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Del esplendor a las deudas: se apagan los focos en EFTI, la gran escuela de maestros de la fotografía en Madrid

Fotografía en la exposición 'EFTI, modos de mirar', muestra colectiva de fotografía que reúne el trabajo de 61 fotógrafos de diferentes generaciones que han formado parte de la vida de la escuela.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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37 años de formación, difusión y dedicación a la fotografía. Unas instalaciones con más de 4.500 metros destinados a las imágenes fijas, pero también en movimiento. Miles de profesionales que han crecido entre sus paredes como estudiantes o docentes, desde Alberto García Alix hasta Manu Brabo, pasando por Estela de Castro o Ruth Montiel Arias. Todo eso y más acabó para siempre en EFTI el pasado viernes 31 de mayo. Lo hizo de un plumazo, a golpe de mail para alumnado y para profesorado externo, de WhatsApp para el personal fijo.

“Con todo nuestro dolor y pesar, tenemos que deciros que el camino de EFTI acaba aquí”, indicaba una comunicación dirigida a más de 200 personas entre estudiantes y plantilla. El mensaje ponía punto y final a la trayectoria de la Escuela de Fotografía y Técnicos de Imagen, un centro de referencia en el sector que más tarde apostó por renombrarse y mantuvo sus siglas para añadir la coletilla Centro Internacional de Fotografía y Cine.

“Mucha gente dice que ahí empezó a torcerse la cosa, cuando entró el cine”. Lo comenta en conversación con Somos Madrid una profesora-colaboradora que prefiere no dar su nombre. “Siempre fue la escuela de fotografía de referencia en Madrid. Cuando empecé hace unos años, era un lujo. Un trato exquisito y además pagaban siempre en fecha. Pero los últimos tiempos han sido muy difíciles. Empezaron con retrasos de unos tres meses desde la emisión de las facturas y la cosa fue empeorando todavía más. Me deben 1.200 euros y tengo compañeros a los que tendrían que pagar cantidades mucho mayores ”, explica.

La docente destaca pese a ello “el extraordinario entramado personal y profesional” tejido en la escuela a lo largo de las décadas, que desembocaba en “un entramado artístico todavía más notable”. Ese recorrido hizo que tanto ella como muchos compañeros les dieran “un voto de confianza”. Por ello protesta contra este final “abrupto y tan falto de humanidad”, que deja a cientos de estudiantes sin un título oficial a semanas de acabar las clases.

Este lunes, después de una concentración espontánea frente a la sede del centro en la calle Fuenterrabía (en el distrito de Retiro), EFTI emitió un segundo mensaje en el que aportaba otros datos sin aclarar el incierto futuro de quienes han integrado la institución durante años: “Lamentamos muchísimo esta situación, los que más. Una vez el juez nombre el administrador concursal (AC), nos pondremos en contacto con él/ella proponiéndole que hable con escuelas de referencia, y de esta manera poder continuar y acabar vuestros estudios. Legalmente, nosotros no podemos hacerlo, aunque ésa haya sido nuestra intención, sino que es el administrador concursal quien se puede encargar de ello, no la dirección de la escuela”. Desde EFTI confirman a este medio tanto el cierre irrevocable e inmediato como el concurso de acreedores.

37 años, infinitos modos de mirar

Las actuales (o ya pasadas) directoras de EFTI son Elena del Amo García y Patricia Sánchez Soto, que hace apenas unos meses tomaron el testigo de José Luis Amores, al frente de su administración desde que fuera creada en 1986. Durante su prolongada etapa, que ha acabado derivando en esta clausura, se generó en la escuela toda una sinergia creativa en la que quienes fueron alumnos pasaron más tarde a dar clases o exponer sus obras.

Tal fue el impacto, que en 2018 el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque acogió una muestra colectiva para poner en valor el recorrido histórico del centro bajo el título EFTI, modos de mirar. En ella reunieron trabajos de 61 fotógrafos de diferentes generaciones que pasaron por la escuela como profesores, como alumnos o con ambas facetas. En la exposición se incluyeron obras de Premios Nacionales de Fotografía como Alberto García Alix, Isabel Muñoz, Javier Vallhonrat o Cristina García Rodero; de fotógrafos de agencias tan relevantes como Magnum y de figuras internacionales que también pasaron por EFTI, entre las que sobresale la estadounidense Jane Evelyn Atwood.

“Comparten espacio y tiempo para ofrecernos una panorámica de la transformación del lenguaje fotográfico en las últimas décadas. La fotografía del siglo XXI no es estanca, los géneros se contaminan unos de otros, las herramientas técnicas son casi infinitas pero sobre todo entendemos que no hay una única manera de mirar”, rezaba el programa de la actividad. El siguiente vídeo, en el que diversas personalidades implicadas en la muestra hablan de su obra o su trabajo, da cuenta de la diversidad de miradas que conformaron la historia del centro. El texto que lo acompaña termina con una aspiración que ya no podrá cumplirse: ¡A por 30 años más!

A lo largo de su trayectoria, EFTI también ha sido escenario de muestras fotográficas con todo tipo técnicas y enfoques. En los últimos años una de las más celebradas fue La distancia justa. En ella, el artista Pepe Guinea retrataba los aspectos más cotidianos e íntimos de su experiencia como paciente con cáncer, alejado del sensacionalismo o la grandilocuencia con la que los medios suelen acercarse a esta enfermedad. La mirada se detenía en pequeños detalles repletos de significado: pulseras identificativas, pastilleros o una simple camisa flanqueada por batas de hospital.

El proyecto había sido galardonado en 2019 con la Beca DKV de Albarracín, iniciativa dirigida por el prestigioso fotoperiodista Gervasio Sánchez, a su vez antiguo profesor de EFTI. Sánchez es además corresponsable, junto al colectivo Entrepueblos, de una de las últimas exposiciones que acogió la escuela: Activistas por la vida. Otro ejemplo de ese “entramado humano y artístico” que destacan quienes fueron parte de la escuela hasta hace apenas unos días.

Mantener el espíritu de EFTI pese a la herida de su cierre

Juanjo finalizaba en julio un Máster en Fotografía de Autor que comenzó en septiembre y por el que abonó 10.000 euros entre matrículas y tasas. Cuenta que los afectados se han organizado en un grupo de WhatsApp general, además de otros segmentados (de personal fijo, de colaboradores, de alumnado según el curso...). Preparan la vía judicial, pero también subyace un interés por mantener la llama creativa y humana que durante cuatro décadas alumbró EFTI.

Así, asegura que la directora de su Máster está ultimando conversaciones con el profesorado para que puedan finalizar la docencia pendiente al margen de la escuela, aunque al final del curso los estudiantes no reciban un título homologado. “Hay que tener en cuenta que muchos profesores llevaban ya meses trabajando sin cobrar. Ahora se han ofrecido a seguir haciéndolo incluso con EFTI cerrada”, destaca la docente que opta por no dar su nombre.

Juanjo apunta que al menos él ya vivía en Madrid y además ha podido disfrutar de casi todo el programa, pese a que no vaya a recibir un reconocimiento académico por ello. Otros casos son más drásticos, como el de Jimena. En enero se mudó desde México a Madrid para un Curso de Iniciación a la Fotografía. Lo acababa en julio, pero en septiembre iniciaba otro que ya ha pagado con el que esperaba profundizar en cuestiones concretas como el manejo de herramientas de posproducción o la fotografía de moda. En total, 4.600 euros de una formación interrumpida o que ni siquiera había arrancado. Y todavía hay casos más enrevesados, de personas que no solo han abonado ya la matrícula venidera, sino fianzas o mensualidades de los pisos en los que iban a vivir cuando llegasen a Madrid específicamente para estos estudios.

Jimena relata que optó por EFTI para iniciarse en el sector debido a que se la recomendó una exalumna salida de la escuela, ahora fotógrafa de bodas profesional: “Estudió aquí y ha hecho su carrera. Me habló bien y pues me decidí”. La vista de un importante ejecutivo tecnológico hace apenas unos meses fue otro factor decisivo en su decisión.

Ya íbamos viendo cosas raras como que los ordenadores cada vez funcionaban peor, sin que nadie los cambiara o los arreglara

Porque según comentan varios afectados, el centro trató de mantener en todo momento su imagen de prestigio. “Y eso que ya íbamos viendo cosas raras como que los ordenadores cada vez funcionaban peor, sin que nadie los cambiara o los arreglara”, dice Jimena. Juanjo lamenta que, para evitar las suspicacias del alumnado, la dirección siguiese llevando a cabo concursos o convocatorias de premios, con galardones y dotaciones económicas que nunca se darán.

La escuela ha tensado tanto los tiempos que todavía quedan en el interior de EFTI obras de una exposición de estudiantes inaugurada hace apenas una semana. “No nos dejan entrar a por nuestras propias fotografías”, denuncia Juanjo. Cuando finalmente puedan recoger lo que es suyo, el centro se quedará vacío de arte, de creatividad y de miradas por primera vez en 37 años.

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