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EL ENCARGO INEVITABLE

En este número nos embarcamos a explorar la forma en que miramos la política, casi siempre como un duelo entre izquierda y derecha, y cómo está cambiando la geopolítica del poder global. Y nos preguntamos por nuestras relaciones con los animales, al tiempo que reflexionamos sobre las representaciones de series como Griselda, el cine hecho por mujeres y los nuevos espacios para el arte que se abren en Medellín.

  • Irene Vallejo y Taylor Swift han sabido crear comunidades alrededor suyo. Fotos: Colprensa y Getty.
    Irene Vallejo y Taylor Swift han sabido crear comunidades alrededor suyo. Fotos: Colprensa y Getty.

¿Qué tienen en común Irene Vallejo y Taylor Swift? A propósito de El infinito en un junco y The Tortured Poets Department

En los últimos días, el nombre de la escritora española Irene Vallejo ha sido tendencia entre los internautas colombianos.

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En la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá, la presencia de Irene Vallejo eclipsó a la del resto de invitados internacionales. Los medios noticiosos colombianos reprodujeron pasajes del discurso que la española dio en el evento inaugural, en el que compartió escenario con las autoridades regionales, nacionales y con los organizadores del evento más importante del calendario editorial de Colombia.

Desde la publicación de El infinito en un junco, Vallejo se ha convertido en una mega estrella del sector cultural, que da “homilías” en hospitales, colegios, universidades. Además, escribe con regularidad en periódicos de la relevancia de El País, de España. Aunque su fama es minúscula en comparación a la de Taylor Swift y la de Karol G, sí es grande en relación con la de sus colegas escritores de habla hispana.

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Aunque parezca peregrina, la comparación de Irene Vallejo con Taylor Swift no es gratuita. Ambas mujeres han creado alrededor suyo un grupo de consumidores que se identifica con sus valores y sus narrativas. Es decir, tienen seguidores. En el caso de Swift se trata de un tipo de mujer de mediana edad que pertenece a una clase social definida y que no tiene empacho en llamarse Swiftie. Y en el de Vallejo de un tipo de lector ocasional que tiene una visión peculiar de los papeles que cumplen la lectura y la cultura en la sociedad.

Esa visión es el resultado del trabajo que durante años ciertos sectores del estado y de los gestores culturales han llevado a cabo para presentar a la literatura como el camino a un mundo mejor. Durante mucho tiempo se ha dicho —y así lo creen a pie juntillas algunos sectores sociales— que las diferencias económicas, políticas y raciales se disuelven en el escenario de la cultura, en el de las bellas artes. Por eso no resulta asombroso el éxito del libro de Vallejo, uno que refuerza la imagen del libro como talismán pulido por los siglos para salvar a la humanidad.

El Infinito en un junco crea en el lector el espejismo de hacer parte de un colectivo, cuyo sentido viene del pasado y se cumple plenamente en el futuro. Como sucede en todo manifiesto, la obra de Vallejo se presenta en la doble naturaleza de vademécum histórico y de análisis del presente, cuando, en realidad, lo que hace es profetizar el futuro. “La supervivencia de la naturaleza está unida a la supervivencia de los libros”, le dijo a Vallejo a la corresponsal en Colombia de El País de España, que cubrió su visita como si se tratase de la de una primera ministra. Esta idea teleológica —palabra extraña que se refiere a la interpretación de las cosas a partir de sus finalidades— queda a la vista en el discurso que Vallejo dio en la apertura de la FilBo.

En ese texto Vallejo toma al libro —un artefacto cultural como cualquier otro— y lo convierte en la respuesta a los males de la humanidad. “No olvidemos que este descubrimiento es fruto de asombrosos hallazgos, siglos de búsquedas, una aventura a través de senderos desconocidos que nos atrevimos a explorar. El futuro es un caminante audaz en esas mismas rutas”, dijo la española. Dicha postura no resulta inofensiva o pintoresca, sobre todo cuando la sostiene alguien que hace parte de la nómina de la editorial más grande de lengua española.

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En sintonía con esto, Vallejo se ha convertido en una gurú. Aquí también la podemos comparar con Taylor Switf. Hace pocos días, en una nota sobre el fanatismo que despierta la estadounidense, la periodista AJ Willingham hizo alusión de la anécdota de un medio musical que publicó sin autoría una reseña desfavorable de The Tortured Poets Department, el reciente trabajo discográfico de Swift. Según Willingham, el medio tomó esa decisión tras la cascada de comentarios negativos que recibió la autora de la crítica de un trabajo anterior de la rubia cantante. La reacción de los swifties no se limitaron a ser reproches. Fueron, en realidad, “amenazas de violencia por parte de lectores que no estaban de acuerdo con el trabajo”.

Algo parecido les ha ocurrido a las escritoras Yolanda Reyes y Carolina Sanín, que en un texto y un video, respectivamente, pusieron en cuestión a El infinito en un junco. ¿Por qué ocurren estas cosas? ¿Por qué una crítica a un disco o a un libro puede desatar ríos de cólera? Sencillo: la mente del devoto asimila al gurú con las ideas que sustentan el grupo. En consecuencia, criticar a Swift es poner en tela de juicio una forma de ser mujer o cuestionar a Vallejo equivaldría a menoscabar la función social del libro. Esto también ocurre con los políticos providenciales.

El infinito en un junco es un trabajo entre muchos que hace una recapitulación de la historia de los libros. Sin embargo, su enorme impacto se debe al contexto de su aparición. La obra llegó a las manos de los lectores justo en el momento en que el libro ya no es el soporte principal en la difusión de las ideas y de la información. Ninguna novela tiene la cantidad de consumidores que alcanza una serie cualquiera, incluso la más perrata. No hay un libro de divulgación que siquiera se acerque a las cifras de audiencia de un documental emitido por la televisión o que haga parte de las plataformas de streaming.

En este punto no sobra decir que ni Swift ni Vallejo son responsables directas del grado de adhesión que despiertan en sus seguidoras. El fenómeno de ambas despierta interés en la medida que ayuda a atisbar la mentalidad de las masas conectadas a las redes sociales y a tener una noción de la forma en que hoy se consumen los productos culturales.

Ángel Castaño Guzmán

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

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