Más leña mojada que pira
Crítica de cine: 'Casa en llamas'

Más leña mojada que pira

Cinesa ·

En su presentación modulada de personajes la 'casa' resulta más acogedora, pero luego pierde tono, fuego interior y la ardiente atracción de lo íntimo

Guillermo Balbona

Santander

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Martes, 9 de julio 2024, 10:26

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Es coralmente manejable, insípidamente convencional en su ausencia de matices y podría haberse elevado con dosis de acidez a raudales, cosa que nunca llega a plasmar. 'Casa en llamas' es un retrato de incendios de clase, llamaradas de estereotipos y leña al fuego, pero menos.

/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/07/09/cartel-kwrB--224x330@Diario%20Montanes.jpg
  • Año 2024

  • País España

  • Dirección Dani de la Orden

  • Guion Eduard Sola

  • Reparto Emma Vilarasau, Enric Auquer, Maria Rodríguez Soto, Alberto San Juan

  • Género Comedia dramática

Dani de la Orden hace buen cine regularmente y eso es positivo pero también son necesarias las pausas, incluso higiénicas. La escritura de este encuentro/desencuentro familiar (eso está en el ADN de todas las familias) resulta a veces lúcida, otras cargante, y muchas veces al pie de la letra (perdón, de la imagen) con lo que se asiste a una comedia dramática que pide más verdad o que peca de excesiva. En su presentación modulada de personajes la 'casa' resulta más acogedora, pero luego va perdiendo tono, fuego interior y esa ardiente atracción inherente a las fricciones íntimas, de parentesco y tradición hogareña, donde la sangre parece más sangre y los golpes bajos se postulan más hondos.

Muy cerca y cercana de 'La casa', de Álex Montoya, la cinta de Dani de la Orden, centrada en la clase alta, vuelve sobre cuestiones de obligada parada como la melancolía, el paso del tiempo, la identidad, pero sobre todo se adentra en ese estado 'natural' de quienes vienen diciendo una cosa y haciendo otra, o afirmando con la palabra y negando con la cabeza. Las mentiras, la hipocresía, el engaño a los demás y a uno mismo, la fachada, los cimientos y las habitaciones y estancias, simbólica y metafóricamente, son el escenario de la destrucción. A la cinta del cineasta de 'Litus' y 'Loco por ella', le falta catarsis, le sobra tensión controlada y hondura para zarandear a sus criaturas y, por ende, a sus espectadores. De la Orden mete en el cajón familiar y social muchas cosas que prenden y resurgen de sus cenizas cada día. Afloran lo tóxico como mantra de las relaciones, la crisis de identidad y todo ese difuso debate que discurre entre géneros, generaciones, territorios y sentimentalidades. Su película deja a la intemperie los lugares comunes y convencionales pero también queda atrapada en ellos de algún modo. La figura de la madre de la burguesía catalana es lo más atractivo de este paródico retrato lastrado quizá por su pose de terapia de grupo representativo y por algunas situaciones muy teatrales. Cuando consigue que la risa sea amarga, sin afectación, la casa arde con todas sus falacias brillando en lo oscuro.

Reporta un error en esta noticia