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Alicia Asín, durante la entrevista en Madrid. Virginia Carrasco
«Hay tecnología para reducir los pesticidas en la agricultura, pero no hablamos de esta alternativa»

«Hay tecnología para reducir los pesticidas en la agricultura, pero no hablamos de esta alternativa»

Alicia Asín, tras 18 años de aventura emprendedora al frente de Libelium, se ha convertido en una de las voces más autorizadas del país para hablar de cómo la inteligencia artificial brilla más que nunca al servicio de la sostenibilidad

Domingo, 7 de julio 2024, 07:23

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Alicia Asín es ingeniera informática y CEO de su propia empresa, Libelium. Desde Zaragoza, y tras 18 años de andadura, ha conseguido llegar a 120 países con sus soluciones tecnológicas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, basadas en el Internet de las Cosas ( IoT) y, más ahora, en la inteligencia artificial (IA).

No es de extrañar que su perfil, a pesar de ser «españolito medio» -como ella se define-, haya destacado en un mundo dominado por referentes masculinos y, sobre todo, por superpotencias. Prueba de ello son los numerosos premios y reconocimientos que ha recibido a su trayectoria. El último, ser incluida por la revista Forbes en el ranking internacional 'top 100 most creative people in business'.

Su visión parte de la base de que el Internet de las Cosas (eso de conectar a la red y obtener datos todo lo que nos rodea) podía realmente cambiar para bien nuestra forma de relacionarnos con el mundo, desde la producción de alimentos a la gestión de los recursos naturales. Y en eso sigue empeñada dos décadas después. Lo que vendrá es un gran misterio sobre el que prefiere no hacer predicciones. Con la Inteligencia Artificial, advierte, solo nos queda «aprender a gestionar la incertidumbre».

-Hace 18 años que empezó en el mercado tecnológico con la fabricación de sensores. ¿En qué momento se encuentra Libelium tras la irrupción de la IA?

-Hemos evolucionado para ofrecer soluciones tecnológicas completas. Ofrecemos datos, bien medidos y valorados, a los que, a través de los gemelos digitales y la Inteligencia Artificial (IA), damos contexto y transformamos en información. Estas tres herramientas -el IoT, la IA y los gemelos digitales- forman un trinomio prácticamente indisoluble. La primera parte es cómo producimos los datos, a través de los sensores; luego, la IA son esos algoritmos que nos permiten prever qué va a pasar y todo ello se recrea en un 'gemelo digital', que permite visualizar los datos en algo tangible. Esto es importante porque las personas necesitamos ver y tocar todo aquello que queremos mejorar.

-Sabemos que en Murcia se aplica para combatir la contaminación en la ciudad. ¿Cómo sirve a este caso concreto?

-Con los algoritmos somos capaces de predecir cómo se va a ir desplazando y comportando la masa de contaminación. Con el gemelo digital 'jugamos' a inventar y recrear futuros alternativos. ¿Qué pasaría si mañana se corta el tráfico? ¿O si incremento el uso del transporte público? Es una solución muy importante para gestionar la calidad del aire. Ayudaría a mejorar el mañana.

-¿Qué otra aplicación, en el terreno de la sostenibilidad, tiene este tío de sensores, IA, y gemelos digitales?

-Ofrecemos otra solución para el sector de la energía. El funcionamiento es exactamente el mismo, pero la estamos aplicando gemelos de torres de alta tensión para aconsejar cuánta energía se puede transportar en cada momento.

-¿Por qué esto es importante?

-Tenemos una red de transporte de energía dimensionada a las necesidades de hace décadas. Y no contábamos con que en 2024 íbamos a tener mucha energía extra, especialmente procedente de las renovables. Estas redes por la que circula la energía son como las tuberías que transportan el agua. Si llega un momento en el que tengo un montón de agua y la tubería está totalmente saturada, no puedo transportarla y se desperdicia, a pesar de ser un recurso valiosísimo. Lo mismo pasa con los cables de alta tensión, que -más o menos- suelen estar dimensionados para funcionar al 50% de su carga por razones de seguridad, para evitar sobrecarga de la red. Sin embargo, existe una característica de los cables -la opacidad- que es la capacidad de transportar más o menos energía, que puede calcularse de manera dinámica en función de una serie de factores (ambientales, etc.). Pero no podemos tener a una persona haciendo cálculos matemáticos y dándole a un botón en función de si hay más o menos energía y cabe más o menos en los cables en cada momento. Una persona no, pero un ordenador sí. Y eso es lo que estamos haciendo a través del gemelo digital. Con él somos capaces de dimensionar y visualizar cómo va a ser el funcionamiento de esta torre de alta tensión.

Virginia Carrasco

«Trabajamos con el Gobierno en un proyecto de ciberseguridad para evitar el ataque de infraestructuras críticas como las redes de agua»

-Mejoraría la gestión de la energía renovable.

-Es la manera de conseguir que nuestra infraestructura existente sea más eficiente sin necesidad de hacer nuevos despliegues ni cortar el suministro de energía en ningún momento.

-¿Es solo un proyecto o ya se está aplicando?

-Lo estamos probando ya en España, sí. Tenemos un primer proyecto firmado con Red Eléctrica. La verdad es que los primeros resultados han sido más que más que alentadores.

-Los dos ejemplos que pone de tecnologías punteras están ligados a la sostenibilidad y la transición energética. ¿La IA ayudará a solucionar a hacer realidad ese futuro sostenible?

-La respuesta corta es rotundamente sí. En las ciudades sirve para diseñar zonas de bajas emisiones de una manera más eficiente. Pero lo que permite la IA -en conjunto con los gemelos digitales- es diseñar mundos posibles, así que puedo hacerlo en la ciudad, pero también en un bosque, en un campo de cultivo, etc. Otro sector donde aún no tiene tanta aplicación -pero que sin duda la tiene- es en el tratamiento del agua y su calidad. Somos capaces de ver el grado de degradación de un acuífero o un embalse y qué impacto está teniendo en el entorno. Hace años estuvimos trabajando en un proyecto de monitorización de un área protegida junto a un resort turístico para ver la correlación entre esa actividad turística y el impacto ambiental. Esto, en España, con todos los proyectos que hay tanto de economía azul como de destinos turísticos inteligentes, es algo a lo que le tenemos que sacar muchísimo partido.

-Cita la agricultura, tan en el punto de mira ahora en materia medioambiental. ¿Cómo podría beneficiarse de la tecnología?

-La agricultura sostenible es la gran asignatura pendiente. Por ejemplo, con el problema de la Ley de la Restauración de la Naturaleza, que impone la reducción de los pesticidas y demás, tenemos la herramienta para reducir pesticidas y que esto redunde en la recuperación de las aguas subterráneas que se contaminan con ellos. Pero también se podría recuperar los costes que supone para los agricultores el uso excesivo de los mismos pesticidas. Lo que sucede es que tal vez no estamos hablando de las herramientas alternativas disponibles. Nosotros tenemos soluciones desplegadas para, con IA, prever las probabilidades de que un cultivo reciba una plaga y las necesidades de pesticidas que habrá. Es otra manera de producir alimentos que podemos utilizar ya.

-Por su experiencia, ¿es receptivo este sector a las nuevas tecnologías?

-La receptividad depende directamente de la motivación de cada uno. Hemos visto mucha receptividad en productores que necesitan demostrar por qué han tenido un fallo de entrega a su comprador, por ejemplo, a causa de una plaga tardía. En este caso es bastante vendible porque esos productores se enfrentan a multas de sus propios compradores por no cumplir. En el caso de la gestión eficiente del riego también, pero más en la parte de parques y jardines en ciudades. Creo que, en el contexto actual de sequía en España, debería ser imperativo la adopción de este tipo de soluciones tecnológicas para la eficiencia del riego. No deberíamos promover ese continuismo de desertificación por el que adaptamos la vegetación a esa nueva condición; deberíamos, al contrario, optimizar al máximo el agua para poder generar de la manera más eficiente espacios verdes. En el caso de los agricultores, eso sí, debemos pensar que las ayudas europeas han sido siempre a la producción, no a los medios de producción sostenibles ni a la gestión. No podemos esperar que la gente sea sostenible si tampoco tiene las ayudas por parte de las administraciones públicas que los apoyen.

-Al margen de soluciones concretas. ¿Cuál crees que es el reto social más relevante que puede venir a resolver la IA?

-La inteligencia artificial puede ayudar a crear sociedades y todavía estamos en ese punto donde todavía podemos diseñar esa sociedad que queremos tener. A través del entrenamiento de algoritmos con datos sintéticos, podemos hacer que nos devuelvan un resultado de lo que han aprendido de nuestra sociedad hasta ahora o podemos intentar alterarlo. Hay un estudio en el que una lingüista le dio a un modelo de lenguaje 3,5 millones de libros escritos hasta la primera mitad del siglo XX y le pidió que definiera hombre y mujer con esa información. El algoritmo no sabe lo que es un hombre ni lo que es una mujer, pero extrayendo los adjetivos calificativos sobre uno y otro llegó a la conclusión de que un hombre era bravo, rudo, valiente, inteligente, obstinado y las mujeres bellas, sumisas, dulces, tranquilas. Y no solo eso: el número de adjetivos de comportamiento que acompañaban a los hombres era mucho mayor que el de las mujeres, que eran calificadas mucho más con adjetivos de apariencia. ¿Qué implica esto? Que si yo ahora le doy a ese algoritmo una descripción de puesto de trabajo, le enchufo un montón de de currículos, le digo que busco un perfil para dirección de ventas y le digo que mi ideal es una persona agresiva, con colmillo, orientada a resultados… Yo puedo tener toda la mejor intención del mundo y decir que lo he escrito en lenguaje neutro, sin decir que quiero un hombre, pero el algoritmo ha aprendido que hay una serie de características de hombre y lo elegirá. Esto puede ser un problema o puede ser una gran oportunidad para mejorar.

Virginia Carrasco

«Hay que reinterpretar qué es una vocación STEAM y abrir más la visión; conozco filólogas trabajando en lenguaje computacional»

-¿Se está trabajando para corregir estos sesgos y que no crezcan exponencialmente?

-Hay diferentes iniciativas y diferentes maneras de atajar esos sesgos. Hay una técnica que puede ser mediante la alimentación y producción de datos sintéticos que citaba. Es decir, si nos han faltado datos en el pasado se pueden incluir variantes de género, raza y demás y que, de alguna manera, se reinvente la historia hasta la eliminación total de esos sesgos dentro del algoritmo.

-Ahora que citado el sesgo de género, algo que también parte de la falta de vocaciones femeninas en STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arquitectura y Matematitcas), ¿qué diagnóstico hace sobre el terreno tras dos décadas en el sector?

-Veo más cambios en el mundo laboral. Hace 18 años, prácticamente todas las reuniones en las que yo estaba las protagonizaban hombres; ahora no. Pero, paradójicamente, ahora se apuntan menos mujeres a las carreras STEAM. Cuando yo hice Ingeniería Informática, éramos un veintitantos por ciento de mujeres; ahora creo que está por debajo del diez. Con lo cual, creo que hay una sensibilidad dentro de las organizaciones y una búsqueda activa para visibilizar ese talento que ya existía, pero la asignatura pendiente es, sin duda, que haya más mujeres que opten por estas vocaciones. Si no llegaremos a un punto en el que no habrá diversidad que gestionar.

-¿Por qué ese paso atrás?

-El retroceso se está dando en general, tanto en hombres como en mujeres, en las vocaciones STEAM, aunque especialmente en mujeres. Hay infinidad de teorías: la dureza de las carreras de ingeniería, de las inciertas salidas profesionales… Pero yo creo que al final no es tanto una cuestión de estudiar carreras con salidas, sino buscar qué especializaciones le añadimos a esas carreras. Por ejemplo, el Derecho. ¿Tiene salidas? Depende. A lo mejor hay una gran saturación de abogados mercantilistas, pero necesitamos más profesionales de derecho que tengan conocimientos de datos y sean capaces de adaptar toda esta tecnología que estamos desarrollando a las leyes europeas. Creo que eso también nos tiene que hacer reinterpretar lo que entendemos por vocaciones STEAM. Se puede pensar que no se trata solo de estudiar Matemáticas o Física. Conozco a mujeres que hicieron Filología Hispánica y están trabajando en lenguaje computacional. Tenemos que abrir la visión. Ahora la Ética y la Filosofía son también muy importantes para la tecnología.

-Ha recibido muchísimos reconocimientos por su perfil de mujer, en tecnología y empresaria. ¿Se siente un referente?

-Es difícil decir de uno mismo si es o no referente. Represento un perfil muy promedio: de universidad pública, de familia media, pero que tiene su propia empresa en tecnología siendo mujer. Si a alguien eso le inspira y le sirve para ver que hay otros modelos de éxito que no necesariamente son los teslas y los facebooks, pues me siento orgullosísima de representarlo.

-Cuando los expertos hablan de vocaciones STEAM, citan siempre la falta de referentes para las niñas y coinciden en que apelar a Marie Curie no es lo ideal. ¿Cuál fue el suyo si es que lo tuvo?

-Es verdad; ahora se utilizan referentes que parecen impuestos, artificiales. No he tenido referentes en ese sentido. Una cosa que a mí me sirve de guía es proyectar la imagen de lo que a mí me gustaría llegar a ser. Y creo que le puede valer a todo el mundo. Cualquiera puede visualizar perfectamente cuál es su versión mejorada y me atrevería a decir que esto puede ser mucho más poderoso que seguir a un referente lejano.

«No vamos a ser capaces de predecir a dónde nos llevará la IA: dejemos de intentarlo y enfoquémonos en en aprender a gestionar la incertidumbre»

-Hablando de imaginar: ¿Se ha puesto a proyectar de cómo será el mundo cuando la IA, ahora embrionaria, crezca y se desarrolle?

-No me atrevo. Y explico por qué. Hace un par de años se le preguntó a las mentes más brillantes del campo de la IA cuándo estimaban que tardaría en ser capaz de aprobar un examen de matemáticas. Hicieron una media y salió cuatro años. Al final, lo logró en poco más de uno. En un 25% de lo que habían dicho todos. Si ellos se equivocaron yo no me atrevo a decir nada. No vamos a ser capaces de predecir bien, dejemos de intentarlo y enfoquémonos en en saber cómo gestionar la incertidumbre, que es lo que supone el verdadero riesgo existencial, al menos dentro de nuestras organizaciones. No es cuestión de hacer miles de estudios sobre dónde va a llegar la inteligencia artificial, cómo nos va a cambiar, a qué puestos de trabajo va a sustituir, qué áreas de negocio va a afectar, sino al revés: debemos ser capaces de poner los suficientes mecanismos de detección en nuestras compañías para transformar nuestros perfiles.

-¿Qué solución le damos a la paradoja de que esta potente tecnología, y el procesamiento de grandes cantidades de datos en centros, no es sostenible en términos de consumo energético?

-Una gran parte de la energía que consumen viene derivada de las necesidades de refrigeración y cada vez hay más investigación sobre cómo enfriarlos. En el norte de Escocia, por ejemplo, Microsoft ya ha hecho sus pilotos con 'datacenters' submarinos. Lo siguiente es conseguir que el 100% de esa energía que utilizan en su propio funcionamiento sean energías renovables. El problema, en algunas ocasiones, ya no es si somos capaces de producir suficiente energía renovable, sino de si somos capaces de transportarla en el momento en el que se está produciendo. Según la consultora Aurora Energy, el desperdicio de electricidad renovable ascendió a 715 GWh en 2022, lo que multiplicó por diez el dato del año anterior.

-¿Está la sostenibilidad entonces en los planes del sector tecnológico?

-En el sector tecnológico, al menos en el hardware de dispositivos, en muchísimas ocasiones prima el precio por encima de todo. A veces, de tal forma que hasta podamos considerar los dispositivos desechables e irreparables. En Europa, eso sí, creo que tenemos otra forma de diseñar y hay que hacer valer estos principios también.

-Contaminación, eficiencia de las redes energéticas, agricultura, pesticidas, agua… ¿Hay algún nuevo terreno que os quede por explorar?

-Estamos trabajando la ciberseguridad en ámbitos tan estratégicos como el del agua. Tenemos un proyecto en desarrollo con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) donde ponemos todo nuestro saber para desarrollar patrones de detección de ataques a infraestructuras críticas, como es en este caso el agua. Estamos trabajando en cómo diseñar los dispositivos de la forma más segura posible. En todas las guerras, la infraestructura del agua es lo primero que se ataca. Es un proyecto muy novedoso y está bajo el amparo público. Al final, la ciberseguridad de todas las soluciones que desarrollamos es vital.

'Datocracia', el nuevo orden

La última aventura de Asín ha sido escribir un libro sobre uno de sus puntos fuertes: los datos. En 'Toma el control de tus datos' (ed. Espasa) ofrece herramientas para ser más libres o conscientes del entorno en el que nos movemos, a través de ejemplos prácticos que permiten a todo el mundo entender el papel de las tecnologías en nuestra vida privada y en nuestro entorno social.

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