El profesor que introdujo en las aulas el balón ovalado de rugby junto al omnipresente esférico del fútbol; el gestor deportivo que hizo del Bierzo uno de los lugares de España con más fichas para jugar al baloncesto; el investigador que ‘rebautizó’ a la Deportiva Ponferradina, cuyas luces y sombras contó como periodista hasta la llegada del club a la élite; el director que introdujo en Ponferrada el café teatro; y el cronista imprescindible que ha relatado sobre la base de datos y recuerdos la historia reciente de la capital berciana. Podrían ser muchas vidas, pero es una sola, la de José Cruz Vega Alonso, que es todo eso y alguna cosa más, y se mantiene en forma y ocupado pasados los 80 años.

José Cruz Vega Alonso

José Cruz Vega Alonso, de niño

“Los cuarenta fueron años difíciles, pero aquí ya empezaba a correr el dinero”, señala José Cruz Vega Alonso, que nació en San Andrés de Montejos, pero pasó ya la infancia en Ponferrada

Nació el 3 de mayo de 1940 en San Andrés de Montejos (Ponferrada). Como entonces era tradición mirar el santoral, le pusieron Cruz con José por delante. Su familia (su padre trabajador en la Minero Siderúrgica de Ponferrada y su madre maestra) se trasladó de inmediato a la capital del Bierzo. Allí, en el barrio de La Puebla, se crio ‘Crucito’, como le llamaban por su escasa carrocería. Eran años de contradicciones: la dureza de la posguerra se mitigaba en Ponferrada con el despegue de su actividad económica hasta ser la Ciudad del Dólar. Incluso un niño se daba cuenta: “Los cuarenta fueron años difíciles, pero aquí ya empezaba a correr el dinero”. Más allá de los clásicos juegos infantiles, la cultura y el deporte ya empezaban a sellar su biografía.

Hizo la reválida de cuarto el mismo día de 1954 en que asistió por primera vez a un partido de la Deportiva Ponferradina en Santa Marta. Con “muchas dudas” sobre su vocación, se decantó por estudiar Ciencias Políticas y Económicas en Madrid, donde recibió clases impartidas por José Luis Sampedro o Manuel Fraga. Fue un cambio vital “de 180 grados”. En la capital de España vio jugar a Di Stéfano y se refugió en un ambiente cultural en el que lucían otros apellidos como Berlanga o Bardem en el cine o Alonso y Tamayo en el teatro. Cruz Vega, que de niño cambiaba cromos y tebeos en las sesiones infantiles del Edesa, coqueteó con un mundo que todavía no casaba con la época: “El teatro habría sido mi auténtica vocación. Pero habría sido difícil de entender para mis padres que me metiera en la farándula”.

Había que regresar a Ponferrada (siempre lo ha hecho). Tras casarse en 1965, dio sus primeros pasos como docente en el Centro de Estudios Mercurio. Como limitarse al horario laboral nunca fue con él, asumió la titánica tarea de hacer que el teatro echara raíces en un erial cultural. “Había un vacío tremendo”, cuenta para explicar la etapa en la que fue el primer director (entre 1967 y 1972) de Conde Gatón e introdujo el café teatro. Además de una trilogía sobre las tablas en la capital berciana, ha escrito cerca de cuarenta obras y dirigido con posterioridad grupos como Almen en el Instituto Álvaro de Mendaña, Jándalo en la Casa de Andalucía y ahora Eclipse en Fuentesnuevas.

Fue a estudiar Ciencias Políticas y Económicas a Madrid, donde vio jugar a Di Stéfano y se refugió en un ambiente cultural donde brillaban Berlanga y Bardem en el cine y Tamayo y Alonso en el teatro

José Cruz Vega Alonso, de joven en Madrid

José Cruz Vega Alonso, de joven en Madrid

José Cruz Vega Alonso, dando clases de Educación Física

José Cruz Vega Alonso, dando clases de Educación Física

José Cruz Vega Alonso, en el centro de la imagen componiendo la pareja arbitral en un partido femenino de baloncesto

José Cruz Vega Alonso, en el centro de la imagen componiendo la pareja arbitral en un partido femenino de baloncesto

Fue entrenador, árbitro y delegado comarcal de baloncesto de una zona que se coló entre las diez mejores de España por número de fichas, al tiempo que se implicó en los Juegos Deportivos del Bierzo

La profesión se juntó con la pasión cuando completó su formación con la Diplomatura en Estudios Superiores Sociales y Sindicales y la Licenciatura en Educación Física. Llegó en 1977 al Instituto Álvaro de Mendaña, donde se jubilaría 30 años más tarde. Al principio, a falta de pistas, había que sacar las porterías al aparcamiento para jugar al balonmano. Como no había pabellones cubiertos, tocaba barrer la nieve o trasladarse a Valdeorras para aquellos partidos de baloncesto, deporte en el que fue entrenador, árbitro y delegado comarcal de una zona que se coló entre las diez mejores de España por número de fichas. También se implicó en aquellos Juegos Deportivos del Bierzo nacidos del impulso de Eduardo Montes. Sin ninguna obligación, los fines de semana acababan siendo una prolongación de la actividad ordinaria: “Y no te importaba echar más horas”.

Habría podido elegir cualquier destino cuando sacó un número de salida en las oposiciones nacionales, pero siempre había que volver a Ponferrada. “He estado muy a gusto aquí”, confiesa. A principios de los ochenta tocó ponerse en la barricada y luchar con sus compañeros profesores de Educación Física por una equiparación que se logró en términos laborales, pero quedó pendiente en el reconocimiento de la asignatura. “Hubo un pequeño avance, pero no el que tenía que haber habido para que la materia fuera considerada como algo más que jugar al fútbol”, dice quien introdujo en aquellos patios los primeros balones de rugby y dio también clases optativas de teatro de las que surgieron vocaciones. Por sus manos, calcula, pasaron alrededor de 8.000 alumnos.

Compartió con otros profesores de Educación Física una movilización que equiparó las condiciones de los docentes, pero no a la asignatura: “Hubo un pequeño avance, pero no el que tenía que haber habido”

Lector “empedernido” desde niño, otra de sus pasiones son los medios de comunicación desde su primera colaboración en 1956 en el semanario Promesa. De críticas teatrales y crónicas futbolísticas nutrió principalmente un oficio en el que pasó por la prensa escrita y la radio. “Y la radio”, señala, “era mi preferida por lo mismo que el teatro: por el principio de inmediatez”. Más de diez años después de narrar las horas más bajas, cuando la Ponferradina se asomó al abismo de la desaparición con aquella campaña solidaria a la desesperada en 1994, pudo disfrutar como colofón de la primera temporada (la 2006-2007) en Segunda División de un club al que le cambió la partida de nacimiento: de 1905 a 1922 a fuerza de documentarse: “Siempre me gustó ser un ratón de biblioteca. Y tengo en mi casa documentos que no tiene nadie”. De datos y vivencias personales se alimenta también una bibliografía de la que destaca los dos libros de ‘recuerdos’ de Ponferrada.

Gestor deportivo en una Ponferrada sin pabellones, cronista futbolístico en campos de Tercera y dinamizador teatral en un desierto cultural, José Cruz Vega Alonso fue tan a la vanguardia que muchas veces llegó antes de tiempo. Ahora sufre por la crisis de una ciudad “que no ha sabido tener miras de futuro”, pero que puede presumir de salud deportiva y de oferta teatral: “En el deporte estamos en la cúspide; y ya quisieran muchas capitales tener la programación del Bergidum”. Cruz Vega se mantiene tan ocupado que nos hace un hueco en su apretada agenda semanal para terminar haciendo una confesión (“mi gran pasión es Ponferrada”) y una especie de testamento (“echo la vista atrás y no me arrepiento de nada”). Y su vida son muchas a la vez.

“En el deporte estamos en la cúspide; y ya quisieran muchas capitales tener la programación del Bergidum”, dice Cruz Vega, el ‘padre’ que ‘rebautizó’ a la Deportiva Ponferradina para fijar su fundación en 1922

José Cruz Vega Alonso

José Cruz Vega Alonso

José Cruz Vega Alonso, junto al también periodista Toño Jiménez, en una Gala del Deporte de Ponferrada

José Cruz Vega Alonso, junto al también periodista Toño Jiménez, en una Gala del Deporte de Ponferrada

José Cruz Vega, a la derecha, con el grupo de teatro del Instituto Álvaro de Mendaña

José Cruz Vega, a la derecha, con el grupo de teatro del Instituto Álvaro de Mendaña

José Cruz Vega Alonso, con el grupo de teatro Almen del Álvaro de Mendaña

José Cruz Vega Alonso, con el grupo de teatro Almen del Álvaro de Mendaña

José Cruz Vega Alonso, en una imagen reciente en Ponferrada con el Instituto Álvaro de Mendaña, donde dio clase durante 30 años, detrás

José Cruz Vega Alonso, en una imagen reciente en Ponferrada con el Instituto Álvaro de Mendaña, donde dio clase durante 30 años, detrás