8 de julio 2024 - 14:30

La increíble historia de Nick Leeson, el inversor millonario acusado de estafar y provocar la quiebra del banco de la reina de Inglaterra

Empezó a trabajar como agente de bolsa con menos de 20 años, sin tener la licencia aprobada. Años después, cometió un error fatídico.

Leeson quebró la empresa más antigua del Reino Unido.

Leeson quebró la empresa más antigua del Reino Unido.

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Es probable que el nombre de Nick Leeson ni te suene conocido. Pero fue un estafador con todas las letras. El hacedor del primer gran escándalo financiero de la era moderna, allá por los 90. Un fraude que se llevó puesta la entidad para la que trabajaba, Barings Bank, la más antigua de Reino Unido, y entre cuyos clientes estaba la antigua reina de Inglaterra, Isabel II.

Quién es Nick Leeson, el inversor acusado de quebrar el banco de la reina de Inglaterra

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Leeson, nacido en Watford, Reino Unido, empezó a trabajar como empleado en Coutts, un banco privado, con menos de 20 años. En 1987 se incorporó a Morgan Stanley, donde pasó dos años, hasta que en 1989 llegó a Baring Brothers, el banco comercial más antiguo e importante del Reino Unido.

En 1992, con algunos años de experiencia en la bolsa, pese a su juventud, Barings lo nombra gerente general de una nueva empresa de mercados de futuros en Singapur. Pero en Reino Unido le habían denegado la licencia de corredor de bolsa, por un fraude en su solicitud, a lo que el banco hizo caso omiso y lo dejó seguir trabajando.

En un principio, Leeson se dedicó a invertir en el mercado de futuros del Nikkei japonés, y con buenos resultados. Pero, en paralelo burlaba a la ley y a su propio empleo, ya que se dedicó a hacer operaciones especulativas sin autorización de sus superiores, con las cuales ganaba más que con su sueldo. Los 10 millones de libras que obtuvo equivalían al 10% de las ganancias anuales del banco. Gracias a ese éxito extra logró un bonus de 130.000 libras, que superaba por mucho a los 50.000 libras anuales que tenía de sueldo.

Todo empezó a complicarse en su vida cuando conoció a Kim Wong, una joven ayudante, de origen chino. Él quería contratar a alguien de más experiencia, pero su jefe prefería a alguien que cobrase poco, como pasaba con Wong, cuyo salario era solo de 4.000 libras anuales.

Wong cometió un error fatídico: vendió 20 contratos en lugar de comprarlos, como el cliente había pedido. Una pifia que le costaría 20.000 libras a la empresa de Leeson. Para proteger a su compañera, creó una cuenta falsa, a la que llamó 88888. Su fin era ocultarlo en esa cuenta hasta poder enmendar el error y que nadie los culpabilizara.

Lejos de arreglar semejante equivocación, Leeson empezó a usar esa cuenta para ocultar otras operaciones deficitarias que estaba llevando a cabo por su cuenta. Para fines de 1992, las pérdidas de la misma superaban los 2 millones de libras. Pero no pasaba nada, ya había resuelto situaciones más complicadas otras veces. Leeson creía que había encontrado una fórmula infalible, así que la utiliza para repetir la operación para incrementar sus beneficios y no para cubrir pérdidas. Sus posiciones llegaron a representar el 40% de este mercado. Y le daba frutos.

Todo colapsó en enero de 1995. Leeson realizó una pequeña inversión en la bolsa de Tokio, apostando a que el mercado se mantendría estable. Pero al día siguiente, un importante terremoto en Kobe hundió los mercados asiáticos. Las posiciones comerciales del inversor se fueron al tacho. En una huida hacia adelante desesperada, Leeson empezó a hacer operaciones cada vez más arriesgadas, para tratar de recuperar las pérdidas.

Desesperado, el 23 de febrero dejó una nota en la oficina en la que se disculpaba, y huyó. Las pérdidas equivalían a 1.400 millones de dólares, dos veces el capital disponible del banco. Tras un intento de rescate, que fracasó, se declaró en quiebra, y fue adquirido por ING por 1 libra, a cambio de asumir su pasivo.

Era el fin del banco comercial más antiguo e importante de Reino Unido. La entidad había sido fundada en 1763, y participó en grandes operaciones, financiando la construcción del canal de Panamá o la compra de Luisiana a Francia por parte de Estados Unidos. Gestionó la salida a bolsa de Guinness, la marca de cerveza, en Londres. También fue conocido por ser el banco de la reina Isabel II, que tenía un depósito por valor de 40 millones de libras. Pero las maniobras fraudulentas arrasaron con la historia.

Leeson, sin embargo, se defiende de todo lo cometido acusando al banco de haberlo supervisado. La gerencia le permitió durante toda su estancia en Singapur ocupar los cargos de jefe comercial y el responsable de liquidar sus operaciones, trabajos que habitualmente realizan dos personas diferentes. Una situación que, no cabe duda, le facilitó ocultar sus pérdidas ante sus superiores.

Finalmente, el joven inglés se declaró culpable de dos cargos: engañar a los auditores del banco, y engañar a la bolsa de Singapur, incluyendo la falsificación de documentos. Fue condenado a 6 años de cárcel, aunque en 1999 fue liberado, tras serle diagnosticado un cáncer de colón que parecía definitivo, pero del que milagrosamente sobrevivió.

No volvió a los mercados, y desde entonces se ha dedicado a escribir libros, a dar conferencias sobre marketing, e incluso fue el director de un equipo de fútbol irlandés. Con una mezcla de ironía y seriedad, también eligió ponerse de ejemplo de los peligros que el sistema financiero debe evitar, y señala que hay muchos bancos que siguen siendo vulnerables a casos como el suyo.

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