Fernando y su nuevo estudio en Bilbao (marca de surf)

El sueño cumplido de Fernando: abre un estudio en Bilbao para mostrar su marca de surf

Fernando Guevara se aficionó al surf con ocho años. Sus padres le apuntaron a un campamento sobre este deporte en Somo, en Cantabria, donde veranea. Y ya no se ha bajado de la tabla. Este joven de Deusto, de 25 años, es feliz cuando se enfunda en su neopreno, siente la arena bajo sus pies y se deja engullir por el agua. «Allí conocí al surfista Nel Estrada, un apasionado del surf que me enseñó a amar este estilo de vida. La libertad, el contacto con el mar, esa conexión con la naturaleza... te fundes con el agua y te olvidas de todo», cuenta. Este exalumno del colegio La Salle, que estudió un grado medio en Marketing y trabaja como celador en la clínica IMQ Zorrozaurre, tiene otra pasión además de coger olas: la moda. «Desde pequeño me ha encantado dibujar y dar rienda suelta a mi creatividad», dice desde su nuevo estudio, en el número 6 de la plaza Moraza, en el barrio de Castaños, donde se le puede ver dando forma a sus diseños.

Siempre soñó con tener su propia marca de moda surfera, y la pandemia le dio el impulso definitivo. «Aquellos días en casa empecé a diseñar y a crear camisetas. Para mí es un proyecto que va más allá de las tendencias pasajeras. Desde el principio, sabía que quería que cada prenda contase una historia, que cada diseño fuese único y reflejase el esfuerzo y la dedicación puestos en él». Así nació 'Drip surfing', su propia firma de moda 'surfer', que aúna sus dos pasiones y apuesta por prendas en las que mandan los cortes deportivos, la logomanía y la comodidad, capaces de saltar de la playa para conquistar el asfalto. «El camino no ha sido fácil. Emprender solo es una montaña rusa, llena de altos y bajos. Hubo momentos en los que me parecía imposible continuar y me planteaba tirar la toalla, pero esas bajadas me han dado fuerza para seguir adelante», reconoce.

En sus comienzos se propuso el reto de diseñar una camiseta cada día durante un año. La bautizó como la colección '365', pero enseguida se dio cuenta de que la verdadera esencia de su marca se estaba perdiendo y de que cada diseño debía de ser especial, primando la calidad sobre la cantidad. El verano pasado llevó su fima a Somo, su lugar favorito, el que inspiró su marca, donde cada viernes montaba un puesto con sus diseños en el Hotel Torres. «Hubo días en los que las ventas fueron muy buenas y otros no tanto, pero cada semana recordaba por qué empecé este viaje», cuenta este emprendedor, que también vende a través de su página web y su perfil de Instagram. Triunfó su propuesta inspirada en Somo, compuesta por dos camisetas en las que estampó dos fotografías sacadas por él en la playa. «En un modelo, sale el pinar de Arna con el mar al fondo; y en el otro, el faro de la isla de Mouro. Debajo, estampé las coordenadas, porque es donde siempre nos reunimos la cuadrilla para ver el atardecer. La firma también es un homenaje a ellos, a mis amigos de todos los veranos».

Curtido ya en estas aguas, este año ha decido dar un gran paso y abrir su propio estudio, su «segunda casa», el lugar donde todas sus ideas toman forma. «He hecho un curso de emprendimiento y el Ayuntamiento me ha cedido el local durante 15 meses», explica. Este nuevo espacio de Castaños también es un 'showroom' en el que expone sus creaciones y da a conocer las novedades para estar más cerca de su clientela. Allí se puede encontrar su nueva colección, camisetas y sudaderas unisex, de la talla S a la XL, además de gorras y gafas de sol. «Los nuevos modelos de camisetas llevan el dibujo de un surfista, de un atardecer y de una calavera, que siempre me han encantado. Y las sudaderas, en gris o verde, reflejan la vida en la caravana y la pasión por este estilo de vida». Además de crear sus diseños, imprime los dibujos en la tela con su propia máquina de serigrafía. «Desde el principio, quería hacer yo todo el proceso, y ahora con el estudio la gente podrá ver cómo trabajo».

Este jueves a las seis de la tarde ha inaugurado el nuevo local rodeado de amigos y familiares, de toda aquella «gente increíble» que le ha apoyado en esta aventura. «Estoy nervioso y con muchas ganas, es un día para recordar. Mi pareja, Naia, y mi hermana, Lucía, me han ayudado muchísimo; y todos los míos». Con la ilusión como motor, Fernando solo espera que el baile con el oleaje y con la moda continúe. «A veces, trabajo en la clínica de ocho a tres y después vengo aquí directo y me quedó hasta las diez de la noche. Acabo muy cansado, pero como es mi pasión, lo cojo con muchas ganas».

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