Pues faltó lo más importante

No puedo esconder mi decepción. No voy a mentir. A pesar de los pesares, me hubiera gustado que la selección de mi país se hubiera clasificado para la final. Aunque no lo mereciera. Pero que sea España, mi otro país, que haya ganado, me da un consuelo enorme. Ha llegado la hora de hacer un balance de la aventura francesa en esta Eurocopa y ya puedo afirmar que hubo de todo. Primero las declaraciones de Mbappé (el capitán, que es más grave, y en víspera de un partido) y Thuram reprochando a los franceses su voto en la primera vuelta de las elecciones legislativas, luego los tuits de Koundé celebrando la derrota, en la segunda vuelta, de un partido apoyado por 10 millones de sufragios (la parte más pobre de la población). También tuvimos a Kanté jugando más adelantado que nunca y muchas veces en la posición de número 10 (un insulto). Además, sólo marcamos un gol jugando en seis partidos y fue anoche contra España.

Vimos a un Griezmann muy cansado y a un Mbappé con la cabeza en Madrid. Sufrimos por no querer la pelota y tuvimos que aguantar a un seleccionador, Deschamps, cada vez más conservador y diciendo públicamente que si a alguien no le gusta el estilo de su equipo que cambie de canal. Hay más, pero no tengo sitio para hacer una lista exhaustiva. Sí, hubo de todo con este entrenador y estos jugadores. De todo, salvo lo más importante: el fútbol.

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