El juego motor constituye un elemento pedag�gico de primer orden,
ayudando a desarrollar la capacidad creativa y una mejor comprensi�n de los
conceptos intr�nsecos que subyacen en el lenguaje. Tambi�n, facilita el desarrollo
de los diferentes aspectos de la personalidad del ni�o/a, del car�cter, habilidades
sociales, dominios motores y capacidades f�sicas. Adem�s, ofrece gran variedad de
experiencias, lo cual facilita la adaptaci�n y la autonom�a.
Igualmente, el juego permite al alumno/a participar activamente en
diferentes actividades, realiz�ndose as�, un aprendizaje m�s ameno, efectivo y
duradero. Tiene un gran valor y, ha sido recomendado por casi todas las tendencias
pedag�gicas del siglo XX. Por ello, habr�a que tender a ense�ar jugando, sobre todo
en los primeros ciclos de la ense�anza. Aunque el juego es una caracter�stica
propia de la infancia, es cierto que el af�n de juego no se pierde a lo largo de toda
la vida, siendo las diferencias m�s visibles entre el juego infantil y el del adulto, la
forma y contenidos del mismo.
Cuando el juego motor es compartido con los dem�s, se transforma en un
poderoso medio socializante, ya que ayuda a los ni�os/as a comprender, respetar y
tolerar a los dem�s, al mismo tiempo que les introduce en la aceptaci�n de las
normas y de las responsabilidades de asumir determinadas funciones que podr�n
extrapolar a sus propias vidas.
En cuanto a la aparici�n del juego y su estudio sistem�tico, se comienza a
adquirir consistencia a partir de autores como Clapar�de, Groos; posteriormente
Huizinga, Caillois, Elkonin o Chateau y a finales del siglo XX con Piaget o Parleb�s
(Manzano y Carrera, 2005). Son muchos los autores, expertos en disciplinas dispares,
que se han preocupado por exponer su definici�n sobre el juego tales como
Schiller (2005): “El juego es una actividad est�tica”; Gross (1902): “El juego es pre
ejercicio de funciones que van a ser necesarias para la vida adulta” o Huizinga
(1998): “Una acci�n o actividad voluntaria, realizada dentro de ciertos l�mites,
fijados en el tiempo y en el espacio, que sigue una regla libremente aceptada, pero
completamente imperiosa, provista de un fin en s� misma, acompa�ada de un
sentimiento de tensi�n y alegr�a y de una conciencia de ser algo diferente de lo que
se es en la vida corriente”.
Definiciones m�s actuales entienden el juego como una “acci�n de libre
elecci�n que se desarrolla dentro de unos l�mites de espacio y tiempo, seg�n reglas
de obligado cumplimiento y aceptadas voluntariamente” (Torres, 2000). En la
ampliaci�n del concepto, encontramos diferentes versiones del juego que seg�n
Gardner (1998), describen caracter�sticas intr�nsecas como el juego aut�ctono
(d�cese de lo que ha nacido o se ha originado en el mismo lugar donde se
encuentra), tradicional (es el juego conservado de tradici�n en tradici�n), popular
(que es peculiar del pueblo o que procede de �l), convencional (que se establece
en virtud de precedentes � de costumbres) y recreativos (divertir, alegrar). Seg�n Gil
Madrona (2006), los juegos son transmisores de valores y contenidos actitudinales
tanto en el �mbito escolar como fuera que estimulan el juego limpio y la
subordinaci�n de los intereses particulares a los generales. Adem�s, se consideran
una herramienta �til para adquirir y desarrollar actividades intelectuales y motoras
(Bautista, 2002), realiz�ndose de manera libre y potenciando la espontaneidad