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Política elección interna | Frente Amplio | coalición

Lo que dejó el 30 de junio

Una elección interna, muchas conclusiones para sacar

La elección interna dejó muy bien posicionado al Frente Amplio mientras que en la coalición se encendieron las alarmas.

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La elección interna del domingo pasado dejaron mucha tela para cortar. La principal noticia del 30 de junio fue la muy buena votación del Frente Amplio. El otro dato destacable que merece atención ha sido la baja concurrencia que se registró en la jornada electoral.

Último domingo del mes, frío, apatía generalizada, vacaciones de julio y fútbol. Todos elementos que aparecían en lo previo a la elección y que avizoraban una baja votación, algo que finalmente ocurrió. Fue la concurrencia más baja en la historia de las elecciones internas, con un magro 35.3 % de participación del electorado. En las elecciones internas del 2019 había concurrido el 39 %, y en la elección más baja hasta este momento, que había sido la del año 2014, fue del 37 %.

Esto de por sí es un dato relevante que deberá analizar el sistema político en su conjunto, en cuanto a la incapacidad de lograr márgenes de participación más voluminosos. Los porcentajes considerados con anterioridad no están muy alejados de los parámetros de participación que registran otros países del mundo cuando se trata de elecciones voluntarias, no obligatorias. Sin embargo, el llamado de atención para la “política” uruguaya es ineludible.

Caída de la coalición

El tirón de orejas es para la política. Pero en esta oportunidad, el sayo deberían ponérselo principalmente los partidos de la coalición que votaron muy por debajo de lo esperado y de los registros históricos. El Partido Nacional pasó de 448.132 en 2019 a 324.908. El Partido Colorado, al que se lo muestra desde los grandes medios como “triunfalista” por la votación de Ojeda, perdió 80.000 votos, una caída en picada que se resume en la peor votación de los colorados en toda su historia. El Partido Colorado en 2019 obtuvo 181.384 votos y el domingo pasado obtuvo 101.718. Otro de los grandes perdedores fue Cabildo Abierto, que redujo su votación en casi 30.000 votos, pasando de 46.887 a 17.282.

La votación del Frente Amplio

En un contexto de baja participación, la fuerza política de izquierda logró aumentar su votación respecto a la elección anterior en prácticamente 156.000 votos, es mucho. La planificación del Frente Amplio era alcanzar una votación de 400.000 votos, algo que superó, pero que en lo previo ni los dirigentes más optimistas o analistas políticos (salvo Pereira) creían que esto pudiera concretarse en el escenario actual.

El salto del Frente Amplio fue muy importante. Pasó de 255.072 votos que obtuvo en 2019 a 411.550 en 2024. Posiblemente en el caso del FA factores que tienen que ver con estar en la oposición política, el tensar las estructuras organizativas y mostrar una interna más competitiva que la de otros partidos, generaron ese aluvión de votos. A nivel nacional, el FA fue el partido político más votado y se posicionó como primera fuerza en Montevideo, Canelones, Salto y Río Negro.

Todavía faltan datos por procesar y por tanto faltan análisis por realizar, pero en principio todo indica que algunas de las listas que apoyaron la precandidatura de Yamandú Orsi fueron las que lograron arrimar más votos en esta elección interna y lo que explica el crecimiento del FA. Para dimensionar, los votos obtenidos por Orsi son casi los mismos que obtuvo todo el FA en el 2019. La 609 triplicó su votación respecto a la anterior. Por el lado de Carolina Cosse, la votación también fue muy buena en términos de acumulación, que es lo que se precisa para que el Frente Amplio gane las elecciones nacionales, aunque no todas las listas que la acompañaron lograron aumentar su votación en términos absolutos. La lista 1001 logró aumentar su votación en más de 20.000 sufragios, pero retrocedió mínimamente en porcentaje respecto a la elección de 2019.

Entusiasmo sí, triunfalismo no

El buen resultado electoral del Frente Amplio debe ser analizado con mesura y alejado de triunfalismos. ¿Es destacable el aumento de su votación en un contexto de poca participación? Por supuesto. ¿Esto significa que tiene asegurada la victoria en octubre o noviembre? De ninguna manera. Sería un grueso error realizar un traslado mecánico del resultado de una elección voluntaria a una de carácter obligatorio. Es un excelente punto de partida, pero no asegura nada. De hecho, hay muchos ejemplos anteriores en los que el FA, siendo la segunda fuerza en las elecciones internas de 2009 y 2014, luego terminó obteniendo mayorías parlamentarias y ganando el balotaje. Por ejemplo, en el año 2014 el Partido Nacional obtuvo una votación similar a la del FA en 2024, alcanzó 408.963 votos. Mientras que el FA en 2014 obtuvo casi 300.000 sufragios, algo similar a la cifra cosechada por los nacionalistas en las elecciones internas del domingo pasado. Pese a que los frenteamplistas fueron segunda fuerza en las internas, lograron ganar en octubre y noviembre. Al escenario del domingo pasado se le debe agregar otro dato no menor: la suma de los partidos de la coalición supera al Frente Amplio en unos 30.000 votos.

La participación como problema estratégico

Es importante insistir: los datos no son trasladables mecánicamente a la elección nacional, pero deben considerarse como punto de partida respecto a lo cuantitativo. También existen elementos para analizar desde el punto de vista político y desde la subjetividad que tienen que ver con el estado de ánimo de la población en general y que son un “termómetro” del factor social y político. Un proyecto de izquierda no solo necesita ganar elecciones, es tal vez de los componentes más importantes para desplegar cambios y transformaciones sustanciales en una sociedad. Pero no es lo único. La batalla cultural es probablemente la que define todo, porque no solo puede contribuir a ganar, sino también a sostener y profundizar cambios sociales, políticos y económicos. En este contexto de apatía y de cierto desinterés que se vio reflejado en las elecciones del 30 de junio, la misión del FA es detenerse en analizar la baja participación como un aspecto central, de relevancia estratégica para resolver en los próximos meses y en los próximos años.

La abstención electoral demostrada en múltiples procesos electorales a nivel mundial, abre paso a las derechas más conservadoras y reaccionarias, que reviven viejas fórmulas ultraderechistas. En Uruguay las elecciones nacionales son obligatorias y el escenario que se visualizó en las internas puede variar. Si es real el desinterés de miles y miles de compatriotas por la política, ¿de qué manera se puede manifestar el último domingo de octubre? Las formas pueden ser variadas, tal vez las más simples de imaginar sea el crecimiento del voto en blanco o anulado. Aquí hay entonces una primera batalla a dar, captar indecisos, votos en blanco o anulados con la mira puesta en mejorar la participación en múltiples temáticas, en los barrios, en los merenderos, las ollas populares, los sindicatos, en los municipios, en la estructura frenteamplista y en cuanto lugar se requiera de la unión de la comunidad para desplegar transformaciones.

Es evidente que el Frente Amplio sale más fortalecido de las elecciones del 30 de junio. Logró aumentar su votación, tiene una fórmula potente, un programa único y una militancia activa que volvió a demostrar su potencial. El FA tiene en sus manos la posibilidad de ganar en octubre y conquistar un nuevo gobierno. El país necesita de esa victoria para realizar transformaciones serias, profundas y sostenibles en beneficio de nuestro pueblo. Pero no se pueden cometer los mismos errores que condujeron a la derrota. Los cambios hay que sostenerlos con participación, construyendo poder. El tiempo de las excusas que frenaron cambios, sostenidas en “indicadores” macroeconómicos o en mediciones de popularidad de tal o cual proyecto o dirigente, ya fue. Hay que ganar para cambiar todo lo que tenga que ser cambiado.

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