PREOLÍMPICO 2024

Duelo de pívots malditos: Willy contra Ayton

Los dos ‘cincos’ están cuajando un gran Preolímpico. Este domingo, se verán las caras en la final entre España-Bahamas.

Deandre Ayton, pívot de Bahamas, ante el polaco Aleksander Balcerowski en el partido del Preolímpico de Valencia.
JOSE JORDANAFP

La final del Preolímpico este domingo entre España-Bahamas (20:30 horas, Teledeporte) se decidirá por muchos detalles. Por el duelo de pizarras entre Sergio Scariolo y Christopher Demarco. Por el acierto exterior. Por la intensidad defensiva sobre los tiradores. Y, claro, por la lucha en el juego interior entre Willy Hernangómez (30 años y 2,11 m) y Deandre Ayton (25 años y 2,13 m).

El español y bahameño son los dos mejores pívots del torneo, con el caribeño un peldaño por encima del madrileño numéricamente. Ayton es líder en puntos (20,3), rebotes (11) y valoración en Valencia (28,7). Willy, por su parte, es tercero en tantos con 19,3 de media y séptimo en capturas (7,4) y quinto en eficiencia (23). Eso sí, con casi 15 minutos más sobre la cancha el bahameño (34,7 por 20,3) lo que permite al pívot del Barcelona superar al de Portland Trail Blazers en rechaces por 40 minutos: 14,4 a 12,7.

Simples estadísticas que no dejan ver el bosque porque ambos han sido capitales para que sus dos selecciones estén a una sola victoria de clasificarse para París 2024. Sería la 14ª vez para España, la séptima seguida, todas desde Sídney 2000. Para Bahamas sería histórico, la primera ocasión en unos Juegos para un baloncesto cuya cota más alta ha sido un octavo puesto en el FIBA Américas de 1995. su única presencia en un torneo internacional de élite.

De ahí, su falso número 57 del mundo. De ahí, la amenaza que representa una selección que convenció a Ayton para que se enrolase a sus filas el pasado verano en Argentina. Una experiencia que está siendo satisfactoria para un jugador que lleva la marca de la maldición del uno por Phoenix Suns en 2018. El bahameño fue escogido por los de Arizona por delante de Luka Doncic. Una comparación que le persigue desde el mismo momento que ambos se estrenaron en la NBA.

Y desde ahí, las miradas, los comentarios y las críticas hacia un pívot que ha sido descrito como blando. De no saber leer bien el juego. De no tener claro cuál es su sitio a la ahora de luchar un rebote. Una cascada de supuestos déficits que nunca le hicieron estar a gusto en Phoenix, con los que perdió unas Finales de la NBA. No se salvó de ser uno de los grandes señalados de esa derrota contra Milwaukee Bucks para acabar saliendo el pasado verano en dirección a la cerrada por remodelación Portland Trail Blazers dentro de la operación Damian Lillard a tres bandas. En Oregón, este curso, tampoco ha sobresalido.

Un sambenito, el de la fragilidad atrás, que también lleva colgado Willy. Llamado a ser uno de los grandes referentes de la Selección post-Júniors de Oro, el pívot ha recibido más palo que zanahoria los últimos años. Sobre todo, este último cuando cerró la puerta de la NBA tras siete insatisfactorios cursos para enrolarse en el Barcelona, al eterno rival del Madrid, el equipo en el que se formó. Un retorno a España, a la Euroliga en el que ha demostrado sus mil y una habilidades cerca del aro y en las que ha dejado constancia que aún tiene un margen de mejora muy amplio en defensa, en concentración y en intensidad. Porque la intimidación está ahí.

En la Selección también le pesa ese pecado. Scariolo nunca ha escondido que desearía mucho más de él en ese apartado del juego para ayudar a un grupo que este sábado se agarró a su martillo en ataque (28 puntos) para eliminar en semifinales a Finlandia. Este domingo, los dos pívots malditos se verán las caras con París en la cabeza. Y eso pasa por ganar su duelo directo.

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