Los altos índices de popularidad del presidente Lacalle con una ligera tendencia a la baja fueron construídos por una inteligente ingeniería comunicacional que muestra, sin dudas, las dotes de comunicador del mandatario. Con una estrategia de generar agenda en forma permanente metiéndose en la conversación pública política casi diariamente, ha logrado “surfear” distintos acontecimientos críticos durante su gobierno.
Esa estrategia diluyó los problemas o los blindó. No dejó que los acontecimientos críticos fueran el centro de la escena; sus respuestas y apariciones cotidianas, como señal de vitalidad y acción de gobierno, “me hago cargo”, conquistaban el “centro del ring”.
Pero el stock o volumen de evidencias críticas parece haber pasado por arriba a esa estrategia de marketing. La “realidad” construida por el presidente Lacalle está siendo “tapada” por otra “realidad”: los continuos affairs de su Gobierno. Es como si Lacalle se hubiera quedado desnudo, sin el traje de surfista, y todas las balas le impactaran sin remedio.
La memoria ciudadana
En declaraciones a TV Ciudad, el escritor y publicista Claudio Invernizzi dijo que la “realidad” es la kriptonita del marketing político. Quiere decir que por más mago que seas, el temporal con lluvia y viento te sacude y te puede tirar.
Las evidencias críticas del último mes hacen tambalear al presidente, aunque pese a todo continúa con su estrategia de posicionar su presencia en la conversación cotidiana. Quiere dominar el “centro del ring” pero el crédito, apoyo o simpatía que logró en amplios sectores de la ciudadanía, parece erosionado.
Algún analista político analiza un hecho y fija su balance en torno al mismo, si afecta o no al presidente. El problema es otro: hay un cúmulo de hechos críticos y eso queda en la memoria ciudadana. No es un hecho aislado que fácilmente el presidente ha desmontado con su elocuencia e iniciativa. El problema es el “stock crítico”.
Veamos algunos hechos que podrían ser elementos que finalmente hayan perforado el “blindaje” comunicacional ejecutado por el Lacalle Pou
- Los chats de Iturralde con Penadés el expresidente del Partido Nacional se mostraba como una persona influyente en distintas esferas revelan que el tono republicano y respetuoso de las leyes que presenta el partido gobernante está en entredicho. Hay una herida en el talante republicano del país (y no se trata del único caso en donde queda al desnudo una suerte de doble discurso en esos tópicos).
- Las designaciones y acomodos en la Comisión Mixta de Salto Grande que recibieron críticas en el Parlamento, a tal punto que se aprobó una minuta en donde se le pedía a la delegación uruguaya que actuara para rever la situación son otro ejemplo de evidencia crítica. Esto se fortalece porque la delegación uruguaya hizo poco caso a las recomendaciones legislativas.
- El libro sobre Astesiano y no “de” Astesiano, como el otrora jefe de seguridad presidencial lo aclaró recientemente ubica a Lacalle en un papel protagónico cuando, desde que estalló el caso, ha intentado minimizar, controlando los efectos nocivos de la situación crítica (reducción de daños).
- El asesinato de cuatro personas en Cerro Norte elevó la sensibilidad ciudadana sobre la inseguridad. La serie de hechos delictivos violentos que se registran a diario comprometen la palabra dada por el presidente cuando en campaña dijo que con la “voz de mando” y respaldo a la Policía alcanzaba para enfrentar a la delincuencia. En medio de acusaciones de que no se registran todas las denuncias de delitos, Lacalle ahora se enfrenta a la realidad. Y lo desnuda: lo que prometió era incumplible y daría la impresión de que lo sabía. Igualmente ensayó esa respuesta, calificada como “populista”, con tal de sintonizar con las preocupaciones de la ciudadanía. El problema: encuestas recientes señalan que la “inseguridad” es el tema más importante para los ciudadanos.
Estos acontecimientos críticos sobre todo los últimos han mostrado a un presidente que no ha sabido manejar sus emociones. Fue superado por los acontecimientos. Es tal la presión que vive por esos hechos críticos, que ya no le sale “cancherear” o tener la iniciativa frente a los periodistas (el video difundido por el periodista Leonardo Sarro, mostrando a un Lacalle enojado y desafiante, es una muestra interesante de ese estado).
El mal humor se le nota y no lo puede disimular. Cuando no puede “controlar la atmósfera” con los periodistas, aparece un Lacalle sin traje de surfista, con un cuerpo al que le han entrado varias balas, como lo mostró el caricaturista de Búsqueda. Y esto podría ser gravitante y determinante con vistas a las elecciones de octubre.
