Son los animales m�s mort�feros del planeta. �Ser�a positivo aniquilarlos?
Cada a�o los mosquitos matan con su picadura a 725.000 humanos. Infectan de malaria a m�s de 200 millones y apagan la vida de 450.000. Contagian con dengue a unos 60 millones de personas, de las que mueren 20.000, la mayor�a ni�os. Miles de beb�s est�n naciendo con microcefalia por causa del zika transmitido por el mismo mosquito que mata a 44.000 por fiebre amarilla. Los humanos hemos declarado la guerra a estos min�sculos seres. La agresi�n a nuestra especie es tan severa que estamos barajando exterminarlos.
No ser�a la primera vez. Cada a�o llevamos a la extinci�n a alguna especie sin pretenderlo, las hemos ejecutado voluntariamente para protegernos. S�lo en el siglo XX, el virus de la viruela mat� a m�s de 300 millones de personas. No quisimos tolerar m�s. A golpe de vacunas, fue acorralado y desde 1980 est� encarcelado. Este ser vive hoy congelado en un par de laboratorios de Rusia y EEUU. Un final conveniente, dif�cil de igualar con los mosquitos.
�Es una batalla perdida. Los mosquitos son las estrellas de la evoluci�n. Est�n por todas partes. Nosotros moriremos y ellos seguir�n aqu��, asegura el entom�logo Miguel L�pez Munguira, de la Universidad Aut�noma de Madrid. Ocupan todo el planeta, excepto la Ant�rtida. Desde el �rtico hasta ciudades de los pa�ses m�s desarrollados, pasando por las selvas tropicales. Son 3500 especies, 200 de las cuales se alimentan de sangre.
Los hay con un dise�o perfecto para conquistar el actual mundo globalizado. El mosquito tigre tard� menos de 100 a�os en expandirse por medio mundo. Viv�a exclusivamente en los troncos de los �rboles de la selva h�meda del sudeste asi�tico. Ahora se ha instalado en nuestros jardines, incluidos los espa�oles, y se ha adaptado a anidar en climas muy distintos al de su tierra natal.
La clave est� en la resistencia de sus huevos. No los hab�a puesto a prueba hasta que inici� su viaje a territorios lejanos a bordo de neum�ticos usados en alg�n contenedor de carga. Ricos en grasas y prote�nas, aguantan el invierno hasta que llegan las suaves temperaturas. Hoy son las especies invasoras m�s peligrosas del mundo.
Si no podemos aniquilar a todos los mosquitos, podr�amos tratar de acabar al menos con el centenar de especies que transmiten enfermedades con su mordisco. En momentos concretos de la historia hemos diezmado hasta la agon�a poblaciones de estos animales. A principios del siglo pasado, el mosquito Aedes aegypti fue reducido a la nada en Panam� tras matar por fiebre amarilla a 10.000 obreros que constru�an el canal. Hoy trae de cabeza a los pa�ses latinoamericanos por los brotes severos de zika, dengue y chikungunya.
EEUU fumig� su territorio con DDT para acabar con el mosquito Anopheles hasta que se declar� libre de malaria en 1949. En Espa�a secamos los humedales del sur en los a�os 50 para frenar esta misma enfermedad. Algunas especies que viv�an en ese h�bitat se extinguieron, pero el paludismo dej� de azotar. En la actualidad tenemos armas m�s sofisticadas para acabar con la amenaza voladora. Los insecticidas, bacterias que reducen la capacidad de los mosquitos para transmitir enfermedades, versiones transg�nicas de estos insectos que se aparean con las hembras para que pongan huevos incapaces de prosperar o los mosquitos machos est�riles por radiaci�n.
La erradicaci�n de cualquier especie est� cargada de efectos secundarios. Si desaparece una pieza de un ecosistema, �ste se desequilibra. A veces colapsa por el cambio brusco de relaciones entre especies, pero la mayor�a de las veces se acomoda a su nueva situaci�n pasado un tiempo. De hecho, la mayor�a de los ec�logos asegura que en poco tiempo el mosquito dejar�a de echarse de menos y su funci�n sustituida por otros insectos.
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SANGRE NUTRITIVA
Si eliminamos los bebedores de n�ctar, la polinizaci�n de especies silvestres se ver�a afectada, pero no demasiado. Los cultivos comerciales no sentir�an su ausencia, puesto que los polinizamos con abejas. Muchas aves, peces, murci�lagos y anfibios que se alimentan de larvas de mosquitos morir�an, pero s�lo hasta que encontraran otra presa disponible. Es m�s, hay lugares, como el �rtico en primavera, donde acabar con ellos ser�a un alivio. Forman densas nubes que sirven de alimento a muchas aves. Su desaparici�n habr�a sido sangrante hace unas d�cadas y la poblaci�n de aves que anidan all� habr�a ca�do en picado. Ahora el calentamiento global ha multiplicado su n�mero hasta niveles insoportables.
Pero no todo iba a ser tan sencillo. �La sangre humana es un alimento demasiado nutritivo. Si desaparecen los mosquitos que se alimentan de ella otro artr�podo ocupar�a su lugar�, comenta Javier Lucientes, profesor de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza y uno de los expertos que dise�a para el Gobierno estrategias para contener su expansi�n.
Las garrapatas, pulgas, piojos, la vinchuca (que transmite el mal de Chagas), o las polillas vampiro son bebedores de sangre que ocupar�an el trono del mosquito. O podr�amos llevarnos una sorpresa y alg�n animal indeseable abandonar�a el anonimato y empezar�a a alimentarse con fruici�n de nuestro l�quido vital. A�n est�n sin descubrir la mitad de los artr�podos del planeta.
La batalla es una lucha de igual a igual. Ellos son plaga, nosotros tambi�n. Vamos camino de los 9.000 millones y queremos ser m�s. Somos una especie ambiciosa y no aceptaremos una derrota. O los mosquitos o nosotros. No hay espacio para ambos.
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