Azores, el vergel atlántico

Dicen que es el paraíso atlántico de Europa y, por suerte, este edén conecta en verano con Bilbao para que podamos comprobar la veracidad de la frase. Situado en medio del agua, con nueve islas que lo dan forma, regala a Portugal su cima más elevada, la Montaña del Pico, un volcán que muchos se afanan en coronar dentro de la isla de idéntico nombre, y un paisaje tan verde que tiñe el iris.

La esmeralda, claro, nunca es gratis, incluso cuando nos referimos solo al color. Supone lluvia, en este caso caprichosa, sorpresiva. Pero, gracias a ella, las múltiples rutas disponibles dan gusto y sombra cuando el sol aparece sobre los árboles, algo que también sucede. En el islote ya mencionado, las masas de vegetación autóctona y preciosas lagunas ponen signos de admiración a la visita. El Caminho das Lagoas, por ejemplo, une las Lagoas do Caiado, la Lagoa Seca, la Lagoa do Peixinho y la Lagoa do Paúl, cuyo paisaje de turberas de lava resulta casi alucinógeno.

Si navegas hasta Faial en época estival podrás apuntarte a actividades marinas como el avistamiento de cachalotes, rorcuales norteños o ballenas barbadas. Y caminar por la caldera del Cabeço Gordoy, a través del paisaje lunar del volcán de Capelinhos.

Si el barco te lleva a la costa norte de São Jorge, conocerás 30 'fajãs', plataformas de lava declaradas Reserva de la Biosfera, que imprimen en tus ojos (color verde ya, recuerda), una imagen inolvidable. Habrás acumulado muchas cuando regreses, instantáneas exuberantes y salvajes. De calas termales, cascadas, plantaciones de té…

¿Te gusta la aventura?, acabarás harto de hacer barranquismo en la isla de Flores. De subir a tirolinas, piraguas, observar bahías interiores circulares en las que los atletas saltan al mar desde 27 metros de alto. En São Miguel podrías enfrentar el camino de 'Atalho dos Vermelhos', ruta de dificultad media que suma unos 5 kilómetros; y recordarás historias sobre piratas. Resumiendo, imposible aburrirse si adoras la naturaleza y las vistas impresionantes.

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