Niños y adolescentes pueden y deben aportar su granito de arena en las tareas domésticas

Niños y adolescentes pueden y deben aportar su granito de arena en las tareas domésticas

«Asignar obligaciones domésticas a niños y adolescentes según su edad puede ayudarles a desarrollar habilidades de responsabilidad, independencia y trabajo en equipo», sostiene la experta

Leire Larrazabal

Domingo, 7 de julio 2024

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El verano no es sinónimo de no hacer nada. Los chavales están de vacaciones y pueden y deben aportar su granito de arena en casa. Playa, piscina, monte, fiestas, amigos… la variedad donde elegir es muy amplia pero hay que guardar un hueco para echar un cable en las labores domésticas. Y otro aspecto muy importante a tener en cuenta en periodo estival: controlar «el uso abusivo de las pantallas en época estival, que atenta contra la convivencia familiar y la promoción de un ocio saludable», alerta Marta Santarén, coordinadora del Máster Universitario en Intervención Psicológica en Niños y Adolescentes de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

- Los niños y adolescentes llevan ya unas cuantas semanas de vacaciones, ¿no hay excusa que valga para no hacer nada?

- Bueno, en primer lugar, creo que deberíamos dejar de utilizar esa expresión de no hacer nada. Esta expresión en algunos hogares sirve como 'excusa' por parte de niños y adolescentes para reivindicar el anhelado y yo creo que merecido periodo de descanso estival. Pero eso no se tiene que convertir en un estado de apatía y desorden en los horarios donde no haya rumbo fijo durante largos periodos del día. Vamos a considerar las vacaciones como un espacio en el que el reloj tiene menos prisa, y las obligaciones ceden para dar paso al ocio. Un ocio, que los padres, en la medida de nuestras posibilidades, hemos de tratar de cuidar de que sea saludable. En un día medianamente planificado, hay tiempo para todo: tiempo para el descanso, para estar en familia, para estar con los amigos, disfrutar del aire libre y por qué no, darle tiempo al aburrimiento también. Esto no está reñido con que aprovechemos las largas vacaciones de verano para cultivar o reforzar los aprendizajes realizados durante el curso, por ejemplo, para el caso de los escolares que están adquiriendo habilidades de lectoescritura o cálculo. Aunque un buen libro, que ellos mismos escojan, tengan la edad que tengan, es un buenísimo compañero de vacaciones.

- ¿Pueden y deben aportar su granito de arena en las tareas del día a día en casa?

- Pueden y deben. Sabemos que el ir otorgando a los niños y a los adolescentes de pequeñas obligaciones domésticas tiene muchos beneficios. Cabe decir que es importante adaptar estas tareas según sus habilidades y la madurez de cada niño o adolescente, además de ofrecerles apoyo y supervisión cuando sea necesario. Fomentar una actitud positiva hacia las tareas domésticas puede hacer que las vean como una parte natural de la vida en familia.

- ¿Qué trabajos pueden realizar?

- Los trabajos para realizar dependen de la edad del menor, por ejemplo, los más pequeños de la casa, a partir de los 2 años y hasta los 6 años pueden (y es recomendable que hagan) tareas como recoger sus juguetes y libros, llevar la ropa sucia al cesto de la ropa, regar las plantas, hacer la cama con ayuda, ayudar a poner y quitar la mesa y alimentar a sus mascotas.

A partir de los 7 años, pueden hacer su cama sin ayuda, ordenar su habitación, ayudar a doblar la ropa, cargar y descargar el lavavajillas y sacar la basura.

En torno a los 10-11 años, pueden cuidar a hermanos mejores bajo supervisión y los adolescentes de 13-17 pueden ayudarnos en la planificación de los menús semanales, hacerse cargo de la compra e incluso preparar ciertas comidas.

- Unos quehaceres que aportan oportunidades para el aprendizaje del niño o del adolescente. ¿Cuáles son esos aprendizajes?

- Asignar tareas domésticas a niños y adolescentes según su edad puede ayudarles a desarrollar habilidades de responsabilidad, independencia y trabajo en equipo. Siendo todos ellos aprendizajes muy importantes para la vida. Las labores de cuidado ya sean de una planta hasta a los más pequeños de la familia, fomentan un sentido de pertenencia familiar muy importante, la empatía, la tolerancia a la frustración… Las labores de orden generan aprendizajes transversales importantes de gestión del tiempo familiar. Por ejemplo, yo quiero que mis padres jueguen conmigo, pero tendrán menos tiempo para ello si tienen que pasar una parte significativa de su tiempo, recogiendo toda la casa. La planificación de menús, incluso dejar que los niños entren en la cocina y que nos ayuden a cocinar, supone un tiempo en familia que les puede hacer valorar toda la cadena de planificación, selección de producto y su elaboración. La comida no aparece por arte de magia en la mesa, ni sale de la nevera, fomentando actitudes positivas hacia la comida (aunque no sea su plato más apreciado).

- ¿Cómo podemos potenciar su educación a partir de situaciones cotidianas?

- Las acciones que hemos venido comentando ilustran escenas muy cotidianas de aprendizaje. El niño que está aprendiendo a leer o los números tiene en el supermercado un sinfín de propuestas de aprendizaje. Para habilidades matemáticas más avanzadas, el cálculo del total de la compra o las vueltas que ha de esperar es otra actividad interesante y de gran transferencia. Quien cuida de un hermano pequeño que pone al límite su paciencia, puede ser más tolerante y responsable con los demás. La vida cotidiana está llena de acontecimientos muy valiosos para el aprendizaje. Si llevamos a los niños de recados con nosotros, entenderán la importancia de conocer las normas sociales, qué se espera de ellos en una tienda, un banco o una cafetería, que es bien distinto a los espacios diseñados para el juego.

- Los padres debemos dar ejemplo ante ellos. Tenemos que ser un espejo donde mirarse.

- Los padres como modelos de conducta tienen un papel fundamental en el desarrollo y la educación de sus hijos. Los menores (fundamentalmente los niños) tienden a imitar el comportamiento de sus padres. Este fenómeno se conoce como aprendizaje por observación y está muy bien establecido en el ámbito de la Psicología. Los padres que muestran comportamientos positivos y constructivos, como el respeto, la responsabilidad y la empatía, suelen ver estos mismos comportamientos reflejados en sus hijos.

Actitudes hacia la honestidad, el trabajo duro, la generosidad y el respeto hacia los demás son aprendidos en gran medida a través de la observación de cómo los padres manejan diferentes situaciones. También son importantes modelos de la gestión de conflictos y el manejo de nuestras emociones. Por poner un ejemplo: podemos encontrarnos con un gran atasco camino a la playa (o cancelación de un vuelo) que irrumpa en nuestra planificación del día. No tendrá nada que ver el ambiente que se genere en ese coche, si los padres empezamos a lamentarnos de manera catastrofista e impaciente o si mostramos nuestra sorpresa y frustración, pero aceptamos la situación con buen humor, buscando una replanificación flexible y atractiva para lo que podemos hacer con el resto del día.

- ¿Son buenas las rutinas en verano?

- Las rutinas en verano son buenas porque, sin tener que ser rígidas, dibujan un mapa, un camino más o menos tangible de lo que el niño puede esperar que ocurra a lo largo del día. Si no les damos esta visión a nuestros hijos y dejamos todo a la improvisación, puede ser más fácil que los niños no sepan qué hacer y las visitas hacia sus padres se multipliquen en la búsqueda de esta información pudiendo llegar a irritarlos. Las rutinas liberan espacio mental, promueven un estilo de vida más saludable, porque dejan tiempo a una valoración de los horarios para la comida y el descanso y establecen con claridad los tiempos de descanso y para todos los miembros de la familia. Para las familias con hijos adolescentes, unas rutinas también establecen orden en el descanso y en la corresponsabilidad de las tareas domésticas, y fomentan espacios de pasar tiempo en familia. No obstante, la improvisación ha de estar presente, por supuesto.

- ¿Desde pequeños hay que enseñar a nuestros hijos que pueden realizar tareas en el hogar y de que en invierno igual tienen el tiempo más limitado pero que en verano pueden y deben arrimar el hombro?

- En invierno, tareas como prepararse la mochila y la ropa del día siguiente son responsabilidades universales que ya pueden incorporarse desde edades muy tempranas, y van fraguando habilidades de planificación. Cuando van siendo más mayores, todo lo que tiene que ver con sus obligaciones escolares ha de recaer en sus manos, con ayuda en la planificación cuando los proyectos van aumentando en complejidad. Poner y quitar la mesa de la cena también es posible realizarlo. Se trata de que, con sentido común y atendiendo a las particularidades de cada familia, el niño entre a formar parte de las responsabilidades del hogar como un miembro que puede aportar, ayudar, dar soluciones a cuestiones cotidianas y tener un papel central en las dinámicas familiares.

A vueltas con la conciliación

- En verano al estar más tiempo juntos, ¿surgen más roces entre padres e hijos?

- Una de las principales dificultades que encuentran las familias en las vacaciones estivales de sus hijos es tener tiempo para disfrutar de ellos como quisieran, y aquí entramos en la cuestión de la conciliación. Así que, lamentablemente, en muchos hogares, el primer elemento de estrés es este. La familia busca adaptarse y procurar una mayor flexibilización en los horarios, un reparto justo de las tareas domésticas y cuidados de los menores, un balance acertado entre actividades y el tiempo para relajarse espontáneamente. Para responder adecuadamente a los desafíos mencionados, cabe decir que es un tiempo esencial de atención a la comunicación.

El verano es un momento propicio para recuperar la proximidad, los momentos compartidos, la intimidad de la familia y su aspecto más lúdico. Pasar más tiempo juntos no tendría que convertirse en un riesgo para el conflicto y, a pesar de que puedan aparecer más roces por esa convivencia ampliada, la comunicación abierta, respetuosa y efectiva en el hogar de los padres hacia los hijos fomenta habilidades similares en los hijos. A través de este tipo de comunicación, podemos defender también los principios de consistencia y coherencia. Su ausencia lleva a confusión y comportamiento contradictorio, el origen de un posible conflicto.

- ¿Cuáles diría que son los conflictos más frecuentes en verano entre progenitores e hijos?

- Los conflictos dependen como es lógico, de la estructura familiar que tengamos ante nosotros. Los desafíos a los que se enfrenta una familia con los hijos pequeños no son los mismos que los que presenta una familia de hijos adolescentes o una familia monoparental. No obstante, en términos generales podemos decir que giran en torno a las cuestiones que hemos ido analizando:

1. La planificación de las vacaciones, donde puede resultar complejo casar los intereses y motivaciones de todos los miembros.

2. El no establecer principios organizativos para la vida diaria (horarios y responsabilidades de cada miembro de la familia).

3. Tener expectativas poco realistas, creer en unas vacaciones maravillosas y perfectas puede ser origen de insatisfacción y frustración.

4. Que el espacio familiar no sea vivido como un espacio democrático, donde todos somos importantes y haya cabida para el descanso y el autocuidado de todos sus miembros.

5. Un estilo de resolución de los conflictos rígido que no den cabida a un plan B, un estilo comunicativo culpabilizante, un estilo de comunicación muy autoritario que no permita la expresión libre y respetuosa de padres e hijos.

6. Un ambiente donde escaseen la paciencia y el respeto, que olvide que el objetivo principales pasar tiempo juntos.

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