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Sobre este blog

Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.

Jugándosela al plebiscito

El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante sendos actos de campaña

Arsenio Escolar

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Insiste la derecha, tanto por boca de algunos de sus dirigentes como por pluma de muchos de sus numerosos medios afines, en que las elecciones del domingo próximo son un plebiscito sobre Sánchez y sobre el sanchismo. Las urnas del 28M no estarían por tanto, según la derecha, para decidir quién gestiona desde las comunidades autónomas y desde los ayuntamientos, en los próximos cuatro años, la sanidad, la educación, el urbanismo, la vivienda, la movilidad en las ciudades, el impacto de la crisis climática en el territorio y en el día a día de los ciudadanos, etc., etc., sino para determinar si a finales de año sigue o no sigue Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa.

Hasta ahora, los plebiscitos los convocaba el poder, no la oposición. Incluso en el Diccionario digamos oficial —el de la RAE y las academias que tanto cita este cronista—, que dice esto de la palabra plebiscito: “Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre una cuestión política o legal”. Si no por el Diccionario, las derechas deberían saberlo por nuestra historia reciente. Su entre admirado y respetado Francisco Franco se disfrazaba en ocasiones de demócrata convocando referéndums —en 1947, sobre la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado; en 1967, sobre la Ley Orgánica del Estado...— que en el fondo eran plebiscitos sobre sí mismo. O yo, o la horda roja. O yo, o el caos. O yo, o la barbarie. El dictador los ganaba por goleada, claro; en el de 1967, con un 95,86% de síes. Como dijo el propio Franco en su discurso de fin de año de 1969, “todo ha quedado atado y bien atado”, refiriéndose tanto a la Ley Orgánica del Estado de 1967 como a la designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor suyo, anunciada poco antes del discurso.

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