Nino Cubelos, asomado al puente y con la casa de comidas familiar de fondo

Nino Cubelos es tan de Ponferrada como el puente que le vio nacer, el que da nombre a la ciudad y ha adoptado ya para siempre el apellido de su familia. Salió para hacer carrera de futbolista y llegó a compartir vestuario con canteranos que luego serían ye-yés madridistas relevándose en la portería con Julio Iglesias. Fue precisamente siguiendo la pelota como encontró el amor en Burgos, donde pudo haberse radicado. Pero le tiraba más la barra del bar y casa de comidas familiar y su tierra, a la que la crisis económica le ha quitado la careta de un desarrollo ficticio: “Hemos vivido de mentiras. Yo estoy asustado. La economía está horrible y la gente sigue abriendo negocios”.

Ramón ‘Nino’ Cubelos es el pequeño de una familia de ocho hermanos, tantos como los rabos del pulpo, el emblema de un establecimiento que nació en 1880 a un lado del puente, allí donde él mismo se recuerda de niño despachando pescado. Como sus tres hermanos varones, Nino nació ya del otro lado del puente, cuyo ensanchamiento se llevó por delante el local original y dio todo el protagonismo a la casa de comidas a la que echó el candado hace ahora nueve años para, de paso, poner un punto y aparte en la historia de la ciudad.

Mamó desde pequeño la disciplina que exige el negocio familiar. “Mal estudiante”, Nino era tercer portero de la Ponferradina cuando el mítico defensa Lesmes pasó un informe a Miguel Malbo para entrar en la cantera del Real Madrid mientras hacía la mili como voluntario en la capital y entrenaba en Vallecas. Fueron 45 días hasta su cesión al Torrijos de Toledo con un 4 de diciembre en el que compartió portería con Julio Iglesias enfrentándose al Santa Bárbara de Toledo. “No me compensaba el fútbol con estar apartado del negocio”, dice para relatar sus siguientes destinos hasta llegar a Burgos, donde conoció a su mujer, Dorita. Lo primero que nos dice es los días que lleva casado con ella.

Nino Cubelos pudo haberse asentado en Burgos con un puesto de funcionario de Obras Públicas al que renunció. “Estuve 20 días y perdí el humor. Mi idea era venir aquí. Me tira Ponferrada”, cuenta antes de detenerse en su último destino, el Numancia de Soria. “Entré llorando y salí llorando”, recuerda ahora que en agosto le hicieron un homenaje al cumplirse los 50 años de la temporada en la que entrenó a sus juveniles. Colgó las botas y desató el mandil, que durante años compatibilizó con el banquillo, una mezcla demasiado dura cuando se puso al frente de la Ponferradina y los lunes tocaba lidiar con el seleccionador nacional que se esconde bajo la piel de cada aficionado.

En el ecuador de una ciudad marcada por el puente, Nino estaba entre los ricos de la zona alta y los obreros de La Puebla. “Yo era amigo de todos”, presume con su carácter afable, santo y seña de una casa en la que se tuteaba a los clientes. “Si no eres amigo, no te quiero de cliente”, rezaba una de las máximas de su padre, que le dejó otras sentencias de sabiduría popular grabadas a fuego en su memoria:

“El apellido Cubelos es honradez y ganas de trabajar”

Vivió los ecos de una Ciudad del Dólar en la que había más vida de madrugada que a media tarde y ahora sufre los estertores de agonía de una ciudad y comarcas sumidas en el pesimismo: “Hemos vivido un poco de mentiras. Hace unos años un simple albañil montaba una empresa y venga a hacer casas”.

Cubelos compara esos años de vino y rosas de cara a la galería con el instinto de su abuela Josefa, que iba al mercado a vender el pescado con dos cestas para la recaudación. Y sólo empezaba a llenar la segunda cuando hubiera cubierto las 17 pesetas de la primera, la que marcaba la frontera de los costes.

“En Ponferrada los buenos negocios son aquellos en los que el dueño se mantiene al pie del cañón”

Palabra de Nino Cubelos, que hace ahora nueve años echó el pestillo a uno de los locales más emblemáticos de Ponferrada y El Bierzo.

Nino Cubelos, en su domicilio de Ponferrada, con viejos recuerdos deportivos

 

El día de la Primera Comunión

 

Con sus padres, Pepe y Rosario 

Su padre (hijo de Blas y Josefa) con el Mago Chalupa, el recordado Ignacio Linares

 

El día de su boda con Dorita

 

Con su hermano Pepe (derecha) y el mítico jugador del Real Madrid Atienza 

 

“El secreto del pulpo es la calidad. La cocción viene con la calidad”, explica 

De puente a puente. Aquí, con su familia (su mujer, Dorita, sus hijas, Beatriz y Noelia, y sus nietas, Lucía y Andrea) en el Puente de Brooklyn

 

Los ocho hermanos Cubelos (Maruja, Toña, Concha, Tere, Lolo, Pepe, Adriano y Nino) con sus parejas 

Con su mujer, Dorita, y Manhattan de fondo

 

Su título de entrenador nacional

 

Formación del Numancia con Nino Cubelos (primero por la izquierda arriba) de portero

 

Homenaje este pasado mes de agosto de los juveniles del Numancia de Soria a los que entrenó hace ahora 50 años