Esta casa de verano es un sueño hecho realidad. La costa del sol lleva décadas siendo hogar de muchos ciudadanos nórdicos, enamorados de su luz, sus paisajes y su vida calma. Los abuelos de la dueña de esta casa son un ejemplo de ello: instalados en Benalmádena, disfrutaron de una jubilación dorada, rodeados de mar y de nietos.
Muchos años después, una de esas nietas decidió que quería revivir los veranos de infancia. Para ello, compró una parcela cercana a aquella que tenían sus abuelos, y decidió reformarla con la ayuda de uno de sus antiguos profesores. “La propietaria de la casa de verano es una exalumna de la universidad de arquitectura de Umeå (Suecia), donde uno de los socios de O-SH architecture dio clases en 2013. Al completar sus estudios, Emma se fue a vivir a Los Ángeles, donde actualmente es directora de arte de Anine Bing”, nos cuentan desde el despacho, que tiene sede, precisamente, en Benalmádena.
Como tantas otras casas de la costa, esta, que data de 1967, ha sufrido alteraciones y agregaciones fuera de ordenación a lo largo de los años. Por ello, la primera intervención consistió en redefinir la volumetría y regularizar la ocupación de la parcela mediante el derribo del estacionamiento y del porche anexo, abriendo la vivienda hacia suroeste y mejorando la captación solar. Eso sí, lo que no ha cambiado es el revoco a la tirolesa (el clásico gotelé, que ha vuelto con fuerza), que continúa vistiendo los muros exteriores, como el de tantas villas costeras de la época.
Una vista increíble
“El principal desafío fue abrir la casa hacia las vistas y conseguir diluir la relación entre el interior de la casa y el jardín exterior", explican desde O-SH architecture. No aprovechar el panorama del mar era un crimen solo al nivel de vivir de espaldas al exuberante jardín.
"Para ello, adaptamos el tamaño y posición de las ventanas existentes, logrando un catálogo de huecos con distintos grados de interacción con el paisaje: ventanas cuadradas oscilantes sobre la encimera para cocinar con vistas; balconeras de doble hoja abatibles 180° de conexión con el porche y el jardín; ventana plegable en la sala como extensión del sofá, o banco exterior en porche y ventanas fijas en las fachadas laterales para reforzar la visión diagonal a través de la casa”, cuentan desde la firma.
Además, unas ventanas interiores cuadradas a base de porticones de madera contrachapada de okume, situadas a media altura del suelo, conectan las recámaras posteriores con la fachada sur a través del comedor y sala, permitiendo ver el mar desde la cama.
Distribución abierta
Más allá de las aberturas, la distribución también se alteró. Originalmente, presentaba una cocina central en forma de “U” mirando hacia el pasillo, con comedor y sala al este (sin relación con el jardín y la alberca) y dos habitaciones al oeste, una de ellas, con acceso desde la cocina.
“La propuesta de reforma interior distribuye la cocina-comedor-sala en una zona de día continua a lo largo de la fachada suroeste, aprovechando la captación solar directa, y maximizando la sensación espacial interior al conectar las distintas piezas de día en un espacio fluido en diagonal. Las dos recámaras principales se reposicionan a la parte posterior de la casa de verano y se vinculan con los baños existentes a modo de habitaciones en suite”, explican los arquitectos.
Inspiración en el estilo mediterráneo
Esta nueva ordenación se complementó con un mayor refinamiento en el interiorismo, que se condensa en formas esenciales de inspiración mediterránea. Por ello, el estudio, especializado en arquitecturas vernáculas, se concentró en los perfiles sencillos y limpios de las casas nacidas en torno a este mar, con gran presencia de mobiliario de obra y piezas artesanales elaboradas a partir de materiales naturales.
“Se estableció el mínimo uso de muebles para conseguir un espacio lo más neutro y limpio posible, cuyo principal foco fuese la conexión con las vistas sobre el mar. Integramos el almacenaje y espacios de descanso en una serie de muebles de obra que generan un juego volumétrico en cada uno de los distintos espacios interiores de la casa, como el sofá en esquina, los nichos con baldas de madera de okume y madera lacada o el banco corrido para comer. Arquitectura y mobiliario son un todo para conseguir unidad y claridad espacial interior”, afirman los profesionales.
Todo esto se ve también con facilidad en la cocina, convertida en el nuevo centro de la casa. La misma cuenta con una encimera de microcemento, que recorre el interior de la fachada sur y se retranquea hacia el interior para convertirse en península y balda de entrada.
Además, para poder conservar el suelo de terrazo existente, O-SH architecture estableció una comedida paleta cromática en tonos beiges, “que transmitiese paz y tranquilidad”. Esa premisa recorre todo el interior de esta casa de verano que consigue lo que se propone: devolverle a la vida la cálida y conmovedora belleza de los sencillos veranos bajo el sol de la infancia.
Artículo publicado originalmente en AD España.