Andrés Orozco-Estrada, cercano y afable, habla de la música como algo inherente a la vida Alberto Aja
Orozco-Estrada: «El mundo de hoy exige reinventarse, pero eso no significa acabar con la tradición»

Andrés Orozco-Estrada- Director de orquesta

Encuentro de Música y Academia
Orozco-Estrada: «El mundo de hoy exige reinventarse, pero eso no significa acabar con la tradición»

El prestigioso director de orquesta colombiano dirige esta noche el concierto inaugural del Encuentro de Música y Academia de Santander

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Domingo, 7 de julio 2024, 02:00

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«Es muy atento con los chavales», comenta un técnico, terminado el ensayo matinal de la Orquesta Sinfónica Freixenet, que esta noche actuará dirigida por Andrés Orozco-Estrada (Medellín, 1977). El maestro colombiano, una de las batutas más reputadas del mundo, será el encargado de abrir el Encuentro de Música y Academia de Santander. Mientras Péter Csaba da los últimos consejos, ante la atenta y discreta mirada de Paloma O´Shea, Orozco-Estrada conversa, en el patio de butacas, haciendo gala de esa energía que le caracteriza cuando, de espaldas al público, inicia su danza magistral. Esa que le sitúa ahora como director principal de la Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI y a partir del próximo año como director de la Orquesta Gürzenich de Colonia, tras haber pasado por la Sinfónica de Viena o la de Houston y de haber publicado seis discos, con cientos de conciertos por todo el mundo lustrando su trayectoria.

-Regresa a Santander, donde ofreció el concierto por el 30 aniversario de la Escuela Reina Sofía y el 120 aniversario de este periódico el noviembre pasado, al frente de esta joven orquesta. ¿Qué experiencia quiere transmitirles a los músicos?

-Lo más valioso cuando estamos aquí, no tiene que ver con el estilo, sino con la intención de esta gente joven que viene a aprender y a descubrir, de tener la mente abierta. Cuando estoy con la orquesta trabajando, intercambiando música, no dejo espacio para pensar demasiado en otras cosas; venimos a hacer música juntos y cuando empiezo a ensayar, me dedico a ello. Desde lo más técnico a lo más emocional. Vienen con una maleta vacía para llenarla de experiencias.

El concierto

  • Lugar Sala Argenta, Palacio de Festivales, 20.00 horas.

  • Programa 'Fantasía Carmen', de Franz Waxman, interpretada por Anna Lee, violín. 'Sinfonía num.5. en re menor Op.47', de Shostakovich.

-¿Y también de dudas?

-Las dudas son parte del proceso. Que un pasaje no salga o una nota no esté en su lugar, que los dedos nos respondan todavía al virtuosismo que exige la partitura, no es necesariamente un problema, sino un paso más. Lo veo como algo positivo, como algo que tiene que pasar. En la vida siempre habrá cosas a mejorar, dificultades que hay que coger por los cuernos y afrontar para seguir adelante. Eso es lo que hacemos aquí, de una forma más grande, más grupal. Quiero pensar que lo que todos se van a llevar, más allá de los aplausos, de la gran sala, es el proceso, el camino hacia el final y cómo llegamos a expresar algo todos juntos, a través de un trabajo muy intenso que vale la pena.

-Menciona lo emocional como una clave. ¿También lo será en el repertorio de esta noche?

-Nuestro trabajo es buscar esa emoción y encontrarla donde no parece que la haya. No es el caso de este programa, en el que todo está cargado de elementos, desde la 5ª de Shostakovich a las obras con la solista Anna Lee, todas son piezas con una carga muy clara e intensa, con mucha personalidad. A veces uno se encuentra, en el repertorio contemporáneo, con que no tiene las herramientas para traducirlas a su propia manera de entender y la sensación que nos da es que nos toca recurrir a muchas otras ideas para ponerle algo de intención. Independientemente de la partitura, nuestro trabajo siempre es sacar esa música que hay detrás de cada nota, de acuerdo a la intención del compositor.

-¿Encuentros como este sirven para dotar a los músicos de las herramientas con las que lograr llegar a ese punto?

-Confío en que sí. Habría que mirarlo en retrospectiva. Hablar hoy con las personas que pasaron hace treinta años por aquí, ver qué están haciendo y preguntarles. Eso sería bonito. Yo tengo el gran honor de estar por primera vez aquí y veo un encuentro muy maduro, muy organizado, estable y con una orquesta que, aunque va variando, tiene de por sí un engranaje que funciona muy bien. Todo resulta muy profesional.

-¿Eso hace más fácil la inmersión en el aprendizaje?

-Quisiera creer que todo el proceso, no solo en este encuentro, sino la música de cámara, lo que harán desde el punto de vista social, no solo en esta gran sala, sino en lugares más pequeños, son también experiencias muy importantes de las que aprender. No solo a tocar muy bien, sino a buscar como sea la manera de crear un diálogo con las personas. Todo eso creo que lo llevan de vuelta a sus casas, de forma consciente o no, y sigue creciendo después.

-Un encuentro maduro que se enfrenta a un cambio de ciclo, con la despedida del maestro Péter Csaba, tras 22 años en la dirección. ¿Los cambios son necesarios para avanzar?

-Conozco poco del corazón como tal del encuentro, puesto que solo soy un invitado y algo mejor la Escuela Reina Sofía de Madrid, pero desde un punto de vista más general, aplicable a la música y a la vida, en las relaciones con los seres humanos siempre vienen bien las reflexiones. Primero para evaluar dónde estamos, qué hemos hecho y qué no y qué queremos hacer, que es la parte más bonita. El mundo de hoy en día exige reinventarse. Eso no significa acabar con lo que vino antes o que lo que lleva una tradición no tenga un valor; es todo lo contrario. La madurez se consigue al repetir las cosas. Por ejemplo, como director, cuando repites una obra muchas, muchas veces, es cuando empiezas a sentir que tienes un cierto dominio sobre ella. En un encuentro como este, estoy seguro de que sucede lo mismo; en la madurez te das cuenta de lo que funciona y sabes cómo llegar al éxito porque ya conoces el camino.

Orozco en la Sala Argenta Alberto Aja

-Está muy presente en su discurso el componente social de su trabajo.

-Sí, sí, me parece muy importante e incluso quisiera hacer más. Si tuviera los medios, me encantaría, por ejemplo, salir un día aquí a tocar en la playa con la orquesta, aunque fueran diez minutos, un mini concierto improvisado, que la gente venga, nos pregunte, interactuar. O ir a una residencia, a una cárcel. Me encantaría. Entre otras cosas porque vengo de un país muy bello pero con muchas dificultades. Hasta los 19 años que vine a Europa estuve entre Medellín y Bogotá, en los años 90, una época difícil en Colombia, que nos hizo que entender que la vida tiene mucho valor. Cuando haces arte tienes la llave para abrir muchos corazones. Sé que suena muy romántico, pero es como lo vivo, desde entonces hasta esta misma mañana, cuando empezamos a ensayar.

-Habla de las ciudades en las que vivió y a las que precisamente regresa tras su estancia en Santander. Sin menospreciar otros escenarios; ¿se siente la música de forma diferente al volver a casa?

-Sí, absolutamente. Siempre es muy bonito. Dos ciudades que conozco muy bien; en una crecí y en otra estudié y siempre he tenido relación con las orquestas de ambas. Cuando llego allí me encanta volver a escuchar a la gente, nuestro acento, la comida, el calor humano, la cercanía y el público me recibe siempre con mucha generosidad. Me regala un aplauso muy bonito. Es muy cálido y eso alegra el alma. Pero también llego muy nervioso, porque entiendo que a todo ese aprecio, ya construido, tengo que darle la talla. Así lo siento; por responsabilidad y por respeto, tengo que hacer las cosas mejor que la última vez.

-Uno de los aspectos que se destaca de usted es la alegría que transmite. ¿Le gusta?

-Sí, me encanta. No lo hago desde el punto de vista de aparentar, postizo, sino que me sale realmente así, porque en esencia estoy feliz. Entiendo lo que hago como una combinación entre lo que es mi vida y mi sueño, además de un trabajo que requiere responsabilidad y creo que solo puede ser así. No me parecería honesto o sensato salir a dirigir un concierto a media caña, con mala cara. El público no se lo merece, independientemente de lo que a mí me pase por dentro. Vienen a escuchar y dejarse emocionar, lo que le suceda a cada cual, con los artistas expresándose de la manera más elocuente posible. Cuando paso la puerta estoy en la función y lo hago hasta el final, cuando regreso a mi hotel o a mi casa y ya me puedo poner refunfuñón, tener hambre o que me duela la espalda. Esa ya es otra historia. Pero mientras estoy haciendo música en el escenario, lo más importante es tratar que eso se le contagie, primero a la orquesta y después, juntos, lo proyectemos a los que están escuchando.

La violinista Anna Lee, que actuará en el concierto inaugural

La orquesta Sinfónica Freixenet abre hoy en la Sala Argenta veinte días de conciertos

La Orquesta Sinfónica Freixenet abre hoy, a partir de las 20.00 horas, en la Sala Argenta con su concierto inaugural de la XXIII edición del Encuentro de Música y Academia, un calendario configurado por veinte días y cincuenta citas musicales en Santander y la región. Andrés Orozco-Estrada dirige por primera vez a la orquesta del Encuentro.Tras esta primera velada, patrocinada por Fundación EDP, los jóvenes músicos de la formación y Orozco-Estrada actuarán mañana lunes en el Auditorio Fórum Evolución de Burgos, dentro del ciclo 'Centenario Telefónica'. La violinista Anna Lee, seleccionada como participante del Encuentro este año, será solista en la primera obra del programa, la 'Fantasía Carmen' de Franz Waxman.

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