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Euskadi retoma el debate sobre la tasa turística en el mejor momento del sector

Turistas admirando el Puente Colgante de Bizkaia.

Belén Ferreras

Bilbao —

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El sector turístico vasco pasa por su mejor momento. Euskadi bate récord de entrada de viajeros que lo hacen cada vez de forma más desestacionalizada y se mueven por casi todo el territorio vasco. El parón de la pandemia se ha superado con creces. El año pasado visitaron Euskadi 4,5 millones de turistas, lo que supone un 8,3% más que en 2022. El turismo vive un momento dulce, para bien de los que lo consideran ya una pata fundamental del desarrollo económico vasco - supone ya el 6,5% del PIB vasco y 100.000 empleos, el 11% del total- y para mal de los que creen que está creciendo más allá de lo que un país pequeño como Euskadi se puede permitir sin ir en contra de la sostenibilidad y el equilibrio entre turistas y los habitantes del lugar que visitan. En la búsqueda de ese equilibrio enmarca el Gobierno vasco el debate sobre la implantación de la tasa turística que el consejero de Turismo, Comercio y Consumo, el socialista Javier Hurtado, ya ha anunciado que retomará esta legislatura. Lo avanzó en su primera intervención tras prometer de nuevo su cargo -es el único que repite como como consejero en la misma rama- y este pasado viernes repetía claramente que “esta legislatura se dan las circunstancias” para poder llegar a implantarla de acuerdo con el sector.

No siempre ha sido Hurtado tan favorable a implantar esta tasa. De hecho, durante la legislatura anterior la rechazó varias veces con el argumento de que “no era ni necesaria ni prioritaria”, porque la prioridad entonces era que el sector hotelero, hostelero y turístico se recuperara de la crisis de la pandemia. Ahora, recuperado y consolidado el sector, y en claro crecimiento, el consejero cree que, ahora sí, “se dan las circunstancias” y será él mismo el que lidere el trabajo con el resto de las instituciones y diferentes agentes del sector, a los que convocará en breve para empezar a consensuar una norma que regule ese impuesto, que no plantea en ningún caso como una restricción al turismo sino como una contribución a mantener los servicios y el sector. “No compro el marco de que se trata de una medida contra el turismo. Al revés, nosotros lo vemos como una medida a favor del turismo, a favor de nuestro sector a favor de seguir mejorando todas las externalidades positivas, todas las inversiones. Creemos que es el momento”, dice el consejero. “Tenemos claro el que viene a disfrutar Euskadi tiene que contribuir a mantener Euskadi”, sostiene.

Aunque al final de la pasada legislatura Hurtado ya citó al sector en la Mesa de Turismo y se realizaron reuniones periódicas durante seis meses y se conocieron otros modelos que ya están en marcha en otros puntos del Estado, como en Baleares o Catalunya, o el que estaba avanzado para Valencia, que después no se implantó por el cambio de Gobierno, hay muchos puntos por aclarar, empezando por el puramente fiscal y qué tipo de impuesto va a ser -municipal, foral, autonómico- o si su recaudación va a recaer únicamente en los alojamientos. Y sobre todo: para qué se va a usar los que se ingrese. El resultado final será, en cualquier caso, el resultado del acuerdo entre instituciones y sector, insiste el consejero .

Lo cierto es que es una medida que antes se apoyaba desde sectores muy concretos, pero que ahora tiene cada vez más adeptos y menos detractores. El acuerdo de Gobierno firmado entre PNV y PSE-EE no se refiere a la tasa turística abiertamente, pero sí de adecuar “la normativa a la nueva realidad” y tener “una visión a largo plazo que permita al turismo ser un motor de desarrollo económico que contribuya al bienestar de la ciudadanía”. Y apuesta por un “turismo responsable con el medio ambiente, sostenible económicamente y también socialmente, que permita un enriquecimiento social entre las personas visitantes y las locales, beneficiando a todas las partes”. Y si hace unos años sólo la pedían abiertamente desde el Ayuntamiento de Donostia, cada vez son más los ayuntamientos partidarios de que se implante. Bilbao la considera, de momento innecesaria, pero es cierto que cada vez toma más medidas para minimizar el impacto de un turismo cada vez más creciente en el sector como el manual de buenas prácticas que ha suscrito el Ayuntamiento con el sector para minimizar el ruido de los grupos turísticos y limitar el número de personas en cada uno de ellos. Algo que en Bilbao es una 'recomendación' pero en Donostia ya es una obligación sancionable.

“No hay ningún viajero que cambie de idea respecto a un destino porque tenga que pagar una tasa turística,”, señala Lorea Uranga, presidenta de Atrae, Agencias Turísticas Receptivas Asociadas de Euskadi. “Pero tiene que ser una tasa transparente y que se explique muy bien para qué se paga”, dice. Partidaria de que se implanta la tasa, “porque cuanto más gente viene más servicios se necesitan y eso hay que pagarlo”, cree que tiene que saberse en qué va a revertir. Pone el ejemplo de Baleares, donde se llama ecotasa porque se supone que revierte en mantener medioambiente como lo quiere encontrar el turista. “Podemos llamarlo aquí como queramos, pero estaría bien determinar con claridad que se trata de que todo sea mejor para el turista y también para el habitante del territorio”.

Uranga augura que habrá debate sobre quién debe ser el encargado de cobrar al turista esa tasa,. Si se cobra en los establecimientos hoteleros cree que se producen dos problemas: “Por un lado, se cobrará solamente a los turistas que duermen en un establecimiento, con lo cual se quedan fuera de la tasa los excursionistas de día que a veces son los que más ensucian y los que menos gastan”, dice. “Por otro estás recargando al sector hotelero con una tarea más de la que sólo va a ser un intermediario”, recuerda.

Desde el sector hotelero, Joseba Gorigolzarri, presidente de la Asociación Destino Bilbao, señala que puede ser una tarea “farragosa” para los hoteleros tener que cobrarla, y habrá que determinar bien cómo se hace, pero añade muchas otras dificultades como para poder posicionarse en estos momentos a favor o en contra de la medida, porque son muchas las incógnitas que están abiertas. “Lo primero que debemos saber es cuánto quieren cobrar, quién va a cobrar, y en qué van a utilizar el dinero, porque en principio ese impuesto en unas ciudades, ha sido destinado al turismo, y en otras ciudades a gasto corriente. Esa información es la que necesitamos saber para tener una opinión. Es decir, saber si se hace una recaudación de un impuesto para que luego el propio sector se vea fortalecido y estamos nosotros en la decisión también de en qué se va a utilizar ese dinero que se recauda del turista, pues evidentemente se podría ver con buenos ojos. Si es para pagar el gasto corriente evidentemente la opinión es no puede ser favorable”. También recuerda que será diferente según el tipo de impuesto -gobierno vasco, provincial, ayuntamientos- y su tiene o no carácter obligatorio. “Si puede decidir cada ayuntamiento si la implanta o no sería un problema, porque al final, la gente se acabaría alojando donde no se la cobren”, señala.

Además recuerda que ahora es un buen momento para el sector. “Ahora nadie dejaría de venir a Euskadi por implantar una tasa”. Pero si la situación cambia la gente empieza a mirar los precios. “Acabaríamos los hoteles bajando los precios para poder competir con regiones limítrofes y compensar la tasa”, advierte.

Más turistas y la mitad en temporada baja

Lo cierto es que el sector arrancará el debate con el Gobierno sobre la posibilidad de implantar este impuestos en mejor de los momentos. El último informe informe Ibiltur 2023, un macroestudio de la estadística oficial del Departamento de Turismo que analiza el comportamiento, motivaciones y perfil de los turistas que acuden a Euskadi, a través de encuestas personales realizadas en establecimientos turísticos durante todo un año, más de la mitad de los turistas que visitaron Euskadi el año pasado llegaron fuera de temporada alta, cinco puntos respecto a 2019, lo que demuestra que se está consiguiendo la desestacionalización, algo fundamental para que el sector sea base de crecimiento económico todo el año.

Además es diversificado, porque opta por planes muy diversos entre una oferta cada vez más amplia. “Se trata de un turismo receptivo a una oferta cruzada y multifacética”. Cada turista está una media de 4,1 días, normalmente en más de un alojamiento porque se mueve en diferentes puntos y gasta en Euskadi 612 euros de media en lo que supone un incremento del 19% respecto a 2019, aunque es difícil determinar en este incremento qué parte corresponde a que se gasta más y qué parte a la subida de precios. El gasto directo total es de 1.982 millones en todo el año, un 10% más que en 2019. Y también hay que resaltar el aumento en las compras, que crece 5 puntos, ya que un 49% afirma hacer compras en el comercio.

Respecto al grado de satisfacción los valores son positivos o muy positivos en un 99%, al igual que la valoración de la calidad del destino. Además, la tasa de retención que hace referencia a quienes afirman que volverán a Euskadi en los próximos 12 meses siguientes a su visita, ha mejorado 12 puntos, hasta el 66%.

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