La derecha de toda la vida, la que prefer�a la injusticia al desorden y no renunciaba a las buenas maneras ni sobre la cubierta ya partida del Titanic, pod�a aceptar la superioridad moral de la izquierda siempre y cuando se se�alara su inferioridad est�tica. Pero el sanchismo ha enloquecido a la derecha hasta el punto de obsesionarla con oscuras claves estrat�gicas e inconfesables planes colectivistas. Con un espanto peligrosamente pr�ximo a la a
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