¡Es que tú eres flaca!

¡Es que tú eres flaca, para ti es muy fácil hablar de aceptación corporal!

Esta frase la he escuchado de voces diversas, y sé también que muchos, aunque no se han atrevido a decírmelo, lo piensan.

Y es que  es cierto;  quienes me lo dicen tienen razón: por más que lo intente no puedo (y quizás nunca podré) sentir en carne propia lo que es vivir en un cuerpo de mayor tamaño, pero ante esto, no tengo mucho que hacer. Me tocó vivir en un cuerpo delgado, y aunque no hice absolutamente nada para merecerlo, estoy muy consciente de que por ello me ha tocado gozar de privilegios que en esta sociedad les son negados a quienes tienen cuerpos mayores.

 

            Es precisamente esta conciencia de mi privilegio de delgadez la que, entre otras cosas, me ha llevado a denunciar lo injusto que es el hecho de  que no se otorgue el mismo respeto a todos los cuerpos. Darme cuenta de esto me ha ayudado a empatizar lo más que puedo con quienes tienen que enfrentarse diariamente a una sociedad gordofóbica que los señala y estigmatiza por el tamaño de su cuerpo.

 

            Es cierto, no puedo sentir el carne propia lo difícil que es aceptarte en un mundo que no te acepta. No puedo vivir como propio el dolor de la discriminación y el estigma,  tampoco he recibido nunca burlas, juicios o críticas hacia mi cuerpo;  sin embargo, no creo que mi delgadez deba ser un obstáculo para abanderar un movimiento que lucha por la igualdad de todos los cuerpos (¿Acaso es necesario tener piel negra para denunciar el racismo y luchar contra él? ¿Es requisito ser mujer para demandar la equidad de género?). Y por otra parte ¿Por el hecho de ser delgada, debería entonces renunciar a esta lucha, y seguir fomentando la idea de que todos los cuerpos pueden y deben ser delgados? ¿No es esto acaso violento? 

 

            Es curioso como a veces siento esta necesidad de justificar mi delgadez, mientras que por otra parte, escucho a colegas que también son parte de esta lucha y que tienen cuerpos de mayor tamaño, quejarse, con toda razón, de los ataques de quienes los agreden diciendo que sólo se han unido a esta lucha para poder así justificar su gordura. Y entonces me pregunto, ¿cuál es entonces el tamaño de cuerpo adecuado para activar en este movimiento?

 

            Ciertamente, el trabajo de aceptación corporal no es fácil. Sin embargo, ante la evidencia de que no existe a la fecha algún método que permita la pérdida de peso de forma permanente me parecería muy poco ético seguir promoviendo dietas sabiendo que no van a funcionar (y que además exigen a quienes las hacen, vivir una vida de restricción y sacrificio que nadie merece). Hoy que llevo puestos otros lentes, me queda claro que ante todo mi lucha debe estar encaminada a denunciar y desmantelar la discriminación y el estigma contra los cuerpos grandes, y que solo así el trabajo de aceptación corporal individual podrá ser menos rudo.

 

            Como he dicho en varias ocasiones, sé que no basta con decirte que te aceptes, y sé que esta aceptación no es fácil. Sé también que siendo delgada me es más fácil hablar de aceptación, pero sé también que no es justo que sigas viviendo con la sensación de que tu cuerpo no es adecuado. Es justo por todo esto que seguiré nombrando y denunciando la gordofobia, es por esto que seguiré alzando la voz en contra de los mensajes que nos hacen creer que hay solo un tamaño de cuerpo adecuado, y es por esto que, además de tratar de suavizar tu camino de aceptación, seguiré ante todo luchando porque este mundo te acepte y te respete de la forma que mereces.