El frasco que Galadriel le regala a Frodo es mucho más que luz embotellada, y tiene un pasado sangriento

La esencia de una estrella

Cuando la compañía del Anillo se aventura en los bosques de Lothlórien, son recibidos por los elfos, liderados por la dama Galadriel. Aún muy afectados por la caída de Gandalf en el foso de Khazam-Dûm en Moria, el grupo encuentra por fin un lugar de descanso donde pueden llorar la muerte del mago. Pero el tiempo apremia, y con la energía recuperada, la compañía se dispone a retomar el camino a través del Rauros.

Antes de partir, la dama Galadriel les ofrece un regalo a cada uno de los miembros del grupo. Uno de los obsequios más misteriosos es un pequeño frasco que Galadriel le confía a Frodo, la Luz de Eärendil, para que "ilumine el camino cuando el resto de luces se apaguen". Si conoces la historia sabrás que este aparentemente humilde frasco de cristal va a ser clave para la supervivencia de Frodo y Sam a través de la cueva de Ella Laraña, pero lo que quizá no sabías es que contiene la esencia de una joya legendaria en el universo del Señor de los Anillos. Una joya que llevó a los elfos hacia la guerra más sangrienta de su historia.

Galadriel le regala la Luz de Eärendil a Frodo en La Comunidad del Anillo

En la Primera Edad de la Tierra Media, dos grandes árboles se erigían en el reino de los elfos. Se conocen como los Dos Árboles de Valinor, y emitían una intensa luz plateada y dorada (la plata de Telperion y el oro de Laurelin). Los últimos frutos de dichos árboles acabarían por convertirse en la Luna y el Sol, pero antes de eso hubo un elfo que pudo encapsular aquella luz mágica, y la utilizó para crear tres joyas legendarias conocidas como los Silmarils. Fëanor, que fue el elfo capaz de controlar la luz de Telperion y Laurelin, convirtió esas tres gemas en la mayor riqueza del pueblo élfico.

La guerra milenaria más sangrienta de la Tierra Media

Cuando Melkor, el maestro de Sauron, empezó su cruzada para dominar toda la Tierra Media, quiso atacar a los elfos donde más les dolía. Por ello, se alió con Ungoliant, la madre de Ella Laraña, y juntos destruyeron los Dos Árboles de Valinor. El último resquicio de luz estaba ahora contenida en aquellas tres gemas, que Melkor no tardó en robar. El tirano incrustó las joyas en su corona, y fue bautizado con el sobrenombre de Morgoth por Fëanor. Los elfos, como es natural, no se iban a quedar con los brazos cruzados.

Melkor y Ungoliant destruyeron los Dos Árboles de Valinor

El pueblo élfico se alzó en armas contra Morgoth en lo que pasó a la historia como La Guerra de las Joyas. Tras miles de años de contienda, Beren y Lúthien, un hombre y una elfa (que son la pareja sobre la que canta Aragorn mientras los hobbits duermen de camino a Rivendel) consiguen recuperar una de ellas. Eärendil, que es el marido de la nieta de Beren y Lúthien, logra devolverle la joya a sus legítimos dueños. Los elfos, con la gema en su poder, no se quieren arriesgar a volver a perderla, así que la envían al cielo para que se transforme en una estrella. La llamaron Gil-Orestel.

El agua de la fuente de Lothlorien contiene, aún en la Tercera Edad, la esencia de aquella luz estelar. Esa agua es la que está dentro del frasco de la Luz de Eärendil que Galadriel le obsequia a Frodo, y que le acompañará en el resto de la aventura. Semejante regalo pone en evidencia la confianza de los elfos en la misión de Frodo, confiándole la esencia de una joya ancestral importantísima en la historia de su pueblo.

Sam blandiendo la Luz de Eärendil contra Ella Laraña

Entendiendo el origen de la Luz de Eärendil, no sorprende que Ella Laraña sea completamente vulnerable a su poder. Ungoliant fue uno de los verdugos del árbol que le dio origen, pero la luz consiguió abrirse paso en la historia hasta convertirse en una estrella que guiaría a Frodo y Sam a través de las oscuras cavernas que conducen a Mordor.