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“¡Despertar al mundo! Sean testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir! Es posible vivir de un modo distinto en este mundo.”
~Papa Francisco

¿Que es la vocación?

Los Padres Conciliares no escatiman esfuerzos para enfatizar que la santidad es la vocación fundamental y primordial de cada persona. Esta vocación bautismal a ser como Jesús es mucho más importante que cualquiera de las vocaciones secundarias o particulares, porque la santidad será nuestro estado por toda la eternidad en el cielo. Nadie va al cielo a menos que y hasta que sean santos.

La santidad de los cielos se caracteriza, ante todo, por la caridad, y también por los Consejos Evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Nadie en el cielo se preocupa por cualquier cosa mundana, todos en el cielo son puros en cuerpo y alma, y todos en el cielo son humildemente obedientes al Dios vivo.

Una vez aclarado esto, los Padres Conciliares empiezan a hablar de las vocaciones particulares. Ellos las resumen en tres posibilidades para un hombre católico, pasando de la vida más perfecta a la vida menos perfecta. Dentro de la vocación laica hay dos opciones:

  • La vida religiosa consagrada
  • El Sacerdocio
  • La vocación laica
  • El Matrimonio
  • La vida de soltero

Debido a que la vida religiosa consagrada implica un compromiso radical a vivir los Consejos Evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, como todos haremos en el cielo, se considera como la vida más perfecta en la tierra. Un hombre llamado al matrimonio no debe enojarse por esta caracterización, como si hubiera sido llamado a algo menor.

La vocación más favorable para cada persona es precisamente la voluntad de Dios para esa persona. Sin embargo, para ser teológicamente exactos, la vida religiosa consagrada es la más perfecta. La vocación del sacerdocio no es tan perfecta como la vida religiosa, en este sentido, porque los sacerdotes (diocesanos) no hacen los votos de los Consejos Evangélicos.

Los sacerdotes hacen una promesa de celibato por amor al Reino y prometen obedecer a su obispo y orar por el pueblo de Dios.

Si una persona no es llamada a la vida religiosa o al sacerdocio, entonces es llamada a hacer algún trabajo muy importante de evangelización del mundo estando en el mundo como laico. Esta importante labor de los laicos fue muy enfatizada por los Padres del Concilio Vaticano y no debe ser tomada a la ligera. Llevar a Cristo al mundo no es deber sólo de los sacerdotes y las monjas.

¡El mayor batallón en el ejército de Cristo son los laicos! Si te llama a evangelizar al mundo como laico, entonces debes discernir si se eres llamado al matrimonio o a la vida generosa de soltero.


Claves pare el Discernimento

 Oración

• Misa Diaria
• Sagrada Escritura – Lea el Evangelio
• Rosario – Pida a la Virgen María que sea su guía
• Confesión
• La oración diaria y el silencio
• Adoración Eucarística

Dirección y Apoyo Espiritual

• Hable con un sacerdote
• Hable con una persona católica modelo
• Busque un Director Espiritual
• Construya amistades buenas
• Lea las vidas de los santos

Explora las posibilidades

• Hable con el director de vocaciones
• Retiros discernimiento o espirituales
• Libros de discernimiento y espirituales
• Recursos en línea
• Servir a los pobres y ayude a los necesitados


Las Siete Etapas de un Discernimiento Diligente

Etapa 1: La llamada inicial

Un hombre en la etapa 1 ha experimentado recientemente la atracción al sacerdocio por primera vez. Esta etapa inicial de discernimiento a menudo se produce durante la infancia, tal vez en la Misa, en un aula de la escuela católica, o cuando un sacerdote invita a considerar el sacerdocio.

Sin embargo, para algunos hombres esta llamada inicial ocurre en la edad adulta, y puede ser una experiencia disonante. Puede suceder después de un buen retiro, una homilía, o un tiempo de oración. Puede suceder después de que otra persona mencione la posibilidad del sacerdocio.

Etapa 2: Período de estado latente

Un hombre en la etapa 2 ha estado pensando sobre el sacerdocio durante algún tiempo, por lo general por un par de años, dependiendo de cuándo entró en la etapa 1. Él sin embargo no piensa en esto cada día. Por lo contrario, pasan muchos días en los cuales no se piensa en esto en absoluto. La idea sale a flote de vez en cuando, normalmente en la misa, mientras reza en la noche o cuando otra persona lo menciona. No se ha convencido de que el sacerdocio es una posibilidad real. A veces un hombre en la etapa 2 prematuramente “decidirá” que no está llamado al sacerdocio.

No obstante, esta persona ha reunido más información al hablar con sacerdotes o seminaristas, visitando sitios web vocacionales o leyendo materiales vocacionales.

Etapa 3: Período de evaluación

Un hombre en la etapa 3 se da cuenta de que su atracción por el sacerdocio no va a desaparecer, a pesar de que ha tratado de evitarla. Este hombre está haciendo un esfuerzo más serio para crecer en su fe y su vida de oración. Puede ser que encuentre un director espiritual, porque se da cuenta de que necesita ayuda en el proceso de discernimiento. Él comienza a pelear la batalla espiritual de rendirse a la voluntad de Dios, y algunos días gana esta batalla, y otros días la pierde. El amor de este hombre por Dios está madurando y comienza a entender la alegría de poner su vida a disposición de Jesús y de su Iglesia. Su deseo de servir a los demás es cada vez mayor, como también lo es la felicidad que experimenta al servir.

Etapa 4: Giro en el discernimiento

Un hombre en la etapa 4 se está moviendo rápidamente hacia la entrega y la aceptación de la voluntad de Dios. Él ha sido fiel a la oración, ha asistido a los retiros, ha reunido la información y ha llegado a la conclusión de que Dios está, probablemente, llamándolo a ser sacerdote. Siente una sensación de paz hacia esta vocación predeterminada por Dios. Su director espiritual y director vocacional le dicen que tiene los signos y las cualidades. Todavía puede tener la esperanza que Dios sólo lo llame al seminario por un año o más, pero no al sacerdocio.

Etapa 5: Discernimiento en el seminario

El hombre en la etapa 5 ha sido aceptado como seminarista por su Obispo, y el Obispo lo ha asignado a un seminario específico.

Etapa 6: Una paz consistente

Este hombre ha estado en el seminario de dos a cuatro años y ha crecido enormemente en la fe, la oración, el conocimiento y la generosidad. Este hombre conoce a Jesús personalmente. Ha pasado incontables horas en la oración y el estudio y es muy capaz de enseñar a otros acerca de Cristo. La emoción de los primeros años en el seminario ha pasado y ahora está haciendo el trabajo duro de la formación sacerdotal a través de la oración diaria y el estudio. Este hombre está acostumbrado a la idea de que es muy probable que llegue a ser sacerdote.

Etapa 7: Certeza moral

La etapa 7 comienza a más tardar cuando un hombre llega al seminario para iniciar el tercer año de teología. Esta no es realmente una etapa de discernimiento sino el final del discernimiento. Un hombre en la etapa 7 ya no le pregunta a Dios si debiera llegar a ser sacerdote o si él tiene el don del celibato. Se está preparando para ser ordenado diácono al final del tercero de teología y, a continuación, un año más tarde, será ordenado sacerdote. Este hombre ha alcanzado la certeza moral de que esta es la voluntad de Dios. No está absolutamente seguro, porque eso no es posible, pero ha recibido todas las indicaciones que debe ser sacerdote. Este hombre todavía podría estar orando para que Dios lo detenga si no quisiera que él llegue a ser sacerdote. Pero él dice: “Señor, a menos que me envíes una clara señal de que quieres que me detenga, voy a seguir adelante.”


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