia (este gesto no era parte del show, sino que fue coordinado por el club de fanáticos Megadeth Colombian Fan Club).

(Lea, además: entrevista con Dave Mustaine, 'Dios me tiene vivo por una razón').

También, tal vez de esa relación tan profunda, se desprenden detalles con este público, como el haber interpretado una canción que nunca había tocado antes en el país -él mismo lo recordó al darle paso: "esta no la hemos tocado aquí antes"-, refiriéndose a 'Devil's Island', original también del álbum 'Peace Sells', y que en la gira solo la interpretó en el anterior concierto, en Sao Paulo.
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​Fueron en total, en Bogotá, 16 canciones en manos de Mustaine (en guitarra y voz líder), James LoMenzo en el bajo, Dirk Verbeuren en la batería y Teemu Mäntysaari en la guitarra. Como siempre Mustaine con su colección de guitarras 'Flying V'.

La historia de Megadeth con la capital colombiana comenzó en el año 2000, cuando se presentó en el Parque Simón Bolívar, siendo una de las primeras bandas internacionales en aprovechar ese escenario, aún precario en condiciones (un año antes lo había inaugurado Metallica); luego vinieron: 23 de noviembre de 2011, en el Palacio de los Deportes; 2 de septiembre de 2012, en el teatro Royal Center; 19 de octubre de 2013, en el Parque Simón Bolívar de nuevo; 6 de mayo de 2014, repitiendo en el Royal Center, y luego una pausa larga hasta este 2024, 10 años después.
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​Este domingo, Megadeth se encontró con el público con una iluminación y sonidos de gran calidad. En otras ocasiones, ese ha sido un problema notorio. Pero esta vez lo tenía todo, a tal punto que dejaba entrever la sencillez del montaje de la gira 'Crush The World' que los trajo: un fondo estático y dos pantallas, nada de fuegos artificiales ni animaciones computarizadas. Apenas, la presencia en una canción de Vic Rattlehead, la mascota huesuda que los acompaña desde 1985, cuando lanzaron el álbum 'Killing Is My Business... and Business Is Good!'. Y con eso ya era suficiente para el público.

En esta ocasión, la primera canción fue 'The Sick, the Dying… and the Dead!', con la que han abierto toda la gira.
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Luego siguieron en los primeros 40 minutos: '​Dread and the Fugitive Mind', 'Skin o' My Teeth', 'Wake Up Dead',
y 'In My Darkest Hour'.

En cada solo, Teem Mäntysaari mostraba por qué había sido llamado a esta banda en 2023. Su afinación y su combinación con Mustaine son notorias, lo cual disipaba cualquier rumor, como el que despertó en su concierto de la gira un gesto entre los dos artistas.

Entre el público también se comentaba la solidez en la batería de Dirk Verbeuren.

Un momento mágico fue cuando empezaron a interpretar 'Angry Again', de 1993 (una época diferente frente a los álbumes iniciales de los 80), que es muy recordada por ser parte de la banda sonora de la película 'Last Action Hero', de la cinematografía de Arnold Schwarzenegger.

A partir de ahí, la energía nunca bajó y la electricidad entre el público fue clara. 

También la carga política, con la apocalíptica 'Countdown to Extinction', del álbum homónimo de 1992, que era una joya en una época en la que las bandas de metal intentaban girar hacia una ola menos de autor y con mayor salida entre un público que ya empezaba a seguir los sonidos del 'grunge'. Este álbum fue una declaración de principios: decir "seguiremos haciendo el mismo arte".

Le siguieron: 'Sweating Bullets' (del mismo álbum), 'Hangar 18', 'Trust' y otro momento alto: 'Tornado of Souls'.

Pero fue en el juego en francés 'A tout le monde' que las cosas se pusieron emotivas. En la oscuridad, la bandera de lucecitas, en una canción que es una suerte de epitafio:

A tout le monde
A tout mes amis
Je vous aime
Je dois partir
These are the last words
I'll ever speak
And they'll set me free

El público cantó en francés con Mustaine. El público se sabía la letra y le siguió frase por frase. Mustaine estaba auténticamente emocionado.

Para el último segmento, vinieron el regalo de 'Devil's Island' y luego dos bombas para cualquier fanático de Megadeth: 'Symphony of Destruction' y 'Peace Sells'. Fue aquí cuando hubo otro gesto coordinado por el grupo de fanáticos, que repartieron también dos versiones de una hoja blanca, una con el símbolo de "$" y otra con el símbolo de la paz, aquel círculo de la campaña por el desarme nuclear de 1958.

Tras un breve receso, la banda volvió al escenario y se despidió con la última bomba política: 'Holy Wars... The Punishment Due', original de 1990, que le canta a los conflictos religiosos en el mundo. Mustaine se inspiró en esta canción al investigar sobre el conflicto de Irlanda del Norte.
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​Luego, al comenzar los aplausos, la banda saludó en un fuerte abrazo y luego Dave Mustaine -un músico que parece no envejecer, a sus 62 años, y lo demuestra abriéndose la camisa- permaneció solo en el escenario, por unos minutos, recibiendo el amor del público.

La presentación de Megadeth, este 21 de abril, tomó aproximadamente hora y media desde las 9:15 p.m.. Antes, como banda de apertura, actuó la bogotana Perpetual Warfare, que demostró gran nivel (tiene 18 años de existencia) y se llevó parte de la atención del público, al punto de convocar con éxito una licuadora de 'pogo' (actividad física similar al baile, pero en el metal), como en los mejores momentos del día fuerte del festival Rock al Parque.

"Hey. ¡qué bien que suenan!", comentaba un espectador que había llegado a Bogotá a ver a Megadeth acerca del cuarteto bogotano.
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​Todo esto causaba contrastes con la naturaleza misma del escenario Movistar Arena: mientras estas licuadoras empezaban a crecer y a repartir empujones sincronizados, los meseros -que se contaban por decenas, muy elegantemente uniformados- daban vueltas entre todo el público, vendiendo comidas y bebidas. No es un cuadro común en un concierto de metal, por lo que causaba risa entre algunos asistentes. Pero ¿por qué no ocurría antes? ¿Por qué los escenarios no veían ese potencial en el público del 'metal'? Son dos días de Megadeth, uno con casa llena y el otro con escasa boletería disponible, este lunes.