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Lección de dignidad

Celebración de resultados en Francia

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La expresión tiene origen médico. Según la RAE, es un “conjunto de elementos, medios o disposiciones que se organizan en algún lugar o país para detener la propagación de epidemias, plagas, etcétera”. Y el método consiste en establecer una frontera en la zona infectada para no dejar entrar ni salir a nadie de este perímetro. El cordón sanitario funciona en medicina y funciona en política. En Francia, desde luego. La derecha conservadora lo ha tenido claro desde finales del ochenta del siglo pasado no sólo por cuestiones morales o ideológicas, sino también por el convencimiento de que cualquier alianza con el Frente Nacional (hoy RN) acabaría devorándola. Aliarse con la extrema derecha, claro, obliga a asumir sus marcos,  hacer concesiones y confundirse con ella de tal modo que a los electores les resulta indistinguible la una de la otra y eligen siempre el original en lugar de la copia. 

Kant decía que en el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Las cosas que se pueden cambiar por otras son las que tienen precio. Aquellas que no admiten ningún valor equivalente son las que tienen dignidad. Por eso en Francia hace cuatro semanas, los conservadores expulsaron a su líder tras querer pactar ante las legislativas con los de Le Pen, lo que implicaba romper el cordón sanitario que históricamente había marcado las relaciones con la ultraderecha. La dignidad antes que el gobierno. En cuestión de horas, el partido de Los Republicanos anunció la destitución de Eric Ciotti y la decisión se adoptó por unanimidad de todos los miembros de su Ejecutiva. ¿Imaginan esto en España? ¿Un Feijóo devorado por su dirección tras unirse a la extrema derecha en lugar de cortar de raíz con ellos? Lo ha hecho en comunidades autónomas y en ayuntamientos y no ha pasado nada. Todo han sido lisonjas. Entre el poder y la integridad, la derecha española, a diferencia de la francesa, lo tiene claro. Siempre lo primero.

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