Futurama

Tras ser criogenizado por accidente, Fry se despierta justo al principio del año 3000. Con ayuda de dos nuevos amigos, un robot desequilibrado llamado Bender y una extraterrestre de ciclópea belleza llamada Leela, Fry se niega a resignarse a la labor de repartidor. Consigue dar con su tataratataratatara... sobrino, el profesor Farnsworth, quien contrata a los tres para que trabajen en su servicio de repartos intergalácticos. El mundo ya no es lo que era y a Fry le espera una odisea en el espacio.

Tras entregar un paquete en el parque de atracciones de la Luna, Fry le enseña a Leela a apreciar el satélite como se merece. Mientras, Bender tiene un pequeño romance robótico con las hijas de un granjero y pone a toda la tripulación en peligro.

Fry es tan guarro que no le dejan seguir viviendo en las oficinas del Planet Express. Como los amigos están para eso, se muda con Bender y descubre que convivir con un robot puede hacerte perder un tornillo.

En una misión para salvar animales en peligro en un planeta al borde de la destrucción, Leela se encuentra con el legendario capitán de nave Zapp Branigan, quien, al menos según piensa él, es el hombre más irresistible del universo.

Mientras entregan un paquete en un planeta habitado por robots, un lugar donde los humanos son asesinados de inmediato, Bender se queda prendado del estilo de vida local y tiene que elegir entre convertirse en una celebridad o salvar la vida a sus amigos.

Fry descubre que es asquerosamente rico, pues sus ahorros llevan acumulando intereses desde hace mil años. La fortuna se le sube a la cabeza y la despilfarra en una lata de anchoas, una especie que lleva extinta desde el año 2200. Lo que no se esperaba es que Mamá, la directora de un megaconglomerado empresarial, va a hacer lo que sea (sí, hasta usar la cabeza de Pamela Anderson) para quedarse con las anchoas.