Tras no lograr un acuerdo sobre la reducci�n de la jornada laboral en el plazo que, tras reiteradas amenazas y ultim�tums, intent� imponer unilateralmente la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda D�az, el Ejecutivo parece ahora dispuesto a flexibilizar los tiempos y suavizar el tono en busca de un pacto. Trabajo se ha comprometido a presentar una nueva propuesta la pr�xima semana, y el ministro de Econom�a, Carlos Cuerpo, ha asumido que las conversaciones podr�an du
rar �semanas o meses�.
El nuevo escenario, lejos de las prisas infundadas que llevaron a D�az a amagar con aprobar la medida sin contar con la patronal, supone una desautorizaci�n
de facto
de la vicepresidenta segunda. El cambio de tono -en el que ha podido influir la posici�n de PNV y Junts- va en la buena direcci�n, pero
la propuesta de reducir la jornada a un m�ximo de 37 horas y media semanales a�n presenta problemas
. Aunque es un objetivo deseable, no puede imponerse sin un acuerdo con los agentes sociales y sin que vaya acompa�ado de un aumento generalizado de la productividad. Si todo el coste de la medida recae sobre las empresas, da�ar� al crecimiento y el empleo. Adem�s, las m�s expuestas son las pymes, ya sometidas a una presi�n excesiva por el af�n intervencionista del Ejecutivo. Seguir ignor�ndolas ser�a un grave error que pagar�amos todos.
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