Dimensión Histórica de Chile N° 19, Santiago (2004-2005), pp. 403-408, 2004
El presente estudio no es, en sentido estricto, una historia de los partidos de derecha –sus fluc... more El presente estudio no es, en sentido estricto, una historia de los partidos de derecha –sus fluctuaciones electorales, su personal dirigente, su militancia, sus programas-, sino más bien un intento “fenomenológico” de intelección de este sector político en nuestro país, con los desafíos que enfrentó y las estrategias correspondientes, en busca de establecer la continuidad o el cambio del mismo a lo largo de gran parte del siglo. Tal vez por ello, aunque declare en su título que trata de “la derecha chilena en el siglo XX”, la obra se centra de preferencia en un período de poco más de un cuarto de siglo, de 1938 a 1965; vale decir, desde que aquélla fue desalojada del gobierno por el Frente Popular, hasta la efímera recuperación del mismo en 1958-64 y el desastre final a manos de la democracia cristiana. Se trata, pues, de la derecha “histórica”, la constituida por los partidos Liberal y Conservador. Pero la autora deja fuera de su análisis toda la historia de estos partidos -y de la élite económica y social que representaban- anterior a 1938; en coherencia con las tesis adoptadas de que sólo hay “derecha” allí donde hay una “izquierda”, y que sólo a partir del segundo tercio de la centuria esa élite “se transforma en derecha”, al tener que competir en la arena política con fuerzas sociales antagónicas (p. 9). Al mismo tiempo, el paso es más rápido, bastante menos detallado y casi a modo de un epílogo, cuando se trata de la derecha reconstituida en 1966, en la forma del Partido Nacional, y de la “nueva” derecha formada durante el gobierno militar.
Los clasicistas tal vez lo deploren; mas el hecho es que el conocimiento que la gran mayoría de l... more Los clasicistas tal vez lo deploren; mas el hecho es que el conocimiento que la gran mayoría de los contemporáneos tiene del mundo clásico proviene del cine. Asimismo el cine es la gran fuente de los mitos de nuestros días; si se trata de mitos “auténticos”, en el sentido de Walter Otto, o no, es otra cosa. No debería extrañarnos, pues, que una figura como la de Alejandro Magno, protagonista del mito y de la historia a través de los siglos, sea recreada por el cine; ni que se trate ahora del discutido Alexander de Oliver Stone (2004), que seguramente marcará época en este dominio. Por lo mismo, los especialistas del mundo clásico tienen el derecho y el deber de decir algo sobre esta película.
La discusión que RRR prolonga, y quiere estimular, tiene más de un siglo. Mientras Mommsen había ... more La discusión que RRR prolonga, y quiere estimular, tiene más de un siglo. Mientras Mommsen había hablado de “partidos” en la Roma republicana, no muy diferentes a los que él conoció en la Europa del s. XIX, Matthias Gelzer (1912), Friedrich Münzer (1920) y Ronald Syme (1939) destacaron el carácter puramente personal y familiar de las relaciones políticas en la repúbli-ca romana. A partir de esta perspectiva prosopográfica, el consenso desde entonces vigente se basó en la idea de que la República era necesariamente oligárquica, y que en ella una clase dirigente –nobilitas, a veces llamada “aristocracia senatorial”- controlaba no sólo el Senado y los altos cargos políticos y sacerdotales, sino también la representación popular. Sin embargo, ya en el último tercio del s. XX ese consenso comenzó a ser discutido. Así C. Nicolet (en su Mé-tier du citoyen, 1976) destacó el papel del populus y del ciudadano, que no se limitaba a simple mascarada. El autor de la obra que comentamos nos recuerda que aun maestros del método prosopográfico, como Erich Gruen (sobre cuya Last Generation of the Roman Republic, cf. nues-tra reseña en Limes 7/8, 1995-96) y T.R.S. Broughton, advirtieron los límites del mismo y se-ñalaron los peligros de ceñirse a esquemas dogmáticos. Pero quien desafió abiertamente la “ortodoxia” establecida fue Fergus Millar, en una serie de trabajos publicados desde 1984. Millar reivindicó la función política decisiva del pueblo a través de sus asambleas; llamó “mi-to” la idea del control vertical de la clase dirigente sobre otros grupos de ciudadanos y negó que existiera una clase dirigente como tal, homogénea y hereditaria. En su opinión, la república romana era un tipo de direct democracy, no una oligarquía aristocrática. Es con Millar que K-JH emprende aquí una discusión frontal.
El "imperialismo romano" es un viejo tema en la historiografía de la Antigüedad, y casi siempre h... more El "imperialismo romano" es un viejo tema en la historiografía de la Antigüedad, y casi siempre ha descansado en la noción aceptada de la excepcionalidad de la historia romana-ya se vea a los romanos como excepcionalmente agresivos y amantes de la guerra, ya se les mire como practicantes a pesar suyo de un curioso imperialismo defensivo. El tema repercute en las contemporáneas teoría política y teoría de las relaciones internacionales, ya que Roma sigue siendo, en gran medida, si no el modelo, sí el término de comparación de imperialismos más actuales. A la inversa, el enfoque negativo del papel de Roma en el mundo antiguo probablemente derive-nos dice el autor de este libro-de la tradición que sobre el imperialismo moderno fundó John A. Hobson en su Imperialism: A Study (1902).
La naturaleza y los limites del regimen establecido por Augusto en 27 aC ha sido materia de debat... more La naturaleza y los limites del regimen establecido por Augusto en 27 aC ha sido materia de debate para la historiografia moderna, sin que falten los precedentes de la discusion ya en la Antiguedad. Â?«Restauracion de la Republica», como pretendio el mismo Augusto, o fundacion de una monarquia sin mas ”“pero una monarquia «disfrazada»? En otras palabras, en la inter- pretacion de los hechos se han confrontado una perspectiva juridicista o «constitucional» y una «realista», «pragmatica» o ”“como dirian algunos”“ «cinica». En el presente trabajo se revisan las principales interpretaciones historiograficas sobre el fundador del Imperio y su posicion en relacion con la «constitucion» romana.Â
Dimensión Histórica de Chile N° 19, Santiago (2004-2005), pp. 403-408, 2004
El presente estudio no es, en sentido estricto, una historia de los partidos de derecha –sus fluc... more El presente estudio no es, en sentido estricto, una historia de los partidos de derecha –sus fluctuaciones electorales, su personal dirigente, su militancia, sus programas-, sino más bien un intento “fenomenológico” de intelección de este sector político en nuestro país, con los desafíos que enfrentó y las estrategias correspondientes, en busca de establecer la continuidad o el cambio del mismo a lo largo de gran parte del siglo. Tal vez por ello, aunque declare en su título que trata de “la derecha chilena en el siglo XX”, la obra se centra de preferencia en un período de poco más de un cuarto de siglo, de 1938 a 1965; vale decir, desde que aquélla fue desalojada del gobierno por el Frente Popular, hasta la efímera recuperación del mismo en 1958-64 y el desastre final a manos de la democracia cristiana. Se trata, pues, de la derecha “histórica”, la constituida por los partidos Liberal y Conservador. Pero la autora deja fuera de su análisis toda la historia de estos partidos -y de la élite económica y social que representaban- anterior a 1938; en coherencia con las tesis adoptadas de que sólo hay “derecha” allí donde hay una “izquierda”, y que sólo a partir del segundo tercio de la centuria esa élite “se transforma en derecha”, al tener que competir en la arena política con fuerzas sociales antagónicas (p. 9). Al mismo tiempo, el paso es más rápido, bastante menos detallado y casi a modo de un epílogo, cuando se trata de la derecha reconstituida en 1966, en la forma del Partido Nacional, y de la “nueva” derecha formada durante el gobierno militar.
Los clasicistas tal vez lo deploren; mas el hecho es que el conocimiento que la gran mayoría de l... more Los clasicistas tal vez lo deploren; mas el hecho es que el conocimiento que la gran mayoría de los contemporáneos tiene del mundo clásico proviene del cine. Asimismo el cine es la gran fuente de los mitos de nuestros días; si se trata de mitos “auténticos”, en el sentido de Walter Otto, o no, es otra cosa. No debería extrañarnos, pues, que una figura como la de Alejandro Magno, protagonista del mito y de la historia a través de los siglos, sea recreada por el cine; ni que se trate ahora del discutido Alexander de Oliver Stone (2004), que seguramente marcará época en este dominio. Por lo mismo, los especialistas del mundo clásico tienen el derecho y el deber de decir algo sobre esta película.
La discusión que RRR prolonga, y quiere estimular, tiene más de un siglo. Mientras Mommsen había ... more La discusión que RRR prolonga, y quiere estimular, tiene más de un siglo. Mientras Mommsen había hablado de “partidos” en la Roma republicana, no muy diferentes a los que él conoció en la Europa del s. XIX, Matthias Gelzer (1912), Friedrich Münzer (1920) y Ronald Syme (1939) destacaron el carácter puramente personal y familiar de las relaciones políticas en la repúbli-ca romana. A partir de esta perspectiva prosopográfica, el consenso desde entonces vigente se basó en la idea de que la República era necesariamente oligárquica, y que en ella una clase dirigente –nobilitas, a veces llamada “aristocracia senatorial”- controlaba no sólo el Senado y los altos cargos políticos y sacerdotales, sino también la representación popular. Sin embargo, ya en el último tercio del s. XX ese consenso comenzó a ser discutido. Así C. Nicolet (en su Mé-tier du citoyen, 1976) destacó el papel del populus y del ciudadano, que no se limitaba a simple mascarada. El autor de la obra que comentamos nos recuerda que aun maestros del método prosopográfico, como Erich Gruen (sobre cuya Last Generation of the Roman Republic, cf. nues-tra reseña en Limes 7/8, 1995-96) y T.R.S. Broughton, advirtieron los límites del mismo y se-ñalaron los peligros de ceñirse a esquemas dogmáticos. Pero quien desafió abiertamente la “ortodoxia” establecida fue Fergus Millar, en una serie de trabajos publicados desde 1984. Millar reivindicó la función política decisiva del pueblo a través de sus asambleas; llamó “mi-to” la idea del control vertical de la clase dirigente sobre otros grupos de ciudadanos y negó que existiera una clase dirigente como tal, homogénea y hereditaria. En su opinión, la república romana era un tipo de direct democracy, no una oligarquía aristocrática. Es con Millar que K-JH emprende aquí una discusión frontal.
El "imperialismo romano" es un viejo tema en la historiografía de la Antigüedad, y casi siempre h... more El "imperialismo romano" es un viejo tema en la historiografía de la Antigüedad, y casi siempre ha descansado en la noción aceptada de la excepcionalidad de la historia romana-ya se vea a los romanos como excepcionalmente agresivos y amantes de la guerra, ya se les mire como practicantes a pesar suyo de un curioso imperialismo defensivo. El tema repercute en las contemporáneas teoría política y teoría de las relaciones internacionales, ya que Roma sigue siendo, en gran medida, si no el modelo, sí el término de comparación de imperialismos más actuales. A la inversa, el enfoque negativo del papel de Roma en el mundo antiguo probablemente derive-nos dice el autor de este libro-de la tradición que sobre el imperialismo moderno fundó John A. Hobson en su Imperialism: A Study (1902).
La naturaleza y los limites del regimen establecido por Augusto en 27 aC ha sido materia de debat... more La naturaleza y los limites del regimen establecido por Augusto en 27 aC ha sido materia de debate para la historiografia moderna, sin que falten los precedentes de la discusion ya en la Antiguedad. Â?«Restauracion de la Republica», como pretendio el mismo Augusto, o fundacion de una monarquia sin mas ”“pero una monarquia «disfrazada»? En otras palabras, en la inter- pretacion de los hechos se han confrontado una perspectiva juridicista o «constitucional» y una «realista», «pragmatica» o ”“como dirian algunos”“ «cinica». En el presente trabajo se revisan las principales interpretaciones historiograficas sobre el fundador del Imperio y su posicion en relacion con la «constitucion» romana.Â
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continuidad o el cambio del mismo a lo largo de gran parte del siglo. Tal vez por ello, aunque declare en su título que trata de “la derecha chilena en el siglo XX”, la obra se centra de preferencia en un período de poco más de un cuarto de siglo, de 1938 a 1965; vale decir, desde que aquélla fue desalojada del gobierno por el Frente Popular, hasta la efímera recuperación del mismo en 1958-64 y el desastre final a manos de la democracia cristiana. Se trata, pues, de la derecha “histórica”, la constituida por los partidos Liberal y Conservador. Pero la autora deja fuera de su análisis toda la historia de estos partidos -y de la élite económica y social que representaban- anterior a 1938; en coherencia con las tesis adoptadas de que sólo hay “derecha” allí donde hay una “izquierda”, y que sólo a partir del segundo tercio de la centuria esa élite “se transforma en derecha”, al tener que competir en la arena política con fuerzas sociales antagónicas (p. 9). Al mismo tiempo, el paso es más rápido, bastante menos detallado y casi a modo de un epílogo, cuando se trata de la derecha reconstituida en 1966, en la forma del Partido Nacional, y de la “nueva” derecha formada durante el gobierno militar.
continuidad o el cambio del mismo a lo largo de gran parte del siglo. Tal vez por ello, aunque declare en su título que trata de “la derecha chilena en el siglo XX”, la obra se centra de preferencia en un período de poco más de un cuarto de siglo, de 1938 a 1965; vale decir, desde que aquélla fue desalojada del gobierno por el Frente Popular, hasta la efímera recuperación del mismo en 1958-64 y el desastre final a manos de la democracia cristiana. Se trata, pues, de la derecha “histórica”, la constituida por los partidos Liberal y Conservador. Pero la autora deja fuera de su análisis toda la historia de estos partidos -y de la élite económica y social que representaban- anterior a 1938; en coherencia con las tesis adoptadas de que sólo hay “derecha” allí donde hay una “izquierda”, y que sólo a partir del segundo tercio de la centuria esa élite “se transforma en derecha”, al tener que competir en la arena política con fuerzas sociales antagónicas (p. 9). Al mismo tiempo, el paso es más rápido, bastante menos detallado y casi a modo de un epílogo, cuando se trata de la derecha reconstituida en 1966, en la forma del Partido Nacional, y de la “nueva” derecha formada durante el gobierno militar.